Aida González Rossi (Granadilla de Abona, 1995). Estudió Periodismo y un Máster Universitario en Estudios de Género y Políticas de Igualdad en la Universidad de La Laguna. Es presentadora del espacio audiovisual sobre poesía joven canaria ‘Hecho de aire’ de la Biblioteca de Canarias y columnista en Atlántico Hoy. Ha colaborado en proyectos de difusión cultural (por ejemplo, ‘Mujeres Canarias’ de Alegando! Magazine) y ha participado en numerosos encuentros y actividades literarias. Ha publicado poemas en revistas, webs y fanzines, y aparece en las antologías ‘Liberoamericanas: 140 poetas contemporáneas’ (Libero Editorial, 2018), ‘Mi casa el mar’ (NACE, 2020) y ‘La casa del poeta’ (Trampa Ediciones, 2021) y en la selección ‘#PoetaZetas’ del Instituto Cervantes. En 2017, su cuento ‘Casas, desiertos o bosques’ resultó ganador del XX Premio Internacional Julio Cortázar de Relato Breve de la ULL. Ha publicado ‘Deseo y la tierra’ (Cartonera Island, 2018), ‘Pueblo yo’ (Libero Editorial, 2020) y ‘Escribir?’ (Fundación MAPFRE Guanarteme, 2022).
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poema escrito llorando
Y lo volvería a hacer pero
llorando.
Berta García Faet
es el fondo azul como la superficie del mar con el cielo clavado sin poder dejar de mirarse
es el ojo rojo junto al otro blanco soplado por mi madre mientras la crema gotea para protegernos
es la lluvia fundiéndose la huelo sentada en el borde con los labios contra la caspa de la rodilla
es el sabor a cloro el aviso «si te tiñes los pelos y buceas se te ponen verdes como una hierba»
es la piel brillante bajo el picor del sol y el trazo de las uñas y mi lengua siguiéndolo sin verlo
es la escalera algo suelta nosotras rompiéndola más nosotras encontrando moho debajo todo negro
es el dolor en la punta de las costillas las doblo tanto que casi se me rompen que casi las tocamos casi
es la miel enredada en el pelo el pelo metido en la boca mi boca llena de tus bacterias y tus hongos
es gritar debajo del agua oyendo los pasos y los chorros de pis viendo las nubes verdes hacerse
es mancharme el bikini de sangre descubrirlo sentada en el váter lavarlo con su propia humedad
es picarme los pies con las piedras del jardín y el aguijón de una abeja cuyo cadáver descuartizamos
es botarnos de noche en las baldosas mirando las estrellas «volveremos un día y será mejor incluso»
es saber que un buen verano dura para siempre
es pensar que un mal verano solo puede durar tres menstruaciones
es recordar que los cuerpos estarán toda la vida pero ahora se despiezan para conservar lo bello
es el cuenco que hago con los labios para guardarme la piscina y mearla luego entera
es el chorro de la manguera en mi sexo y tu reflejo en el piso y las uñas de mis pies tan largas
es tu hombro apoyado en el mío y tu músculo apoyado en el mío y tu hueso apoyado en mis dientes
es olvidarnos de la tierra porque hoy solo nadamos y nos arrugamos como cuando seamos viejitas
es masturbarnos bajo las toallas sin gritar «qué haces» «qué deseas» «es que no te avergüenzas»
es la vergüenza solo al ver que el agua se levanta demasiado cuando hacemos la bomba
es merendar bailando
es no sentir que crecemos pero crecer apretándonos como los palos que enderezan las palmeras
es estudiar la fuerza de las hormigas y dejarlas escalar nuestras manos y protestar porque las matan
es poner la novela y mirarles los lunares a las actrices unos lunares hondos como mi cansancio
es ir a olvidarlo todo saber que lo haré sin duda
y escribirlo más tarde llorando porque escribir no es un puente es un sacrificio es arrancarte los ojos de entonces
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