REGAZO ES VERDE
Tan severos en la discordia
hemos olvidado el gesto de tender las manos
eslabón que -ante la guerra
y esta impaciencia absurda de fronteras-
alguna vez nos dio remedio en la amalgama
de lo humano.
Prosperamos sin memoria ofreciendo
un regazo erial y un abrazo de gas lacrimógeno
a quienes huyen de la barbarie. Sin respeto ni clemencia
voracidad y especismo hacinan animales
en algún lugar no muy distinto a un campo de exterminio.
Alguien compite tala pisotea
una helada de mujeres y hombres que sin entendimiento
trilla el bosque.
De nuestra impostura, un molde para la sed
el saber la cordura
no parecer lo suficientemente blanca o esbelta
ni biológicamente hecha para renunciar a ser madre
tampoco joven para sostenerte bella ilustradora poeta
cuenta significarse joven
eternamente joven
hermoso cadáver
cría de delfín con la que fotografiarse
hasta su asfixia.
***
PRIMERA CENIZA DE MAYO
En un clarear de robles
descansa Juanita
para enhebrar la distancia
enciendo una lágrima
y un frufrú de mazorcas que
puntada a puntada me habla
de la niñez perdida en la mano nudosa
de la casita a medias y un florecer
sin muñecas ni escuela
apenas la hogaza
la fruta robada del acopio vecino
un cuenco mellado para la leche agria
de cultivar el amor entre visillos de paja
y despejar los zarzales que envilecieron la vida
el genio de Mercedes
la enfermedad de Maruja
corazón de espiga en lecho de tripa
abrillantó el hambre
y la letrina del rico
nidificó un tibio arenal
para cinco crías. Después la heroína
y fumar de impotencia ante lo caníbal y el crepitar de un mar
que raptó a la primera.
Bajo un epitafio de pasionarias
descansa Juanita.
Guardo su aldea
en el profundo mirar
de las ventanas pequeñas.
***
ACOUGO
Calmarme en la búsqueda
de un verdor que me sostenga
de una soledad que no corrompa.
***
Verónica Durán González (1983) alias MujerCiervo. Ilustradora gallega, autodidacta. También escribe. Sus pasos han sido publicados en Por qué tiemblan, en la revista digital de difusión literaria, Obituario y en el fanzine orquestado por Inés Martínez, Seremos Onironáutas. Hija de marinero, cuida la ancianidad del padre y alza su casa de letras en el rayar del día sobre un peñasco Atlántico.