Cuatro poemas de Ariel Tomás Izquierdo (Argentina)

Ariel Tomás Izquierdo (Lomas de Zamora, Buenos Aires, 1984). Es carpintero y poeta. Trabaja en una oficina. Creció en la ciudad de Temperley, donde vive actualmente. Publicó el libro de poesía Dejemos que la luna se encargue de la noche (Halley Ediciones, 2024). Poemas suyos forman parte de antologías, revistas y blogs.

*

Sobre las expresiones “Dónde quedó el amor” y “A las palabras se las lleva el viento”

Eso que llamabas amor ¿dónde quedó?
en una habitación, no me preguntes cuál
La casa era muy grande, te lo dije
pero vos pensabas en niños
corriendo de una habitación a otra,
madera madera toneladas de madera para correr, los
postigones con las bisagras recién lubricadas golpeando
(postigones blancos como palomas gordas mensajeras aleteando)
a los costados de las ventanas por el viento
tempestuoso, corriendo por los pasillos
abriendo las puertas de la habitación,
abriéndome en dos con su peso
a mí, me lo imagino
parecido a las cortinas pesadas y blancas
haciéndome el amor… ahí ahí
en esa habitación,
no me preguntes cuál
No lo sé.

*

El galgo y la presa

Ya he muerto
mis ojos se nublaron
nos miramos
como un último gesto de cariño
vi destellos partículas de polvo brillantes
apenas queda un poco de aliento
en su cavidad majestuosa
monstruosa
sentí cómo crujían las vértebras
con la presión de la mordida los vasos
chorrearon
la sangre brotando aliviada
generosa madre
derivando por los pliegos de pelo que abre la saliva
buscando la tierra
la inevitable gravedad
cumplimos los roles
tal vez me toque a mí la próxima vez
ser cazado
interpretando tan bellamente a la perfección
tu papel
sacudas mi cuello tierno
me dejes tirado
caer al agua del remanso
presa botín
sigo deseándote
podremos ahora jugar
a que me arrojen
la pelota?

*

Misiles

¿qué ilumina la noche
es bondad, refucilo, un misil que no termina
de caer, timidez, luciérnagas
que se desvanecen — vas corriéndote con el sol
bajo un árbol lleno de brazos
pacientes Qué sentido tiene hacerte daño
si no hay noche Un día si no cae sigue siendo un misil
o ya es esperanza o es poesía
aunque los pájaros clamen en las ramas
pío pío apenas se oye Estallan las semillas de la glicina
por qué repito y repito lo que nace no muere,
porque nunca nació Pero si te miro
desde arriba y al pasar y en silencio, entonces
soy un misil que aún no cae
una respuesta o es una pregunta reclamando su respuesta
o soy vacío entre una pregunta y la respuesta
es misil el misil sin un cielo sin aire
el misil es cielo es aire Mirá cómo
todos los misiles van a Roma
Alá Mahoma Rama Jesús Krishna Vishnu Kali
van a Roma mueren por Roma, cómo
no hacerte daño — qué sentido tiene
aunque las lágrimas no tengan
un rostro, una flor, rezo
hermosa hembra misteriosa
seré el último si cierro
la escotilla?

*

La rueda de la muerte

a Neil McDonald

¿los acróbatas son
nómadas, palabras que duelan
algo siempre distinto
cuando las digo, como ahora
por ejemplo,
como migas de
pan
que mañana quién sabe
qué pájaro las recogerá
tal vez un barco, —¿así no llamabas
también a la muerte?—
o un pequeño circo, frágil
como una jaula
sin candados,
un simple barquito
de papel por el río
que va con el pan
y no vuelve?

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