Dos poemas de Jesús Montoya (Venezuela, 1993) ~

jesus

***

Me acusan incansablemente
de arrastrarme junto a los equivocados
en el sendero equivocado.
Me acusan y señalan con sus dedos temblorosos
cuando mis ojos descansan
en un sueño distinto, lejano.

Me acusan por aplastar una a una
mis pasiones sin arrepentimiento,
por traicionarme al escribir poemas
desde una voz insensata
que destroza en su recorrido las ventanas.

Estoy decidido a ser el primero que echen
a la calle de sus asquerosos recintos,
pues mis ojos apuntan hacia todas las direcciones
que marca el viento con su paso.

Me acusan de ser invisible
aunque esté tan cerca como el aliento,
pero mi soledad no sabe cómo comportarse.

Me han insistido que sea feliz desde la ausencia,
y he fracasado.

Me han invitado a pudrirme en la locura
como las hojas amarillas cuando cambian su color.

Me han maltratado por tener esta memoria larga y sucia
hecha de caricias.
Pues bien, les digo:
Soy el movimiento fino
con que el cielo cambia de rumbo a las estrellas.

Acúsenme,
nada traigo en mi defensa más que la humilde pena
de quien ama las palabras.

Vengo con el rostro hueco
por esta sonrisa adolescente
que inútilmente se me va borrando,
que inútilmente se me va quedando en otra infancia.

Mi voz se mece en los jardines y se pierde en el espacio.

Nada traigo en mi corazón,
no me acusen porque cante.
Nada traigo desde el precario
y misterioso río del tiempo.
Nada tengo más que el lamento
de quien en silencio busca la distancia.

Acúsenme,
medité la alegría y la perdí.

 

***

 

Hermano, estoy conmovido,
río en la hora más callada de la madrugada
porque todas mis acciones son irremediables,
te juro que es conmovedor,
hermano,
ya busqué el viaje exacto que me devolvió hasta mis sueños,
ya atravesé las multitudes
con los ojos de un fantasma,
ya huí desalentado entre la brisa del sur,
ahora no me queda nada.

Vago por el mundo
enamorado de la múltiple forma de los rostros
que preservan la esperanza.

Hermano, entiende,
estos ojos no se fatigan por el llanto,
déjame mostrarte la aventura de mi vida.
Ven, en ella soy solitario pero aún tengo tu recuerdo.
Ven, poseo la risa del loco alucinado que esperabas.
Ven, dentro de mí siento la lluvia.
Ven, tengo la gracia del loco
reventándome el rostro
su mueca al despertar
absurda
perseguida
abriéndome
hacia los árboles
para encontrar
la claridad que guarda su canto.

Hoy la vida me sucede diferente.

Ven, ahora estás más lejos.
Ven, estoy completamente solo.
Ven,
hay una imagen que me destruye por completo
y no consigo amarla.
Ven,
hoy veo esa imagen más allá de la ilusión
con un ansia inevitable que me arroja hacia el pasado.
Ven,
estoy desnudo junto al cielo azul
brillante
y como un genio desconocido
me paseo por los bosques
por la humanidad
al pie de las montañas.
Ven,
el canto es sabio y me pinta
el cuerpo espléndido en toda mi expresión
en toda la maravillosa voz que me traiciona.

Hermano
hermanito
el poeta se traiciona
y yo tengo el cuerpo intacto y las gafas rotas
y me están comenzando a crecer rosas en los labios
por la maldita esperanza que me acompaña
a toda hora en los rincones
más inhóspitos de esta ciudad
que es una cicatriz
inmensa y violenta
como la marcha veloz de los carros
en esta avenida donde me tambaleo en plena
rumba
mi única intención es traicionarme
porque el poeta se traiciona
en la felicidad ardiente
y yo estoy aquí y este momento
es parecido a la felicidad
y sé que volverá otro poema
que el aire y la magia
del olvido traerán hasta mí
porque este poema es uno de los nuestros
porque es bendito y solitario
pero qué importa
uno sabe que todo mal poema
comienza cuando uno no se consigue
por ningún lado en él
y yo veo tus ojos y los míos
rompiéndose
enteritos en este inmenso calvario helado
donde la noche dejó de ser una promesa
y cariñosamente nos envolvió en su secreto
hermano
hermanito
el poeta se traiciona
eso me lo dijo un borracho
de esos que nos trae la parranda
que uno no se puede sacar de la cabeza
porque uno los ama
veo los carros pasar
y su luz me cubre los ojos
estoy impaciente en mi propio e inútil desenfreno
con el alma viajando sin saber a dónde va
hermano
vuelve a ver mis manos
están hermosas
son cosas de las noches frías
como la indecisión
y los árboles grandes
que las aceras devastaron
estoy siendo golpeado
por la infinita locura
y el cielo y las horas son altas
y mi cuerpo
se destruye
hermano
hermanito
mi último amor fue transparente
y ahora arde en mi memoria
ahora
que el horror temblará en mi pecho
moriré y mi luz
se enredará en la piel del mundo
en su esplendor
en su esplendor
en su esplendor
oculto
soy un ser que gira y tiembla y perdona
en el verano
no sé por qué
tengo esta imagen fiel
que en mi interior me acompaña
redoblando los latidos de mi corazón
al andar
fíjate
fíjate en mis ojos
ahora son distintos
más grandes y nostálgicos
desciendo
por la calle
y la poesía sabe lo que siento
ahora
ahora.

(Poemas pertenecientes a su libro “Primer viaje”)

***

+Leer: Entrevista a Jesús Montoya

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