Lanzo este poema
como en conjuro marfil de un terremoto,
porque si algo he aprendido con los años
es que a veces el derrumbe es necesario.
Nunca pude ver a Dios,
pero escuché su sombra murmurar en mi ventana.
Lo escuché llamarme hijo y no dudé
en responderle: padre,
¿dónde estuviste todo el tiempo?
Él me llamó hijo y continuó:
aférrate a la espina,
conoce, arranca y aferraste a la espina.
No tengas miedo de la sangre.
Yo repliqué: padre,
no es al dolor que temo,
y él me llamó hijo y enseguida:
habita al dolor como él a ti.
Yo lo llamé padre y,
cuando abrí las cortinas,
afuera ya nada más la noche.
Es al poema, padre, que temo.
Al derrumbe seguro de ser hombre,
de ser sólo un hombre y derrumbarme.
=
Martín Rangel (Pachuca, México, 1994) es poeta y traductor. Autor de los libros ROJO (2013), El rugido leve (Las canciones de Ryan Karazija) (CECULTAH / CONACULTA, 2015) y emoji de algo muerto (Malos Pasos, 2015). Ha traducido, entre otros, a poetas como Mira Gonzalez y Vlad Pojoga. Escribe la columna semanal Fosa Común en el diario Milenio Hidalgo. Trabajo suyo fue incluido en la antología Los reyes subterráneos: Veinte poetas jóvenes de México (La Bella Varsovia, 2015). Mantiene el proyecto de experimentación sonora musical y post-lingüística R V N G L (https://soundcloud.com/rvngl) bajo el cual está próximo a lanzar el EP ‘c i t r a 5 0’ (Malos Pasos Récords, 2015). Dirige revistatn.com.