Alegría Mendoza (Estado de México, Nezahualcóyotl, 1996). Lee y escribe desde que aprendió a hacerlo. Fue finalista del I Concurso Internacional de Poesía Universitaria con el poema “Autorretrato”, su cuento “Donde la nieve te ha tocado la piel” formará parte de la antología literaria “Cuénticas” y algunos de sus escritos han sido publicados en Página Salmón, Fanzine Cámara Rota, Periódico de Poesía y Librópolis UNAM.
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El olor de las naranjas
(La depresión puede ser un factor predictor de Alzheimer)
I.
¿Pero no es acaso la depresión otro tipo de amnesia?
Siempre que se cuela por una rendija, se lleva consigo los recuerdos
De las tardes en las que mi mano y la mano de la abuela eran una misma, las tardes en que, sin dejar de tocarnos, partíamos naranjas a la mitad
Y el sol no se quería separar de nuestras pieles
Cuando se esconde bajo la cama, esconde también
las reminiscencias de cómo se sentía ser amada
Y deshila el incalculable cariño contenido en la punta de los dedos
de mi madre trenzando mi negro cabello.
La depresión me arrebata de tajo la sonrisa de mi hermano
Y el sentido del humor de mi padre,
Estoy ante una mesa llena de personas que dicen quererme
Pero, por favor, que alguien me explique en qué idioma están hablando
O por qué todos se ríen.
Es ella la que me persigue hasta la mitad del patio
El patio donde ha enterrado afectos
Y mensajes y palabras cariñosas
Comida que me envían, abrazos y amigas tocando a la puerta,
todo yace por completo bajo la tierra, ahí donde lo amoroso huele a podrido.
Ciento quince mensajes sin leer que llegan en el momento en que he olvidado ya
Que alguna vez poseí un lenguaje, qué significa te quiero
Cómo se pide auxilio, para qué sirve la boca
Por qué razón nombré amiga, hermana, amor, a alguien cuyo rostro se ha desdibujado.
Cómo díganme cómo se puede arrasar con tanto.
Veo la palabra ternura y no me recuerda a nada.
el olor de las naranjas no significa nada
Y camino con las manos vacías, llevando entre mis dedos lo único que me queda
la nada.
II.
Quizá la depresión sea otro tipo de amnesia
Me pregunto por qué entonces no desarma el eterno laberinto
Porque no borra los surcos que me recorren, ida y vuelta,
el cuerpo, caminos de sangre
Y esta cicatriz y ésta y ésta también
Díganme por qué permanece todo aquello que querría sepultar
por qué es el afecto el que está bajo tierra y no el dolor
y no la tristeza, no el vacío, no las ganas de cortarme el cuello
o las muñecas, por qué no estoy yo
bajo la tierra
Existe, completamente intacta, una lista en mi mente:
Fentanilo, heroína, hidrocodona, metadona, morfina, oxicodona
Alprazolam, diazepam, cocaína y metanfetaminas
existe todo el tiempo entre mis labios, perenne plegaria.
Pero se ha llevado,
devastado, borrado, aniquilado
todo aquel pequeño detalle amado
toda ínfima pasión, situación, objeto
que podría sostener el deseo de vivir.
Froto entonces una mano contra otra
Acaricio fervientemente mi propia mano
quizá si lo hago con la fuerza suficiente, en algún momento
se convierta en la mano de la abuela
y rozo con los dedos el tenue deseo, la frágil pregunta
quiero saber si las venas abiertas traerán a mí
el olor de las naranjas
