Cuatro poemas de Patricia Arredondo (México, 1988) ~

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Owen Gent

Sacrificio

No sé cuántos cerdos sacrificó mi abuela para construir su casa, el dolor cimientó su resistencia. Ella nos crio a mi hermana, a mí y a los puercos y tuvo siempre mano dura (el hambre le enfrío la sangre). No vacilaba al sacrificar a sus animales, al cercenar con el cuchillo los pescuezos de las gallinas, cuyas cabezas se le quedaban entre las manos mientras los cuerpos, al último espasmo, corrían aterrorizados. Encerrada en otro cuarto, mi hermana lloraba por la crueldad de mi abuela y yo solía observar desde la puerta la sangre tibia haciendo su camino hacia la coladera, cómo sumergía los restos en agua hirviendo, les arrancaba a tirones las plumas, ponía a cocer el caldo y repartía los cadáveres en nuestros platos. El dolor nos ha dado casa y comida, lo sé al ver cómo mi hermana a la mesa ensaya los cortes de sus cirugías sobre la cabeza sin vida de un marrano.

Cráneo

Llegó limpio
de músculos, nombres
e ideas; de tierra, 
arterias y esqueleto.

Mi padre se lo regaló
               [a mi primera hermana,
quien se lo regaló
               [a mi tercer hermano,
quien se lo regaló
               [a mi cuarto hermano,
quien se lo regaló
               [a mi quinta hermana.

Era un cráneo familiar,
                           pedagógico,
                           desdentado,
                           generacional.

Abierto por la superficie,
como una olla, era fácil
de reconocer, por la mandíbula
su forma y su tamaño;
por las cuencas, los dientes,
sus fracturas y sus faltas:
antes que nuestro, fue de una mujer.

Cirugía


I. Desliza la hoja del bisturí

La sensación es la misma que cuando encajas el dedo en la cáscara de una mandarina;

II. con la mano izquierda

es duro al principio, pero el tejido va cediendo, se desprende

III. corta el tejido del paladar

 y,  finalmente, puedes extirpar el pedazo podrido

IV. tal como lo practicó en la cabeza degollada del cerdo.

 lo demás es como quitar el sarro de la estufa o del baño, así del cuerpo.

Carnicería

A los pies de los carniceros
la pureza de la sangre
confundida con el agua
y la mugre ya no importaba.

Cuando no teníamos nada
qué sacrificar, sorteando los charcos,
recorríamos los pasillos del mercado
con una bolsa colgada en cada brazo.

Echábamos una mirada rápida
a los miembros fuera de sus cuerpos, 
a las cabezas y las hierbas recién cortadas,
hasta que, después de una larga búsqueda,
parábamos en un cuarto
donde reclamábamos entre los gritos
de otras mujeres, a gritos,
alguno de esos cadáveres como nuestro.

~

Estos cuatro poemas son parte del libro El llanto de un conejo no se olvida nunca (2017), que puede descargarse en este link (https://endetrimento.files.wordpress.com/2017/12/el-llanto-del-conejo-no-se-olvida-nunca_patricia-arredondo3.pdf)

Patricia Arredondo (Estado de México, 1988). Escritora y editora. Autora del cuento infantil Acércate (Tramuntana, 2014). Poemas suyos han sido publicados en suplementos y revistas electrónicas e impresas como Cubo de Rubik, Fundación, Este País, Tierra Adentro, Tres Pies y Oculta Lit. Ha presentado su trabajo en ferias del libro de México, España y Alemania. Actualmente administra el blog Oscuro entre nosotros, colabora en la plataforma Liberoamérica y  escribe en patriciarredondo.blog

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