Tres poemas de María Alejandra Colmenares León (Venezuela, 1996)

María Alejandra Colmenares León (Caracas, 1996). Es tesista de pregrado de Letras en la Universidad Católica Andrés Bello. Ha sido publicada en Liberoamericanas, poetas contemporáneas (Editorial Liberoamérica, 2018 Argentina y 2019 España), en Todas las mujeres -fulanas y menganas- (Editorial Funcionarte, 2018 Estados Unidos), figura entre los semifinalistas publicados en el V Concurso Rafael Cadenas (2020, La Poeteca). Ganó el primer lugar en el concurso de poesía Physis del CEL-UCAB. Diplomada en Edición, por la Cámara Venezolana del Libro y la Universidad Central de Venezuela.

~

 

(Aldebarán [α Tauri])

 

Angustia manta de mi noche

ando rumiando tras las puertas

la muerte se desliza entre mis dientes

es saliva tibieza cavidad

 

forma la carie

el arco

la ruina

 

su látigo ciñe mi carne

me tumba sobre las capas

derrama las tazas de orín

 

la obsesión es mi castigo

navaja con que me apunto

voz mínima paso fuerte

culpa punzante me arroja

eterna sombra veloz

el punto la puntualidad la línea

graciosa de mi cuerpo doliente

levanta

para rendirse otra vez

 

 

O

(Olivero [Olea pallida])

 

 

Voy a morirlo todos los días

a clavarme esta vara de olivo

rayo de fuego

y a atravesar el centro del aire

 

 

 

:voy a quebrar la esfera

y reunir los accidentes de la forma

 

 

Lengua de humo (Mirra [myrrha, μύῤῥα])

 

Soy el mismo aún, que temeroso,

te preguntaba a veces quién eras.

Después de cada ocaso

estoy herido y huérfano

pálido, desligado de todo[1]

puedo lejanamente mirar mis pies rasgados

reducir mi pecho bordeando el abismo

 

confieso

—frente al fuego de un cigarro

emulaciones oscuras de palabra

 

lengua de tierra

impedida y angustiada—

que estoy rendido

tras estos párpados

 

insomne

soy el dios de mis dioses

 

ante la copa del cielo

su piel es mi piel

arrojado a las manos arboledas

quinéticas por el humo de los tiempos

devuelto al fuego

me vuelvo a la calada

 

confieso

reducido

fuego en cara

un aliento nervioso

que estoy rendido

ante la sospecha

de sentir la herida

y no verla.

[1] Rilke, Rainer Maria. El libro de horas.

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