Cuatro poemas de Daniel Camacho Francabandiera (Venezuela, 1999)

Daniel Camacho Francabandiera (Anzoátegui, 1999). Cursó estudios de Letras en la Universidad Católica Andrés Bello. Resultó finalista en la 4ta y 7ma edición del Concurso de Poesía Joven Rafael Cadenas. Actualmente reside en Caracas y se dedica a la enseñanza del inglés como segunda lengua.

~

Mi casa

 

Todas las puertas de esta casa se abren hacia adentro

No son,

sin embargo,

pasajes de entrada.

 

No hay ventanas.

Si las hubo,

hace tiempo ya,

las he pintado de negro.

Así la luz de afuera no se confunde

con la sombra de adentro.

 

Yazgo aquí,

en el interior de esta casa,

con la sangre chirriando,

con todos los huesos invertidos.

 

Y estoy mirándome las manos

¡Mirándome las manos!

Como si no fueran mías,

como si no me pertenecieran,

como si fueran

 

 

 

ajenas.

 

 

[Sin título]

 

Un perro negro

que va y viene

prendido de hambre

tambaléandose

de lado a lado

cruza la calle

negro azabache.

 

Unas vertiginosas huellas

sobre el barro y en la memoria

el sonoroso eco de un ladrido

pero cada tanta esquina

o detrás de un poste de luz

un hocico, unas patas negras

y la ardorosa lumbre

de unos ojos de perro

acúsanme todavía.

 

Un perro negro, digo

que va y que viene

hambreado como la noche plena

que se acerca, que se aleja

que impaciente bate la cola

que roe el hueso soñoliento

de cuanto se ha perdido

de cuanto yace roto.

 

 

[Sin título]

 

Un fuego arde bajo la cama

no lo has visto, nunca lo has visto

agachando la mirada

decidido a encararlo.

Tarde, ya muy tarde

no encuentras más que ceniza y humo

no encuentras nada.

Sospechas, sin embargo

un fuego inasible

llama sorda, luz radiosa,

lumbre que prófuga arde

bajo la cama, detrás del espejo

en el revés de una grieta.

Sientes su brillo, su canto mudo

quemando sin rodeo

en el sopor de la tarde

como una espina casi

al costado de un cuerpo

apenas en vela.

Unas manos tantean

lentamente su imagen

con trazos inertes

sobre el papel fríos

que desparramados

a gatas, van

a tientas.

 

Volverse aire

 

Nada

me sostiene

nada

me mantiene

nada

me contiene

nada

me retiene

nada

me detiene

nada

me entretiene

salvo la levedad

del aire.

~

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