
cuarzos y amatistas
1
en el cajón guardaba una colección de cuarzos y amatistas
cada mañana veía su rostro hacerse añicos al correr las persianas
escribir una palabra es desgarrar la luminosidad del cuerpo
arropar con plumas y brea sensaciones idas
tu habitación es pequeña
un yate comandado por ahogados en pena
cada mañana el rostro se disipa
y el otoño huele a libros
colección de momentos
y un despertar con los ojos llenos de bulla
¿recuerdas aquel entonces?
una lágrima circundaba la galaxia
su mirada era pálido estanque en éxtasis
duerme luciérnaga
que tu sueño sea nítido
como espejo desasido
cada mañana cuaja la niebla
en la garganta del día
canciones ruedan como cabezas
en el estupor del café mortecino
2
soñar es tu pasaje al olvido
pero la amatista cae a medianoche
y quiebra el vitral de la memoria
tus amigos de la infancia regresan
vestidos de lino y alpargatas
te sonríen y saludan desde el yate
te sonríen y dan la bienvenida
¿o es el adiós?
minúsculas facetas se despliegan
mostrando el tejido del tiempo
escote y senos con olor a canela
roce del abdomen en la arena tibia
dedos entrelazados que dicen te quiero
bofetadas o llanto moteando la corbata
el espejo estalla y el otoño esparce
la hojarasca de nuestras vidas
despiertas agobiado de visiones
tras las persianas el sol murmura
apariencias deseos circunstancias
naipes que cobijan la ciudad y se desbaratan
guirnaldas que estallan en la nochebuena
temerosos cuerpos tocándose a la luz de las grutas
despiertas con la copa de cristal y el licor de alfileres
lleno de júbilo el sudor cruje en la espalda
agradeces al público con una venia
¿es tu voz o el reflejo de las rocas?
3
los libros del ayer se escriben frente a la ventana
pero las canciones del peatón perdido atraviesan la ciudad
y llenan de sangre el corazón de planetas por nacer
¿quién ha gritado su nombre durante el toque de queda?
hoy esa voz se traspapela en el cajón
el rostro se hace añicos contra el pavimento
los libros del ayer son gasas que las garzas hienden en su vuelo
¿quién ha gritado su nombre cuando la ausencia era ley?
¿cuándo la obsidiana fingía delirio entre sus ramajes?
¿quién ha desafiado las manos grasientas de la noche?
esa voz garabatea versos diáfanos
verdades exactas
pero la gente se ha ido
nadie escucha
4
en el cajón guardaba una colección de cuarzos y amatistas
simple compendio de aventuras deshojadas en bosques
ensoñaciones mediterráneas
pérgolas y secretos meandros donde riachuelos
ofuscan sus rizos espumosos
barajas de momentos engarzados entre los intersticios
del despertar y la vigilia
en el muelle
el océano es pastoso y azul
aquellos que quisiste te observan
con ojos como tuyos
hay una tibieza fresca en sus mejillas
un dormido éxtasis que aplaca la ira
hermandad de eucaliptos y berros
en la quebrada
un silencio quizás atónito
que sin embargo reconforta
aquellos que quisiste están contigo
fulgurantes en la diadema del ahora
5
en el cajón cada momento se traspapela
y reaparece cuando las persianas fluyen
con la brisa
despertar como roca
amatista transfigurada
cuarzo donde se sumergen las sonrisas
alado sahumerio de los calendarios idos
vasta sorpresa de lo minúsculo e inamovible
pésame leve de las miradas esquivas
abismo de flores donde arde la ensoñación
yate donde cantamos
esperando la sal
y el tremor
*
Carlos Odria (Lima, 1976), Ph.D. Músico, escritor y musicólogo peruano radicado en los Estados Unidos. Escribe para la revista cultural Suburbano y ha publicado poemas en The Acentos Review y Label Me Latina/o. Su investigación ha sido o será publicada en Ethnomusicology, The Oxford Handbook of Sonic Repatriation, y Mundos Plurales. Actualmente es docente en la Universidad de Massachusetts Boston.