Fabiola Lizette Plascencia nació en México a inicios de la primavera de 1999 y estudió Letras Hispánicas. Algunos de sus textos están incluidos en las antologías poéticas de Un latente hallazgo (Valparaíso Ediciones, 2021), (Re)versos, instrucciones para no poemas (Amate editorial, 2024), y en la antología de libro álbum De la pérdida y sus iluminaciones (Puerta Abierta, 2023). En 2020 resultó ganadora del Primer Premio de Poesía Joven Versorama por proyecto Ululayu, y en 2022 resultó finalista del Primer Concurso Nacional de Poesía Emergente Antonio Alatorre, con su participación publicada en la antología Desfile de poetas de dicho concurso. Forma parte de proyectos literarios como el colectivo de poesía Inubicables y Proyecto Ululayu. Disfruta de ver películas de terror, ensuciarse las manos, chiquear perros callejeros y cocinar pasta.
*
Demuestra de lo que estás hecha
Es la ingesta, marta, ¿qué no entiendes? Es la puta ingesta y el autocontrol. Hay que masticar despacio y profundo hasta hacer añicos el antojo ¿es tan difícil? ¿Qué va a pasar con ese minuto de placer en que te comes un pedazo de pastel? Se te va a quedar en las caderas, marta, te va a costar un mes en el gimnasio deshacerte de ese minuto de dejadez.
Es, también, cuestión de elegancia. ¿Cuándo has visto a alguien en un buen restaurante devorar un plato entero de pasta? Por eso las porciones en los lugares más prestigiosos son del tamaño de tu puño. ¿Has escuchado eso, marta, que tu corazón es del tamaño de tu puño? Pues también tu estómago. Esa torta, marta, ¿te cabe en un solo puño? No, ni siquiera en dos. Entonces, ¿cómo te pretendes meterte todo eso por la boca? Y quién soy yo para juzgar lo que la gente se mete en la boca, ¿cierto? Pero es que mírate un segundo. Nunca te lo quise decir, pero ¿por qué crees que Álvaro se fue de tu casa? Estás hecha de huesos, marta, pero no se te ven. Por eso aunque no tengas ese dinero mentalmente debes comer como si estuvieras un restaurante de autor. Por eso hay que masticarlo todo con mucha dedicación, que ese pedazo de bocado se columpie entre tus encías para que disfrutes cada pequeña nota de sabor, pues deberás dejar pasar varias horas para volver a permitirte ese placer. Quién sabe hasta cuándo podrás volverte a permitir disfrutar esos sabores en tu boca.
No, no, no, no se trata de escuchar tu cuerpo porque tu cuerpo lo que grita es “tamales”. ¿Y sabes por qué? porque te odias. Es natural autosabotearse, pero por eso te digo que el secreto es el autocontrol. En calidad y cantidad. Porque por muy ligera que sea, tampoco puedes comerte una lechuga entera en una sentada, ¿estás de acuerdo? Cómo te verías haciendo eso, por mucha ansiedad que tengas. Tienes que aprender a c o n t r o l a r t e. Ya te digo, hay que masticar y masticar, de preferencia aire. Si tanta hambre tienes, consíguete unos chicles de menta y masticamasticamastica, es una cosa maravillosa la mente, ¿ves? En cosa de nada vas a sentir que te comiste un filete entero, pero es aire, marta, y ese es inofensivo y no te engorda.
No puedes ir por la vida parloteando y agitando tus carnes sin esperar que te vean con desagrado, marta, porque es evidente que no te quieres si dejas que tu cuerpo se transforme cada vez más en una bola de queso oaxaca, y así ¿cómo esperabas que Álvaro o cualquier otro hombre se quedara? Ellos no quieren mujeres dejadas, que de repente abren la puerta en chanclas, un chongo enmarañado sobre la cabeza y la panza colgando. Álvaro quería llevarte a las reuniones para presumirte, para que ellos vieran que tenía una esposa hermosa, no para que encararas su fracaso, ¿qué nunca has escuchado que las esposas somos el reflejo del hogar? ¿y qué tipo hogar reflejaría tu imagen, marta? ¿una cocina apilada de los platos que limpias con la lengua y un montón de basura del kfc? Pues no, marta, Álvaro se fue porque el anillo que alguna vez que tuvo para ti ya no te quedaba ni en el meñique del pie. Despierta, marta, muévete y salte a correr, que no te alcancen los antojos, ámate a ti misma y has algo por ti y tu futuro, vas a ver cómo si bajas 20 kilos Álvaro volverá y podremos ir de compras de nuevo sin visitar la sección plus size, regresar al antro donde lo conociste con la falda que lo cautivó. Anímate, alégrate, valórate.
Y mastica, marta, mastica hasta disolverlo todo y no sea más que polvo lo que escupas en el escusado. Observa cómo nada de eso podrá instalarse en ti y pegarse a tu piel para expandirla y arruinar tu vida; y siéntete orgullosa porque lo estás logrando, reconoce que por fin vuelves a honrar tu cuerpo. Sigue así hasta que se desvanezca, hasta que muestres de lo realmente que estás hecha, amiga.
