Cuatro poemas de Moisés Robles Rodríguez (México, 1984)

 

NACÍ con la violencia y el estupor de un llamado
en la incontable lentitud de los siglos.
Mi nombre
paradoja que deambula entre mis labios y arde.

Mi camino
lo construyo a contrapaso,
apresuro mi éxodo con gramáticas rotas y palabras.

Extranjero de las horas,
mi última voluntad es caminar.

 

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CAMINO entre mares que no he abierto
entre insomnios quemantes que no elegí.

Desde dentro de las olas, desarmado,
mi torrente de sangre embravecida.

Se desborda entonces mi esperanza
y me dictas un canto apenas conocido:

 la palabra que insemina alumbra el silencio.
Nunca muere. Nace donde empieza todo.

 

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DIGO AGUA y no es suficiente,
la sed se convierte en fuego anidado en la garganta.

Digo que no basta el agua
y mis manos asidas al aire remueven arenas;
buscan la íntima partícula de vida pronunciada
que no siendo fuego, aire, ni tierra,
es fértil como agua profunda
que nunca se vuelve  ceniza.

 

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ESCRIBO en el tiempo que sobra de la insignificante tempestad de los deberes.
Escribo porque tengo tiempo, tiempo sin recortes,
tiempo para morir a ritmo de cuerdas oxidadas en el aguijado fuego de las horas.
Escribo en el tiempo que queda.
Nada frustra la certeza insomne de saberme ya en camino,
en camino de lo incierto, con las manos y los pies atados
de frente a un abismo.

Porque mi cuerpo se quiebra, en la rueda violenta de los años, escribo.

No por placer ni por temor,
no por amargura,
por puro hastío escribo en salud de mi desazón temporal.
No contra el olvido, no contra la muerte,
contra la eternidad de estos días
mis palabras nacidas del tedio.

 

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Moisés Robles Rodríguez (México, 1984). Licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Becario del festival INTERFAZ del ISSSTE 2014.