Héctor Torres: «La literatura es hija de la insatisfacción», por Oriette D’Angelo ~

Foto por Elisa Cardona

Héctor Torres (Caracas, 1968). Narrador y promotor literario. Es fundador del portal www.ficciónbreve.org, revista digital que nació en 1999 y que se especializa en la difusión de literatura venezolana. Autor de los libros El amor en tres platos (Editorial Equinoccio, 2007); La huella del bisonte (Editorial Norma 2007), elegida como finalista del Premio de Novela Adriano González León en el año 2006 y que en 2012 fue publicada por Editorial Sudaquia, con sede en Nueva York; El regalo de pandora (Editorial FBLibros, 2011); Caracas muerde (Ediciones Puntocero, 2012), libro que lo hizo consagrarse como uno de los mejores cronistas venezolanos y que está conformado por textos donde el día a día de los habitantes caraqueños se hace protagonista. Su obra más reciente, Objetos no declarados, se publicó en el año 2014 de la mano de Ediciones Puntocero y está conformada por 35 crónicas.

Varios de sus textos aparecen publicados en diversas antologías y muestras de narrativa. Ha sido colaborador de diferentes publicaciones, impresas y digitales, tales como: Revista Veintiuno, www.prodavinci.com, Sacven Creativa, www.nalgasylibros.com y el Portal de la Red de Televisiones Educativas y Culturales de Iberoamérica, entre otras. Mantiene, junto a Lennis Rojas, el blog El subrayado es nuestroEscribe para la Revista Clímax y para el sitio www.elcambur.com.ve, donde además coordina la sección #VidasCruzadas.

10364182_932825846734985_1200526881941093126_nEs uno de los narradores contemporáneos más importantes de Venezuela y su interés en la difusión literaria lo llevó a crear en el año 2009 el Premio de la Crítica a la Novela del Año, organizado para promover la novela venezolana y para reivindicar la figura del crítico literario especializado. Por otro lado, coordina diversos talleres literarios, siendo uno de los más recientes el taller “Para que mañana no sea olvido” organizado por Cultura Chacao y que se encargó de reconstruir la memoria histórica de la Comunidad de La Cruz del Municipio Chacao.

En esta entrevista, conoceremos parte de su trabajo y sus apreciaciones con respecto a la escritura de la crónica literaria, género que cada día cobra más vida entre los lectores.

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Caracas muerde es un libro de crónicas cuyo eje central radica en reflejar nuestra cotidianidad como ciudadanos. Hay historias de violencia y también de redención, es decir, historias que reflejan algunas de las vivencias de la segunda ciudad más violenta del mundo. ¿Puede la literatura reconciliarte con tu entorno?

Héctor Torres: De entrada la literatura es hija de la insatisfacción. Si el mundo fuera tal cual lo concebimos, no buscáramos “componerlo” a través de la literatura, ni tuviésemos frustraciones o miedos que conjurar a través de ella. Pero es posible que, en medio de esas búsquedas e indagaciones, tropecemos con alguna imagen o una idea que nos permita entender o, al menos, mitigar esa incertidumbre que produce vivir rodeados por miles de cosas que, influyendo en nuestras vidas, no controlamos. Desde ese punto de vista, es posible que logre reconciliarte con tu entorno, aunque no sea esa la razón primordial por la que acudamos a ella.

Foto obtenida aquí
Foto obtenida aquí

Martín Caparrós publicó diez normas para escribir crónicas, siendo una de ellas la necesidad de que el cronista sepa que todo lo que se le cruza puede ser materia de su historia. ¿Crees que la buena observación y la precisión en los detalles son cualidades necesarias para la escritura de crónicas?

HT: Más que la buena observación, la observación limpia de prejuicios, en la medida de lo posible. Uno observa tratando de entender lo observado. Cuando cree haber entendido, tiene como su principal deber ético asentar con la mayor precisión posible, no sólo los detalles, sino todo aquello que nos permita transmitir al lector esa particular visión que tenemos sobre los hechos observados.

¿Consideras que en Venezuela hace falta alguna plataforma digital o revista especializada en la difusión de crónicas?

HT: Creo que lo más cercano a un sitio dedicado a mostrar la actualidad del país desde un enfoque literario sería la Revista Clímax. Sería interesante el nacimiento de nuevos espacios dedicados a promover la crónica. Si algo en estos momentos está ofreciendo la realidad circundante es historias. Creo que el momento es propicio, además, porque los lectores han desmontado la idea de que en Internet la gente  quiere leer corto.

Escribes artículos para la Revista Climax, destacando los perfiles que le has realizado a distintas personalidades tanto de la literatura como de la música venezolana. ¿Qué te lleva a escribir estos perfiles? ¿Cómo seleccionas a las personas que entrevistarás y cuáles son los rasgos buscas en ellas? ¿Crees que es sencillo ver elementos extraordinarios en historias que pueden parecer comunes?

HT: El perfil es una manera de acercarse a la obra de determinados creadores desde la perspectiva del ser humano que está detrás de esa creación, ofreciendo al lector rasgos y pasajes de la vida de esas personas que resulten desconocidas. Cosas que el lector quería saber y cosas que el lector no sabía que quería saber. La selección de los personajes se toma en consenso con el editor, Manuel Gerardo Sánchez, y usualmente se trata de personas que coyunturalmente están siendo noticia o personas cuyo trabajo es muy valioso y, contrario a lo que pueda parecer, no está siendo lo suficientemente divulgado en los medios. No se trata de divulgar nuevos valores, sino de encarar los aspectos humanos de creadores con cierta trayectoria. El enfoque tiende a ser ir tras la búsqueda de esos materiales que despertaron las necesidades creativas en esas personas y la respectiva evolución individual hacia la obra que les conocemos. 

Foto de Andrés Moncada.
Foto de Andrés Moncada.

Acerca del último aspecto de la pregunta, supongo que no, que no es sencillo encontrar elementos extraordinarios en historias aparentemente comunes, pero es un reto maravilloso. Sufro mucho haciendo estos perfiles. Me toma mucho tiempo (usualmente una quincena, más o menos, desde que hago la primera entrevista hasta que tengo una versión completa. Y a veces más). Trato siempre de abordar estos trabajos desde distintas perspectivas, adaptándome a la historia que tengo que armar, a partir de los elementos de los que logré hacerme en ese acercamiento a esos personajes. Cuando sienta que conseguí una fórmula, abandonaré ese ejercicio, porque la idea es poner en práctica permanentemente esa máxima literaria según la cual todos somos principiantes, en mayor o menor medida, pero siempre principiantes. Lo que nos motiva todas las mañanas a levantarnos a afrontar un texto en proceso es el hecho de que todos los días vamos a aprender algo nuevo.

Juan Villoro sostiene que uno de los trabajos del cronista es demostrar que eso que escribió fue verdadero. Sin embargo, muchos escritores sostienen que no importa introducir elementos de ficción en un texto de no ficción. ¿Estás de acuerdo con lo que sostiene Villoro? ¿Crees que un texto de no ficción que contenga elementos de ficción puede seguir siendo considerado como tal?

HT: Creo que no basta que algo sea verdad para que sea creído. Creo, también, que llevamos siglos separando ficción y realidad con un biombo imaginario, como lo señaló Vila-Matas. Y que la memoria edita, como nos lo recordó Leila Guerriero. Por tanto, lo más importante de una historia es que funcione, y que logre mostrar con claridad eso que se propuso mostrar. Es decir, lo importante es conmover y convencer al lector de que tu historia es verdadera, porque está viva, pero no necesariamente que cuentas “la verdad”. 

En el año 2009, creaste el Premio de la Crítica a la Novela del Año el cual ha condecorado importantes novelas venezolanas como La escribana del viento de Ana Teresa Torres y Liubliana de Eduardo Sánchez Rugeles.  ¿Qué te motivó a crear este premio? Desde tu perspectiva, ¿cuál es la importancia de los premios literarios?
@hectorres
Facebook de Héctor Torres

HT: Inicialmente, el hecho de que en Venezuela no existiera un premio entregado por la crítica especializada, que sí lo hay en otros países. Eso, y estimular la interacción de todos los involucrados en la industria del libro en Venezuela, la cual contribuye a profesionalizar los oficios relacionados con ella.

Ahora, con respecto a la importancia de los premios literarios, creo que es relativa. En general, suponen un respaldo al autor o a la obra, y en el caso del Premio de la Crítica sería un elemento adicional a tomar en cuenta por los lectores para acercarse a una novela, sobre todo porque es un llamado de atención realizado por lectores especializados.

El libro Caracas muerde cuenta con su propio perfil de Twitter, @CaracasMuerde. El nombre es bastante amplio, pero la biografía relaciona a la cuenta con el libro. ¿Buscabas algo al crear un perfil en redes sociales del libro más allá de su propia promoción?

HT: No de forma muy clara. Me di cuenta de que el título produjo una especie de insight y que si no lo registraba yo, tarde o temprano lo registraba otro. De entrada esa cuenta (que no manejo en exclusiva) sirve para promocionar ambos libros (Caracas muerde y Objetos no declarados), pero de manera más amplia también mi trabajo en la crónica y las posibilidades de Caracas como materia para la literatura.

¿Todo lo que sucede en Caracas merece ser narrado? ¿Qué elementos hacen que una historia valga la pena contar?

HT: Todo lo que el observador siente que le sirve para explicar (o indagar) algún aspecto de la vida a través de esa historia, merece ser narrado. Ese sería el primer elemento a tomar en cuenta: que esa historia también le diga algo más allá de sus propios contornos. Cuando una historia nos “dice algo”, es porque intuimos que hay algo más grande detrás de esa simple anécdota, y nos lanzamos en su búsqueda.

En tus libros hay constantes referencias musicales, como es el caso de La fuerza del destino de Mecano que aparece en La huella del bisonte; un epígrafe del cantautor venezolano Onechot y otro de Juan Luis Guerra en Caracas muerde; el caso de Fito Páez en El regalo de Pandora y, el caso de tu última publicación, Objetos no declarados, que cuenta con un epígrafe de Roger Waters, entre muchas otras referencias. ¿Qué importancia tiene la música en tu escritura? ¿Puede lo musical convertirse, de alguna manera, en una referencia literaria?

HT: Para mí la música es el arte mayor. De haber podido ser músico posiblemente no sería escritor. La música es un idioma universal, como sentimientos sonoros. Le doy mucha importancia a la musicalidad, al ritmo, en mis textos. A veces un texto de graciosa sonoridad es más convincente que un argumento poderoso. Yo leo menos poesía de la que debería. Soy un lector impaciente. Esa carencia la sustituyo con las letras de las canciones. Hay mucha poesía en ciertos compositores. Definitivamente, la música es fundamental en mis búsquedas estéticas.

Hablando de El regalo de Pandora, este libro de relatos coloca en el eje de nuestra atención a lo femenino ligado con la ciudad. ¿Crees que para poder hablar de lo femenino desde una voz masculina, hace falta cierta sensibilidad?

HT: Ponerse en el lugar del otro ya es un ejercicio de sensibilidad. Y si ese “otro” tiene, en muchos aspectos, una naturaleza que me resulta ajena es, además, un gran reto. Acercarse a la naturaleza femenina, desde la condición masculina, exige mucho respeto, desprejuicio y atención, ya que supone navegar en aguas de cuyas coordenadas desconozco.

¿Crees que para narrar hace falta guardar distancia con el hecho narrado? ¿Puede la crónica escribirse desde la cotidianidad?

HT: Seguramente una cierta distancia resulta conveniente. Pero también una aproximación lo suficientemente prolongada como para lograr aprehender la situación que se pretende narrar. Entonces, sí se podría escribir crónica desde la cotidianidad, pero es necesario tener paciencia para entender la historia y dar con las claves que nos permitan transmitirla.

El 26 de agosto de 2015, el escritor venezolano Gustavo Valle escribió en su cuenta de Twitter lo siguiente: “Ojalá los panas de @prodavinci y @contrapuntovzla manden a un par de cronistas agudos a la frontera. Hace falta una buena crónica de eso.” Juan Villoro sostiene que para escribir sus crónicas debe vivir en el sitio para poder elaborar sus propuestas. ¿Estás de acuerdo con esta manera que tiene Villoro de enfocar su forma de trabajar? ¿Consideras que la mirada de los hechos sobre algún lugar puede cambiar dependiendo de si vivimos o no en ese determinado lugar? ¿Podemos confiar en una crónica escrita tan sólo “estando de paso”?

@vallegusta
@vallegusta

HT: Esto forzosamente me remite a la respuesta a la pregunta anterior. Entender lo que estamos viendo exige de mucha atención, concentración, pero sobre todo conocimiento del universo objeto de nuestro estudio. Una mirada urgente llega a una capa del asunto, pero una mirada más reposada, da con claves más profundas. Entonces, todo dependerá de lo que se busque. Una crónica de viaje se basa más en las impresiones y los contrastes entre el observador y el universo observado, pero una crónica que pretenda explicar una situación más compleja requeriría de una lectura más detenida de los hechos.

Me llamó mucho la atención la última crónica de Objetos no declarados, “Epílogo (Contrabando)”. Cuentas cinco microhistorias de personas que se van del país e intentan adaptarse, pero la sensación de paranoia por la violencia que se vive en el país pareciera no cambiar. Al final, das un mensaje indicando que “tener bien claro el inventario de ese contrabando que llevamos con nosotros es el primer paso para entender desde dónde vemos el mundo.” ¿Crees que los que emigran nunca llegan a superar los traumas de la ciudad donde se criaron? ¿Es Caracas una ciudad difícil de olvidar?

HT: Es una pregunta difícil de responder. No he estado fuera del país más allá de una semana. No sé cómo sería el proceso de superar ciertos traumas productos de la violencia, en un entorno que ya no requiere de ese nivel de alerta. Con respecto a Caracas, yo supongo que no recordamos tanto fechas y lugares como situaciones. Y las ciudades tienen la característica de ser el “decorado” de muchas de nuestras historias vitales, por tanto están con nosotros en esos recuerdos inolvidables.

¿Qué consejo le darías a alguien que quiera empezar a leer y a escribir crónicas? ¿Cuáles son, de este género, tus lecturas esenciales?

Para escribir sobre la realidad circundante lo primero que debemos desarrollar es la observación. Hay que tener mucha paciencia para observar el entorno tras las historias, que suelen esconderse a primera vista. Hay una lista muy disímil de títulos que me enamoraron del género, como por ejemplo: Retratos y encuentros, de Gay Talese; El emperador, de Ryszard Kapuściński, Palmeras de la brisa rápida, de Juan Villoro; Hablemos de langostas, de David Foster Wallace; La eterna parranda, de Alberto Salcedo Ramos, Despachos del imperio, de Boris Muñoz; Hacia rutas salvajes, de Jon Krakauer, entre otros.

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