Realidad y Ficción se alternan en «El Tercer País» de Karina Sainz Borgo | por María Luisa Angarita

Realidad y Ficción se alternan en El Tercer País de Karina Sainz Borgo | Por María Luisa Angarita

Los muertos merecen sepultura. Un lugar digno donde descansar la eternidad, donde encontrar al fin la tierra prometida. Pero la única tierra prometida es realmente la que cubre las tumbas. Es el único lugar a dónde realmente nos han prometido ir, y ahora ni eso tenemos seguro.

Por eso, leer El Tercer País (2022) de la escritora venezolana Karina Sainz Borgo me ha dejado con una sensación extraña. Como si su novela me hubiese bofeteado con una dosis de realidad que no pude haber comprendido de otro modo. La realidad de la migración venezolana, de la frontera entre Venezuela y Colombia, de la crisis política, económica, familiar e incluso espiritual que envuelve a una región ya agotada del sufrimiento.

El Tercer País es una ficción y a la vez no. Parte de la realidad más cruda para llevarnos de la mano por una historia que nos muestra lo que no queremos ver, lo que muchos esperamos olvidar. Lo que a menudo la comunidad internacional decide ignorar para no tener que meter las manos allí en ese infierno.

Con un lenguaje bastante poético que alterna con el coloquialismo típico venezolano, la autora toma a dos personajes centrales: Visitación Salazar y Angustias Romero y las coloca allí, en medio de una región que nadie reconoce, pero todos saben que existe: el tercer país.

Estas mujeres, heroínas de sus propias desgracias tienen la misión de darle sepultura a quienes encontraron la muerte en la frontera, en medio de la migración forzosa las enfermedades, la epidemia de la desmemoria que no es otra que la de la politiquería de turno, la marginalidad, la pobreza, y la delincuencia tanto de los grupos irregulares como de los políticos de oficio. En fin, dos mujeres que buscan abrirse camino en medio de la desgracia personal y colectiva con una sola misión: darles sepultura a los muertos.

La violencia es la cara principal de esa frontera de nadie y de todos. Y por eso la violencia es el principal retrato de una realidad que todos reconocemos en esa ficción. Le sigue la cobardía, retratada en cada uno de los personajes masculinos. Una cobardía ataviada de furia, violencia, machismo y desdén, lo que los hace aún más cobardes. Termina con la inocencia, esa suerte de esperanza prometida en el rostro de un recién nacido.

En medio de todo eso Visitación Salazar y Angustias Romero se abren camino, cada una para enterrar a sus muertos que pasan a ser los de todos. Movidas no por lo que es un cuerpo sino por la vida que ese cuerpo tuvo alguna vez. Por el cúmulo de sueños rotos que al final de sus días no lograron encontrar ni siquiera un sepulcro bendito.

El Tercer País es el cementerio donde estamos todos sin darnos cuenta. Visitación y Angustias nos protegen de los enemigos de la muerte, los mismos que la causan con sus políticas de hambre y miseria. Ellas son nuestras guías al más allá y al más acá. Nos abren la fosa y frisan los bloques de cemento para decirnos: mira, esta es tu realidad, esta es tu historia colectiva, esto de lo que tanto intentas escapar y que no puedes, aunque lo olvides.

Por eso la epidemia de desmemoria con que inicia la novela no es otra que la crisis que mantiene así a una región latinoamericana, el olvido continuo de lo que somos, de la historia colectiva que nos mantienen repitiendo continuamente la misma historia. Como un paciente con demencia, como la serpiente que se muerde la cola.

El Tercer País puede fácilmente confundirse con una novela distópica, pero que no nos engañe su trama retorcida, porque en realidad es el reflejo más fiel de lo que ocurre en una región muy parecida y tan distópica como la realidad misma lo permite. Una región muy real donde la gente muere de mengua, en las trochas y pasajes clandestinos. Donde mueren quienes buscan escapar de la debacle sin darse cuenta de que solo la persiguen.

El Tercer País y Comala se parecen mucho. Me atrevo a decir que la escritura de Sainz Borgo, al menos en esta obra, tiene sus referencias directas con la obra de Rulfo, de hecho, ya su epígrafe al inicio del libro es una advertencia. La única diferencia es que en Comala los muertos saben que están muertos, mientras que en El Tercer País los vivos creen que están vivos.

Finalmente, El Tercer País es la metáfora más clara de una realidad que supera la imaginación. Allí, en el medio de la frontera colombo-venezolana hay una mujer que entierra a los difuntos en un terreno antes baldío. Es una mujer real, de carne y hueso. Karina Sainz Borgo fue a conocerla y de ella surge el personaje de Visitacion Salazar.

Su historia se entrelaza con la nuestra y con la ficción. Y esta realidad, poderosa y triste a la vez es una bofetada dura para quienes creemos que un futuro mejor es posible, porque la cruda y atroz distopía de esta historia es la misma que se vive a diario en la frontera y que se hizo más fuerte con el cruce hacia el Darién. La distopía nuestra de cada día que hace de El Tercer País un retrato tan real como ficcional de la realidad que nos apremia.  

Referencias

Sainz Borgo, Karina (2022) El Tercer País. Penguin Random House Grupo Editorial, S.A. Buenos Aires.

María Luisa Angarita (Maracay, Venezuela, 1982). Escritora y poeta venezolana residenciada en Buenos Aires. Ha publicado los libros: Mundo Ambiguo (2000), Ecos de la Ficción (2011), Mirada de Espejo (2022) y Ni una flor robada de un jardín (2025). Ganadora del Premio de Poesía Interliceísta “Sergio Medina” (Venezuela, 1999). En el 2020 obtuvo el segundo lugar del Premio de Poesía “Rotary Cid Campeador” (Argentina) y el 3er. Lugar del Certamen “Cartas desde las Diáspora” (Argentina). Es profesora de literatura y Magister en Literatura Latinoamericana por la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Diplomada en Teología por la Universidad Católica Santa Rosa y el Centro de Formación Teológica San Justino. Textos suyos se han publicado en diferentes medios impresos y revistas digitales nacionales en internacionales.

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