
– ¡Estoy harto de ser un videojuego!-Grito la consola sobre el estante- ¡Siempre debo soportar las babas de niños mimados sobre mis controles, o los comentarios estúpidos de un gordo friky que vive en el sótano de su madre! Estos fracasados son unos idiotas, los odio, siempre se creen más que cualquiera de su especie por saberse los créditos de mis juegos, quisiera ser un libro ¡Ellos si saben cómo divertirse! Siempre están viajando de un lado a otro y sus padres creadores son genios muy respetados, acogen en su seno a miles de personajes asombros como Juan Pablo Castel, Lidenbrock, Alekséi Ivánovich, Demian, Gregorio Samsa y pare de contar… a diferencia de mí, que solo puedo presumir de gorilas con corbatas y fontaneros italianos, mi vida es un cliché excesivamente machacón, los libros si vacilan de historias únicas y penetrantes, a los libros los leen adolescentes perdidos, estudiantes empedernidos de filosofía, pobres diablos y soñadores; yo no puedo alardear de tener un público así, los libros enriquecen mentes y ablandecen almas, mientras yo solo siento que mato las neuronas de los chiquillos ¡Eres un suertudo libro!
Todo esto lo escuchó el libro muy circunspecto y no tardó en responder, alzo la voz y dijo:
-¡No sabes nada videojuego!- Esto es un calvario, la gente solo me lee para decir a sus amigos que soy mejor que la película, realmente nadie me entiende, ven miles de palabras complejas en mis páginas y no investigan, las pasan como desapercibidas, la gente le da miles de conceptos, mensajes e interpretaciones diferentes a mis historias y olvidan que solo soy eso, una historia, entonces me confunden mucho y ya no se ni que soy ¡Y sabes muy bien cuanto le afecta eso a un existencialista como yo, Sr. Consola de videojuegos! Ojala pudiera ser como tú, y entretener a los niños, en vez de aburrirlos por tener que leerme para hacer un ensayo de la escuela, tú haces felices a las personas, las diviertes, yo no, yo solo acompaño, hago pensar y deprimo, es cierto que también hago volar la imaginación, pero a veces la hago volar tan alto que ¡Bum! Cae en picada y convierto a grandes sujetos en intelectuales, y nadie es más pedante que un intelectual, ni hablar de los imbéciles que solo me toman fotos para subirlas a sus redes sociales y hacerse los interesantes, ellos son los peores, no sabes cuanta suerte tienes consola de videojuegos.
La consola de videojuegos hizo un gesto irritado de desaprobación, de repente se escuchó el estruendo de la puerta siendo azotada contra la pared, mientras un niño entraba corriendo a la habitación, y con gran furor tomo su pelota de futbol y se fue a jugar a la calle articulando una sonrisa de oreja a oreja, entonces, la Consola de videojuegos y el libro empezaron a platicar de lo suertudo que es el balón de futbol, y esperaron a que este llegara para destruirlo con marrullerías y halagos ya que… nada te confunde más que un gesto amable de tu enemigo ¿no?.
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Sergio Méndez (Maracaibo, Venezuela, 1997). Estudiante de comunicación social en la Universidad Católica “Cecilio Acosta”. Experto en poesía francesa del siglo 19 y también en los Simpson, ha sido publicado en varios blogs y revistas de literatura digitales como Errr magazine y Entropy.