
Jairo Rojas Rojas (Mérida, Venezuela, 1980) Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de los Andes. Ha publicado los libros de poesía La Rendija de la puerta (2012), La O azul (2013), Los plegamientos del agua (2014) y Pasear lunático (2018) y ha sido galardonado con los premios: IV Bienal de Literatura Ramón Palomares (2011), III Concurso Nacional de Poesía de Venezuela (2012), XIX Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (2013) y la XX edición del premio de poesía Fernando Paz Castillo (2014). Parte de su trabajo ha sido incluido en las antologías: “#Nodos”. España: Next door Publisher, 2017. “Del caos a la intensidad. Vigencia del poema en prosa en Sudamérica”. Perú: Hijos de la lluvia editorial, 2016.
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(…)
gracias por recoger mi nombre y guardarlo en tu aliento
usted sabe:
ya habíamos muerto
ya éramos milenarios
usted sabe:
el alma que se hizo candela en la línea del horizonte
encantando el agua, el vino, las sílabas
con suficiente piel para bendecir
con lluvia /
recuerdo que tenía corazón
para la plegaria frente a la ola brava, en los caminos a la cima,
para la laguna primera, la magia, un corazón nomás
para toda la gente de mi pecho y no concluía la sed,
quiero agradecer que me dieras de beber
la sangre del padre y la madre
para ablandar mi lenguaje /
nosotros: religados
hibernando, demorados siempre así,
recuerdo dormir junto a la dama que regresa a mirar la misma ruina
a un paso del cielo partido
ciudad andina justo donde bendice el sol, con nardo palo santo
de la tarde
lloviendo sobre los ojos dolidos ante tanta luz
sin ánimo
desde ahí empecé a hablar con Marosa
la Sabina y Raimundo Rojas
buscando lo que sé
a reconciliarme con el agua que no se jacta
de tener todas las estrellas con sangre en sus venas
sedientas de baile;
yo sabía que no era un sueño hoy
porque es la historia que cargo cada vez que abro la mano
buscando compañía
poco a poco empiezo a sentir mi cuerpo:
las manos titilan luz, el pecho que fustiga
la penumbra con sus mares, el iris del tercer ojo
enganchado al origen
de este cuerpo que flota cuerpo para hundirse
lleno de letras los huesos poderosos, la lengua amanecida
por venganza,
la oreja llena de olas desmedidas, la entrepierna enjoyada
de luces salvajes,
y un puñado de tierra del camposanto en el ombligo,
este cuerpo de niño que crece pasando planetas,
cuerpo de bestia pues
que se asoma para no pensarlo demasiado
qué poca atención al cuerpo masticado
y su relación con la luz,
porque me cuesta ver lo obvio
ahora encantado estoy
con el milagro y el misterio;