
Aoki Tetsuo
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Arráncame el pecho
esta vaina no sirve.
Desgarra las huellas
no quiero dejar nada.
Que las uñas no rasguñen
tu delicada tenacidad.
Tritúrame, animal, bestia
del bosque de concreto.
Llévame en tu boca
saborea mi sal en tu degustación.
Quítame este casco duro
cubierto de cabellos del terror.
Llévate mis memorias,
secretos y no le cuentes a nadie.
Devórame los ojos
sin ti no quiero ver.
Si tu melodía falta
que falten mis oídos
todo ruido molesta.
Quítame la lengua
déjame sin su vaivén
sin sus calumnias.
Bebe mi sangre, déjame gris.
Llévate las cenizas de mis huesos
tenlas en tu sonrisa.
¡Oh, no! No me dejes sin brazos
al menos quiero escribir.
Misiva para una sirena escrita por un tritón
¿A dónde te habrá arrebatado el vaivén de las crestas blancas?
¿En qué roca o vacío reposa hoy tu aleta?
Sirena, tu canto es imperceptible
Sirena, tu belleza se me extravía
Sirena, ya no me atraes a tu arrecife.
Te has encantado con un hombre
que no ha regresado al mar.
En la profundidad de tu voz
quizás haga vida este ser,
he quedado atrapado como en una red.
Divago perdido en pensares
en el abismo de las cosas estas tú,
por más que no te hallé.
¿Dónde andarás? ¿Dónde nadas?
No le cantes a los piratas
aquí estoy yo
No te muestres al sol
aquí estoy yo
No te entregues
aquí estoy yo
Corales, medusas, peces, estrellas
balbucean que huiste a la tierra
que ya sabes caminar sobre piedras
Encantando a los mortales.
Sirena te buscaré
hasta que respondas la misiva,
hasta encontrarte.
=
Ella me quiere de a ratos
Yo constantemente la quiero
Ella me bebe
Se embriaga
Soy su resaca
Su error de alba
Ella mi enhorabuena
Me toma
En sus garras
Asfixiante insecticida
Yo me marchito
Resucito
como invicto
por más que ya
en ti haya caído
Tú mi lona
mi golpe
el sudor testarudo
de mi arrugada frente
Tú me llevas como amuleto
como fragante azulejo
En tu cuello yo vuelo
¡Oh, dulce cárcel!
Déjame ser tu error
Te dejo ser mi aposento
=
Apre(he)nde el cuerpo de Eva
Como cada microbio existente en su carne
En el ciclón de su ombligo
desprende los pétalos de su piel
Bebe la hiel etérea de la lujuria
Embriágate en sus labios
carmesíes del alba
Extirpa la tentación
Envuélvete en ella
Peca
Conoce su entrepierna
pasión fulgurante
que guarda un dragón
volátil
Cuencas voladas
por el recién descubrimiento
de tu zanja
Ya no eres tú
Ya no soy yo
Somos dioses volcánicos
que chocan sus rodillas
Como las olas en las rocas
explora el asombro de
lunares, cicatrices, vellos.
Tus grises huesos
color ceniza
llaman.
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Luis Alejandro Indriago (Caracas, 1995) Estudiante de Filosofía en la Universidad Central de Venezuela. Ha participado en talleres de poesía con Astrid Lander, Juan A. Calzadilla, Oswaldo Flores, entre otros. Ha recitado en el Festival de Teatro Los Teques, en la Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN), estado Miranda, y más recientemente, en la Universidad Central de Venezuela.