Tres poemas de Moisés Robles (México, 1984)

Moisés Robles (México, 1984). Licenciado en Filosofía, escritor y fotógrafo. Ha publicado el libro de poemas Navegar la noche y el fotolibro Los motivos de estas aguas. Textos suyos aparecen en revistas tales como Rio Grande Review, Revista Kametza, Bitácora de Vuelos, entre otras.

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Los perros aúllan a las dos de la mañana

 

Parece que no sirve.

Que la poesía no sirve de nada.

Sin una casa no importa,

(no sirve)

sin una cuenta en el banco,

sin coches sin viajes,

(no sirve)

sin libros publicados.

 

Al menos si lo que escribes te diera fama…

 

De otro modo,

no sirve.

 

Pero cuando te quedas solo

callado,

temblando con un dolor en el pecho,

más vivo de miedo que de hambre

y te descubres en el ladrido del silencio

con el pulso acelerado y la jeta rota

y dices: ¡vida tan cabrona, tan pinche!

es poesía lo que gritas.

 

 

Desperté

 

con unas ganas inmensas de quemarlo todo

todo                         

sacudí la pereza del cuerpo

mentí sobre los motivos                               (sobre todos)

abrí las llaves de la estufa              (bien abiertas)

pero el gas                       (el gas)

se había terminado

 

Busqué un encendedor

para desayunar un cigarro

y nada

la poesía

se había ido

     

Ahora sigo aquí

pensando que no hay intenciones definitivas                  (no las hay)

 

y  puede que mañana

a la misma hora

quiera salvarlo todo.

 

 

Advertencia

 

Si fuma

poesía

si bebe

poesía

 

si escribe

poesía

 

lleva el doble de riesgo

de quedarse solo

y encontrase

consigo.

 

Además de las cuatro monedas

que tengo en el bolsillo

llevo el libro de Parra

que Carlos me ha regalado.

 

No sé qué pesa más

si la poesía

o la pobreza

que ahora me acompaña.

 

Debato conmigo sobre las pocas posibilidades que tengo en la vida,

mientras fumo y tiemblo de frío;

 

de pronto, me asaltan

dos borrachos en busca de un trago,

como les digo que no,

se enfadan

y me siguen por un rato.

 

Ni duda cabe

que es descabellada la vida, afirmo,

 

mientras mis acompañantes

me acusan

de tener buena suerte.

 

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