Cuatro poemas de Sergio Eduardo Cruz (México, 1994)

Natalie Nicklin
Natalie Nicklin

 

Alameda

Quedan resabios
de tabaco
en el paladar, y quedan

rescoldos del fracaso. Caminas,
impaciente, por la calle
y te das cuenta: estás rodeado

por signos que chocan, mareas
circundan los pasos
de tu cuerpo que, en ascuas,

busca. Lo hallado,
siempre a punto de acabarse,
queda. Su marca

cicatriz de tiempo viejo
donde tu mano
regresa   
            se abre   
                        se cierra.

 

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Esquina de Pino con Miguel Ángel de Quevedo

La belleza pasó tres veces en mi vida
con diferentes colores, en diferentes
mujeres, y en cada una me cubrió
con su germen de soledad irremediable.
Las veo pasar por la calle tanto tiempo.
Una vez, la belleza se sentó frente a mí
con su tatuaje de flores en el brazo
y la claridad de sus ojos se vio interrumpida
frente a los míos: no supe cómo decirle
“huye conmigo adonde sea,” y me quedé
flotando entre la espada y la belleza.
Huye conmigo adonde sea,
con todos tus nombres y todos tus rostros.
A veces eres tanta que da miedo tocarte.
Quizás así es mejor: tengo miedo de ver
después de un rato, con certeza (esta sí)
irremediable, el frágil rasgueo
de nuestras pieles desuniéndose
                                                    separándose.

 

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Esquina de Álvaro Obregón con Tonalá

Y da vueltas el mundo en los pasos de alguien, trazando
en círculos voces, los cuerpos, los mares
que separan una cosa de otra en ecos concéntricos, andan
hacia el mismo lugar emanando siempre
como recuerdos de algo hace mucho tiempo: gestos
en manos, sonrisas, ojos fugaces que se hallan
por una sola vez en este mundo, encuentros
fortuitos que se irán rebajando en la lucha por ser de nuevo
formas en que encontrar sentido; el tiempo
traza sus agujas en la piel de los hombres, cala, penetra
todo lo sido que no estará de nuevo
y enciende los ojos de todo en un sólo parpadeo. Los ojos
de alguien siguen mirando hasta pasado
el tiempo, cuando algo más del rostro ya se ha perdido
y sólo quedan sugerencias de existir en cuerpo,
hacerse uno pálido con su propia memoria,
desnudar el ser de tanto silencio. Te encontré una vez:
tus ojos fáciles de ver para los míos no dejaron
de mirar hacia dentro, escrutando, preguntándose
dónde antes se habían conocido; encontraste
en el eco de mi cuerpo una confianza vieja, receptáculo
para sacar de ti todos los problemas en claro,
él es mi novio, señalabas al francés, mi vida es triste,
como una invitación a huir contigo adonde fuera,
como tomar tu mano y deshacer la apariencia
de este cuerpo, hacerse uno quizás, una vez hace tiempo. Todos
al final nos reconocemos: cada cosa en su momento
es un ser en que nada se disuelve,
un arco de eterno silencio. Tú y yo nos conjugamos
en un aire idéntico donde siempre estará
nuestro recuerdo en espejo, al mismo tiempo, donde estamos
y estaremos, donde huimos juntos y el cuerpo
es un pretexto vano para vivir el instante, donde fortuitos
los encuentros nadan por ahí sin conocerse
y damos vueltas pescando aun lo que seremos.

 

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Grito de la rosa

            Y fue ya imposible el grito.
                        -Jorge Guillén.

Estábamos todos muertos
al inicio de cada cosa:
nuestra ceniza hirió los montes
y nuestros brazos pesados
devolvieron su fatiga al descanso.

Estábamos todos muertos
cuando se abrió la rosa
(ojos negros mirando al horizonte)
y se extendió en el regazo
donde dejaban caer los párpados.

Estábamos todos muertos
y en la, tan quieta, tumba,
se movió un ladrillo en la sangre:
montes y ojos callaron
cuando el grito de la rosa inundó los campos.

(En un lugar lejano,
los devotos a la rosa se tomaban de las manos.)

 

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Sergio Eduardo Cruz  (Estado de México, 1994) escribe lírica, narrativa y crítica literaria. Su trabajo ha sido publicado en varias antologías y, además, ha sido acreedor de premios. Actualmente es estudiante de Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad Nacional Autónoma de México. Se dedica también a la traducción de poesía; sus traducciones de poetas como Sarah Howe, Gregory Pardlo, Ted Hughes y Thomas Chatterton se encuentran en la revista electrónica Círculo de Poesía.

 

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