Cuatro poemas de Paul Peláez (Venezuela, 1984)

Paul Peláez (Caracas, Venezuela, 1984). Ha realizado talleres de cuentos y poesía con los escritores Fedosy Santaella, Roberto Echeto y Oriette D’Angelo, entre otros. Colaborador de la revista Trazos, del blog magazine La Parada Poética en las que se ha publicado también algunos de sus poemas y de la revista de literatura fantástica, terror y ciencia ficción Weird Review. Autor del libro de cuentos Las diversas formas de lo falso publicado por la editorial Sultana del Lago en Abril 2022. Instagram: @pelaezpaulwriter.

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Mi Esposa

 

 

Ámame como lo haces

Ámame hasta que se te seque la lengua

O hasta que salives mi nombre.

 

Ámame como si yo fuera tu Golden Retriever

Y tú,

El último ser humano de la tierra.

 

Noche que se deshoja en estrellas fugaces

Sólo para iluminarme.

 

 

II

 

Noche que naciste de las venas de los hombres

¡Aparece!

 

Noche, te hemos llenado de luces el vientre

Y has dejado de parirnos

Sueños Hechos

con la pulpa de los mangos

 

¿Cuántas noches te quedan en los huesos?

¿Cuántos temblores acumulan tus ojos?

 

El incendio acabó con el dolor de los días

Y ha replicado sus colores

En la oscuridad de tu cuerpo.

 

¡Corren los pájaros y vuelan los cerdos!

 

Ya no duermen las hojas a los pies del árbol

Ni titilan estrellas en tu cara

 

Cáenos encima como un castigo,

como un regalo de paz y silencio

como la promesa de una muerte segura

y definitiva.

 

Noche, querida noche,

Ve y amasa las sombras escondidas en los bosques,

Ocultas debajo de las piedras

Ve y tráelas

Y en nombre de todos los cristos

Dególlalas enfrente de todos

Y vierte su sangre oscura en cada brisa

Destinada a dormir a aquel fuego

Que arrasó con el alma de mi casa.

 

Hazlo,

te lo imploro,

acaba al fin con este incendio,

Y danos la oportunidad

de ser dignos de nuevo.

 

 

III

 

Llevamos a nuestros hermanos

Cosidos a las amígdalas,

Ocultos bajo la sombra

De nuestras voces,

 

Muerte al incendio!

Gritan algunos,

Pero no alcanza el llanto de nuestras manos

Para fusilarlo.

Alguna vez habrá un temblor

Que exprima los poros a la noche?

 

Cerramos nuestras bocas

Para cuidar de nuestros muertos.

Cerramos nuestras bocas

para acariciar sus nombres.

Cerramos nuestras bocas

Y nos mordemos las espinas

De la lengua,

Nos mordemos el grito adolorido

y apaciguamos el temblor

de los hermanos

cosidos en sangre sobre

nuestras amígdalas.

Qué más podemos hacer?

Callar y vivir

Porque este mundo es de los traidores

Y no de los valientes.

 

 

Las casas

 

Las casas vienen atadas a los nombres de sus dueños

 

Las casas, son el refugio y depósito

Del alma de su gente

 

Pero hay casas desnudas de nombres

cuya esencia es el vacío.

 

Mi nombre es mi casa

Aunque a veces no lo habite.

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