
DISCURSO SOBRE LAS BALLENAS
Destrozada a golpes por los colores de la tormenta
un pedazo de madera de junio emerge
y extiende sobre el aire húmedo sus islas volcánicas
no quema este ancho mar, no quema la espuma que brota de la espalda, busca
sin embargo el silbo el canto el olfato el atisbo y luego el incendio
bajo las aguas: así es su amor
como cuando niños descubrimos lo poderosos que son los sonidos del mar
amor que pesa
en la nota que dejó hace días un ahogado y que ahora vuelve
a su extraño país monocorde, amor
la muchacha del muelle, preñada
la boca de historias y cuentos sobre grandes peces y mandrágoras
fue ella quien amó a todos extensamente
en el lento flotar de diferentes luces y profundidades
fue ella quien habló de las ballenas
manchas de petróleo que se hunden y ensanchan
las vocales del abismo
en el océano, tierras sumergidas en una sola mirada
una ballena, dijo mientras
se vestía, una ballena es todo el Mar
de los Sargazos, nadie sabe dónde habitan o qué lentitud
gobierna el pesado canto que extiende el oído sobre la superficie
para quien la divisa, la ballena es una casa
en medio del camino entre dos mares, la tierra y la lengua no son hogar
nido de pájaro en el mástil
es este oficio de hundirnos en el olor de la marea; ahora
que no escucho más, que no sueño los brazos de esa mujer de boca extensa
sé que no existen las ballenas
sé que esto que miro es sólo una enorme tabla del naufragio que es junio
pero en cambio existe ella y sus muelles
ella y su cuerpo
y su costa preñada en la que anclábamos por sus historias, las ballenas
no son casas en mitad del mar, ella sí:
arpones, pedazos de un coral madreperla
mascarones de proa, maderas de raros barcos, collares, oscuras
riquezas habían en su voz y sus labios como un húmedo y abierto almacén.
***
BELLEZA DE LAS HILANDERAS
La luz toca la bahía, no es la misma que el alba de ultramar, es una lámpara opaca que poco a poco va adaptando sus hilos a los dedos de las mujeres. Porque las mujeres pasarán las primeras horas del día tejiendo algo más delicado que la quietud del agua, la leve tutela de los aires. Sobre la arena el terciopelo aún duerme y la aguja y las carpas de lino y algodón… Todo lo que descansa a orillas del mar es cabellera en crecimiento. “Este país demasiado pequeño, estas velas muy grandes”. Piensa quien no ha visto otro mar abierto que el vuelo del albatros. Toda muchacha que urde y se pica los dedos, toda mujer que al fin extiende su velamen como un mar a orillas de otro mar, no ha de seguir el llamado de Ulises.
Qué importan las cartas de navegación o los comercios del retorno, cuando lo que tientan los dedos se parece a la timidez del horizonte.
***
PROFUNDIDADES
Descenso al naufragio: la realidad apenas toca los pulmones del buzo, y los días del agua son más largos en la oscuridad de la madera. Allí abajo la luz pesa menos que el alma de los muebles sumergidos. Una mujer de ébano, desnuda, sin carne, es llama inmóvil, los peces se arremolinan en sus ojos, sólo de esta forma pueden cerrarlos. El buzo le habla de un país donde el aire es como el agua, y la luz resiste a la memoria; pero la mujer, eternamente sincera, no logra escuchar más que la respiración, el profundo oxígeno de los minutos.
Nada turba la quietud de este instante. Digamos que una mujer dormida es un vaso que contiene toda el agua del mar.
***
LAS PALABRAS Y EL FUEGO
Lamento haber escrito aquellas palabras sobre mi pueblo, incapaces de romper una cuerda o desnudar a una muchacha.
Mi único consuelo es que mi obra ardió al lado de la mujer del César, la misma noche en que mi barco zarpaba al exilio.
En lugar de escribir la hubiera amado con mayor fuerza: algo de mí en la hoguera tal vez sobreviviría.
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Marco Antonio Murillo (Mérida, Yucatán, 1986). MFA en Creative Writing por la Universidad de Texas en El Paso. Premio Nacional de Poesía Rosario Castellanos, en 2009. Premio Estatal de la Juventud 2014 en artes. Ensayos suyos aparecen en los libros: En la orilla del silencio, ensayos sobre Ali Chumacero (FETA, 2012), Museo de esperpentos y ensayos en prosa bárbara de Josué Mirlo (Verso Destierro, 2015). Es Autor de los poemarios Muerte de Catulo (La Catarsis Literaria, 2011; Rojo Siena, 2013) y La luz que no se cumple (Artepoética Press, 2014). Coautor de la antología Casi una isla: Nueve poetas yucatecos nacidos en la década de los ochenta (SEDECULTA, 2015). Ha sido editor de la revista Bilingüe Río Grande Review (2013-2015), y miembro del consejo de redacción de la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea (2015-2016).