Ollin García Pliego (México, 1991). Escribe poesía y narrativa, y ha colaborado en medios como Literal Magazine: Latin American Voices, Suburbano, Revista Corónica, Chiricú Journal: Latina/o Literatures, Arts, and Cultures y Little Village Magazine, entre otros. Asimismo, Ollin es egresado del MFA en Escritura Creativa en Español de la Universidad de Iowa (2018), y actualmente es candidato doctoral en Literaturas y Culturas Hispánicas en la Universidad de Indiana, Bloomington. Ollin alterna sus días entre Bloomington, Ciudad de México, Houston y París, en donde actualmente trabaja en su primer libro de poesía en inglés.
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Notre-Dame, dieciséis de noviembre de dos mil veintidós
[las gotas de lluvia se estrellan contra el pavimento]
son las cinco y treinta y siete de la tarde
y me ha tomado ocho años
y tres meses regresar
condiciones pluviales
condiciones chipichipi
condiciones grises
condiciones de sanación
es la primera vez
que no subo a ver las gárgolas
que no toco las gárgolas
que no platico con las gárgolas
que no me tomo fotografías con las gárgolas
que no beso a las gárgolas
que no abrazo a las gárgolas
que no les pido consejos a las gárgolas
es la primera vez
que no veo París desde los cielos de otoño
que el sol se esconde cobardemente
que el sol es devorado por las nubes
que estoy debajo de la cortina de lluvia
que estoy debajo del paraguas rojo
y mi MacBook Pro y yo estamos debajo
de las nubes llorosas
que se precipitan
agresivamente
Julie se encuentra en el Intermarché ahora mismo
y ha llamado para preguntarme qué tipo de leche quiero
si de vaca o de almendra o de soya
«la leche de soya contamina
se utiliza muchísima agua para su producción
la mayoría se importa de Brasil»
y yo estoy enfrente de Notre-Dame
después de haber trabajado en el Café Livre
ahora pienso en la década de 1950
Sylvia Plath y Ted Hughes
en su luna de miel parisina
esa fotografía bien conocida
en tus antologías
y en el internet —Plath, Plath, Plath,
con Notre-Dame en el fondo
y tus labios pintados de cerezas en la nieve
París; Notre-Dame; las gárgolas;
los espíritus de Plath y Hughes
y Julie y yo
me transporto al año dos mil cuatro,
alrededor del quince de septiembre,
con mi padre, aquí, aquí, aquí,
tomando fotografías con su cámara Kodak
negra —con rollos de treinta y cinco milímetros
éramos anticapitalistas —consumidores limitados
no hicimos la transición a las cámaras digitales aquel año
la necesidad de ir a revelar los rollos,
de capturar los espacios urbanos
de verificar si nuestras visiones se plasmaban en papel
o si salía el eclipse
de nuestro dedo índice
mi padre y yo éramos felices
porque estábamos juntos
y no lo sabíamos
yo no lo sabía
cada día en París
era un día menos viviendo con él
por aquellos días yo caminaba
con ese uniforme de alpinismo
que parecía piyama
por las calles de París —rojo y azul, tela polar
y llevaba mis tenis de tracking azules
los uniformes para escalar el Ajusco
los uniformes para escalar el Ixtaccíhuatl
los uniformes para escalar el Citlaltépetl
los uniformes para escalar el Xitle
los uniformes para escalar el Tepozteco
los volcanes nevados de México
que ahora se derriten
sus glaciares ya casi no existen sus glaciares
adiós pistas de hielo
en las cuestas del Citlaltépetl —Estrella en el Cerro
en el pecho del Ixtaccíhuatl —Mujer Blanca
en el ventorrillo del Popocatépetl —Aceite que Humea
en erupción desde mil novecientos noventa y cuatro
en dos mil cinco
regresé a París con mi madre —estaba absolutamente encolerizada
mi madre estaba furiosa porque yo fumaba cigarros
mi madre estaba furiosa porque yo no hacía el esfuerzo suficiente para aprender francés
mi madre estaba furiosa porque no me iba bien en la escuela
mi madre estaba furiosa porque nuestra situación financiera estaba a punto del colapso
estábamos en París y hacíamos una comida fuerte al día
estábamos en París y dormíamos en hostales
mis padres estaban enfurecidos
mi padre no estaba en París con nosotros
visité la ciudad de la luz con ambos —a solo once meses de diferencia
la ciudad de dos,
lúgubre
[las gotas de lluvia se filtran a través del paraguas rojo]
no entro a Notre-Dame
no veo la sección de la Virgen de Guadalupe
en una esquina de la nave central
hay gritos en el aire
escucho a los trabajadores de la construcción —gritos desaforados
la gente a mi alrededor
habla en francés, español,
portugués, chino, no importa —todas las lenguas
y temo que alguien me escuche
y entienda esta grabación de voz en mi celular
me encuentro en un altar con la Virgen María
hay un retrato de un bebé recién nacido
que venció a una enfermedad terminal
de San Luis Potosí, México
flores en decadencia —y giro mi cabeza hacia Notre-Dame
y sigo meditando sobre aquel áspero dos mil cinco
el veinticinco de septiembre, cuando mi madre
cumplió treinta y seis —cabello largo y negro
[las gotas de lluvia salpican por doquier]
ahora me transporto a marzo de dos mil seis
otra visita con mi madre
enfurecida porque no me iba a la cama temprano
enfurecida porque no comía a mis horas
enfurecida porque solo comía le steak haché avec des frites
en el E. Leclerc de Pau
estoy a solo tres semanas
de regresar a Pau
de visitar Cabidos, Geaune y Bordeaux
para conocer a la familia de Julie
¿qué les diré y en qué idioma?
solo hablan un poquito de español y de inglés
desenterraré todo el francés de mis adentros
me he resignado a que la gente me escuche
me he resignado a que la gente tome fotografías de mi paraguas rojo
es imposible evitarlo —pensé que no habría turistas
qué ingenuo
ya no soy un turista aquí
me siento en casa
estoy en casa
dudo en volver a tomar el metro
no sé cómo llegué hasta aquí
no sé cómo contuve los electrolitos en mi rostro
pendientes al borde de la gravedad —deshidratación de la memoria
tengo poesía
y las gárgolas, las gárgolas, las gárgolas,
pido por su intervención
Sylvia Plath y Ted Hughes,
poetas y pensadoras que han estado en París,
señores y señoras, monsieurs et madames,
Alejandra Pizarnik, Octavio Paz,
Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes,
Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir,
Ernest Hemingway, James Baldwin,
Capitanía General de las letras latinoamericanas,
norteamericanas y francesas,
escúchenme, denme una señal,
Julie, Julie, Julie, cómo me gustaría que estuvieses aquí
nos dejamos de hablar
desde diciembre de dos mil diecisiete
hasta mayo de dos mil veintiuno
tres años y cuatro meses
necesito regresar a casa
camina conmigo y abrázame, sin parar.
⁂
Panthéon, tres de diciembre de dos mil veintidós
No siempre voy en la línea D del metro de París
o cualquiera que sea la denominación del tren
Ligne D du RER d’Île-de-France, je pense
[inserte el acento francés]
estoy enfermo y mi cuerpo lo sabe
tengo escalofríos y me duele respirar
en este sentido Julie es la mujer planeta
en este sentido Julie es la mujer asteroide
en este sentido Julie es la mujer astro
en este sentido Julie es la mujer galaxia
porque el dolor la fortalece
mi noche fue larga y las pesadillas
me siguieron,
me atrofiaron,
¿estaba volviendo
al llano en llamas negras?
sin cruzar el río Sena de nuevo
sin cantarle a Julie en la cama
tenía temor de ser nadie —ni siquiera
una sombra,
una huella,
un ser no pronunciable
[soy la lengua de un ratón comiendo queso en la noche durante el otoño tardío]
escucha mi angustia de las siete de la mañana
de un domingo nublado
son las dos de la tarde en punto
y no tengo dinero para estar pagando Uber en París
no tengo ni el francés ni los minutos
para ir a renovar mi tarjeta del metro hoy
voy en busca de los padres de Francia
heteropatriarcas blancos caucásicos
de la epistemología occidental —muy pocas mujeres
Marie Curie, doctora
y figuras literarias,
hola, Víctor Hugo,
Rousseau, ¿estás ahí?
Voltaire, ça va bien?
[por qué no traje un gorro para este frío froid virus o lo que sea —el Panthéon]
no traje ningún Kleenex
y estoy impaciente
debido a la fiesta de inauguración
y de revelación de sexo
en la casa de Johan y Alice —en Vitry-sur-Seine
cómo son los housewarmings en Francia,
qué significan,
en qué idiomas
debí de haber tomado el metro
qué prisa autoinducida hace rato
nosotros vestimos de rojo
porque pensamos que su bebé
será un varón —Esteban
¿hablan poesía?
me prestaste una de tus maletas
para ir a México durante las vacaciones de Navidad
en dos mil dieciséis —cómo lo pude haber olvidado
[la memoria contra la hoja en blanco,
la memoria como la hoja en blanco]
cómo olvidar a propósito
sin darme cuenta
me invitaste a entrar a tu departamento
a tomar un café y a platicar
hacia finales de febrero o principios de marzo
de dos mil diecisiete
recuerdo ir caminando
hacia el final del pasillo
hacia el aire sombrío de Iowa City
después de entregarte la maleta
yo no merecía ningún tipo de cariño tuyo
[estoy en la cripta con Víctor Hugo, Emile Zola y Alexandre Dumas,
a solo unos pasos de Aimé Césaire]
mis pulmones no le permiten
a mi cuerpo respirar —cierran sus salidas
siento el girar de la Tierra
con toda su gravedad —el efecto del péndulo de Foucault
que requirió una explicación astrofísica
por parte de mi padre geólogo
[esta cripta es un agujero de gusano]
no recuerdo cuándo fue la última vez que entré aquí
¿fue con mi padre en dos mil cuatro?
me sentí acompañado y protegido
aquel día aquí en el Panthéon
durante esa semana de septiembre
aunque en el fondo era consciente
de que ese estado de dicha
se desvanecería tan pronto como aterrizáramos
en Ciudad del Carmen
de vuelta a la violencia sistémica doméstica
bipolar —hijo único en esa relación
Hugo, Zola, Dumas, cuál es el secreto
para abordar el vuelo a la Ciudad de México
en contra de mi voluntad
qué necesito comer o beber
la noche antes de intentar abordar el vuelo
desde el aeropuerto de París Charles de Gaulle
me siento enfermo del estómago
como si hubiese bebido
tres cafés expresos de Chiapas
sin haberme tomado los probióticos de cada mañana
sin haber comido All-Bran Fibre Plus en la mañana —tal vez peor
las náuseas se solucionan gracias a mi secreción nasal
era Ollin el poeta de otoño,
«que tenía la nariz,
roja como la grana,
con un brillo singular»
[decenas de personas entran a la cripta de Hugo, Zola y Dumas
y decido ignorarlos olímpicamente]
soy el superviviente,
la gente solo pretende interesarse por ustedes
la gente solo quiere la fotografía digital —qué vergüenza, qué falsedad
aun así me pregunto qué tengo que hacer
la noche antes de tomar mi vuelo a la Ciudad de México
Capitanía General de las letras francesas
denme una señal,
díganme el secreto —cualquier palabra, lo que sea
¿seré yo contra el insomnio?
¿seré yo contra la piel de algodón-miel de Julie?
si hay algo más difícil que decir adiós
es cruzar el Océano Atlántico Norte
tres países
y no tener los documentos oficiales
para permanecer en Francia
más de noventa días
cada seis meses
yo soy, yo soy, yo soy, ¿qué soy? ¿quién soy?
¿un pequeño gusano en contra de una rueda?
¿es el secreto académico o literario?
¿cuál es el secreto?
lo único que sé son mis intentos:
—Squamish en octubre
—el viaje en teleférico
—las nubes desvaneciéndose en las montañas
—Illiers-Combray en noviembre
—el domingo en casa en Alfortville
viendo Zama
comiendo palomitas
decorando nuestro primer arbolito de Navidad
lo que quiero decir
es que quiero que seamos un equipo
en los años por venir —avec Jack le chat.
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