Miguel Enrique Ortega Trujillo (Venezuela, 1994). Lleva algunos años escribiendo narrativa y poesía. El Centro Nacional del Libro le otorgó una beca durante unos meses para promover la escritura de una novela que estaba desarrollando. En el año 2021 formó parte de los finalistas del concurso de Poesía Joven Rafael Cadenas. Ese mismo año la Editorial Monte Ávila seleccionó su manuscrito “El mudo pedante” para publicarlo como parte del concurso Las Formas del Fuego. Este año, el grupo Brevelectric seleccionó su cuento “Rosita dejó de tomar sus medicinas” entre los ganadores de una convocatoria que hacen anualmente y también recibí una mención honorífica este año por el cuento “Toser flores” en el Concurso de Cuento Santiago Anzola Omaña.
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Cuando yo no estoy
Cuando yo no estoy en mi habitación suceden cosas poéticas
Un cristofué se asoma por la ventana tranquila y solitaria
La brisa atraviesa la habitación desolada
Un coquito camina por las grietas de mi cama
El polvo de la calle entra en oleada y cubre con un manto fino todas las cosas
Cuando yo no estoy entra un insecto ligero por el túnel de los recuerdos
Un pequeño pajarito recorre mi bicicleta abandonada momentáneamente en el estacionamiento
Se limpia las plumas con el cuero del asiento dejando ahí regadas las viejas pertenencias de su cuerpo
Y canta solo nadie lo escucha
Cae una flor purpurina sobre el manubrio y le da por instantes un aroma sutil a primavera
Recorre un grupo de hormiguitas perdidas la llanta desgastada por el andar de mis alegrías y pesares
Las sinfonías del viento pasan sin ser escuchadas (dan vueltas)
Porque yo no estoy
Pero ellas están
Y cuando me muera esas cosas van a seguir Estando
Porque efímera es la vida
Pero la poesía
Es eterna.
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Había construido castillos de sal y saliva durante todos esos años
Habíamos forjado un palacio de molares
Y premolares
Incisivos
Y encías carcomidas de sensibilidad
Dolor y sangre
Una vez consumado el temblor y las tormentas
He despertado
Días después de la hecatombe (no sé si fueron semanas
No sé si fueron meses
No sé si fueron años)
He despertado
“He hecho lo mejor que he podido” dijo el traumatólogo señalando la pierna que había perdido
Y que ahora estaba unida a mí por una mezcla de tempera y arena
Tus dientes los he pegado con pintura de óleos
Tus dedos, todos fracturados, han sido inmovilizados con saliva de luciérnagas
Tu nariz, pérdida total, ha sido reconstruida con la sal de los escombros
Tus ojos, enucleados, han sido sustituidos por una caracola y la hoja arrugada de un libro de poesía
Me he levantado
He contemplado el mar
se ha llevado consigo casi todos los escombros
Es caribe
Está tranquilo casi siempre (a excepción de aquella vez)
Acaricia la orilla Se lleva el resto
No espera nada de mí
Mi cuerpo no se ha podido llevar por terquedad
Todavía no he reunido suficientes materiales
Pero con un par de cordales que me quedaban
Saliva
Sal
Y sol
He comenzado a construir otra vez.
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País de los escombros
Aquí cada quien viene de vez en cuando a poner su granito de arena
Un ladrillo
Cenizas
Ornamental con cemento
Vigas
Y palas
En perfecto desorden
¿Entropía?
Como cada quien quiera llamarle jajaja
A veces viene una poeta bien intencionada y pone un árbol
O una flor
Una pistola una espina un escupitajo
Hay quienes ponen su mayor esfuerzo
Viene un artista y pone
Un pincel viejo
Un arquitecto, maquetas
Un médico, inyectadoras y agujas infectadas
Otro: libros
Hay quienes prefieren irse y poner sus escombros en otra parte
Dicen que esto ya no tiene remedio
Otros regresan y vomitan
Cada quien viene y pone su granito de arena
Para confirmar
Que este país no está hecho sino de escombros
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El poeta y la oruga
Dadas las circunstancias ideales se encontraba una oruga procurando cruzar una calle reventada de automóviles que quemaban el asfalto sin compasión.
El poeta, al ver a la inocente criaturita intentar cruzar aquella avenida mortal, decidió poner la oruga en su mano, dejarla recorrer un rato su piel y ayudarla a cruzar aquella calle.
Hallado el sitio ideal, un árbol, una ramita o un trozo de grama, el poeta se despide de la oruga que él asegura, ha salvado de una
muerte segura.
Dado el tiempo ideal, retirado el poeta a sus insignificantes andanzas, la oruga decide regresar a su destino fatal. Ya ella lo había decidido. Y así, retorna en busca de su propia muerte.
Es por eso que digo que hacen falta más poetas en el mundo.
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Ser poeta
Ser poeta es
Usar lentes porque la vista está
Pero fatigada y enferma
Ser poeta es
Leer a cántaros palabras bajo la desconcentración que ocasiona la hambruna
Ser poeta es
Mirar seriamente el lente de la cámara con la mirada altiva y triste
Ser poeta es
Aceptar que uno sufre en hojas de papel (o pantallas de teléfonos)
Ser poeta es
Levantarse a las cinco y media de la mañana para escuchar la bulla de los pájaros y sentir la brisa helada en el rostro
Ser poeta es
Aceptar las puñaladas de los amores ardientes porque el poeta es
Vago, triste, solitario y mal vestido
Ser poeta es caminar solo por la calle con la cabeza en otra parte o sentarse bajo un árbol y suponer que uno piensa
Ser poeta es
Aceptar que uno no puede cambiar el mundo con palabras
Pero que más que nada
Uno debe.
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