
Huir
I
Huir como
método de aceptación
del dolor,
como estrategia de guerra
para decrementar
el número de heridos.
II
Huir como capacitación
técnica
que enseña
a contar los pasos
al son del arrepentimiento.
III
Huir como formación
profesional,
como tregua,
como alianza con los
pedazos que quedan de uno,
con el fin de colaborar en la
recuperación de los daños.
IV
Huir bajo los marcos de
las puertas,
en el primer avión que despegue,
con las maletas llenas
de ganas de no haberlas hecho.
V
Huir volteando el cuello,
a paso acelerado,
con el bálsamo aún fresco
de pretender
curar las mordeduras.
VI
Huir frenando,
persiguiendo los semáforos,
cerrajeando los remaches
de las ventanas.
VII
Huir forzando los puntos
finales,
rompiendo los contratos,
inaugurando los caminos.
VIII
Huir prometiendo volver al rato,
con la ropa de los viernes
para creer que la huida es temporal.
IX
Huir a gatas,
con las rodillas llorando lo
que pudo ser,
izando las banderas grises
por haber olvidado las banderas
blancas.
X
Huir en función del papel
asignado,
desertando,
evaporando,
escalando.
A pesar las costumbres.
Con la ironía de permanecer.
Como solución
y problema
y táctica
y hábito.
***
Suicidio en jueves for dummies
-
Soltar,
dejar ir,
salir del campo,
tirar la toalla,
mirarse las cicatrices
de las palmas
de las manos
y no reconocerlas
por haber sostenido
tanto tiempo.
-
Levantar el cráneo
tratando de entender.
-
No entender.
-
Lavar la ropa y
limpiar las sábanas
para dar la imagen de
orden.
-
Darle dueño a las cosas.
Ponerles etiqueta.
Ubicarlas en su
estante:
<<Espejo 1>>
<<Soga 420>>
<<Puerta 2>>
-
Encontrar en los libros
el destino,
la profesión,
el mensaje subliminal:
“considerarse una simple carnaza
de microbios”
“no concebir otra aspiración que la
de recibirse de calavera”
-
Leer la teoría de la descomposición
de los cadáveres.
Considerarse basura tecnológica.
Buscar ‘muerte’ en el
diccionario.
Buscar ‘muerte’ en el
internet.
-
Escribir tus razones en un papel.
Hacerlo avión.
Transformarlo en barco.
Hundirlo.
Estrellarlo.
-
Mirar la pared el tiempo
que sea necesario.
Memorizar sus detalles.
Sentir sus relieves.
Ver el reflejo en ella.
-
Poner Weight of love
de The Black Keys.
-
Dejarse caer al foso
con los brazos abiertos
por si se atraviesa el piso
y lo trata a uno como estampa.
Esperar que la gravedad
haga su trabajo y
no lo confunda a uno con hoja
o charco.
- Vivir.
***
Salir
Abrir una puerta es,
a su vez,
invadir tierra fértil.
Arañar lo anónimo.
Cautivar el misterio.
Romper el espacio
a través del grito de
las bisagras;
dar el paso al fenómeno
natural del caos,
lo quemado de allá afuera.
Es tener la confianza
en la llave,
sucumbir ante la idea de
que todas las perillas
podrían levantarse en armas
y organizar una revolución
para dejarlo a uno sin techo.
Es cazar la equis del mapa,
perseguir el tesoro
sin pala
ni arena.
Tomar instantáneas de la
posición de los objetos.
Abrir la llave de la bañera
con el fin de
inundar los cuartos,
esperando que la anarquía
de la calle
no le quite el brillo al desgobierno
de la sala.
Viaje de negocios con el propósito
de entender al nómada
-con aires de sarcasmo-
que se empeña en aplaudir
en el momento en que uno de dispone
a partir
y mira por última vez lo que hay dentro.
***
Lienzo de manos que tiemblan (XV)
Es decir, tus heridas te han dado
estatus de mujer rota.
Caminas sin querer llegar,
con la calma de quien tiene entendido
que la meta no existe,
ni lo es todo.
Tienes las muñecas llenas de líneas
que bien podrían ser aspiradas
para perder la noción.
Tus manos poseen la habilidad de mandar
volando al perdedor que uno tiene,
como estrellarse contra un
camión en la autopista a ciento
cincuenta por hora.
Te emociona
y aterra
la idea de desnudarte
a cualquier hora de un sábado
perdida entre copas de champagne
y vasos de whisky
y dibujos de rostros que nadie conoce;
pero entiendes las consecuencias
de padecer
esta enfermedad,
la de la soledad,
la de los nadie,
la de la duda.
El ropero al lado de la alacena,
junto a los zapatos y las latas de atún,
lugar exacto donde perdiste el pudor
y te dejaste caer al barranco
y aprendiste a volar
y entregaste el pincel para ser,
solo por esta vez,
lienzo de manos que tiemblan,
no sin antes cantar que no te quitaran la tarde,
que todo estaba planeado,
que todo estaba planeado.
***
Martín Aguilera (Brownsville, Texas, 1993) Es ingeniero y poeta. Estudió la carrera de Ingeniería en Tecnologías de la Información por parte de la Universidad Politécnica de Victoria. Vivió casi toda su vida en Ciudad Victoria, Tamaulipas y actualmente está residenciado en Monterrey, Nuevo León. donde ha realizado varios homenajes a poetas y escritores, además de distintos recitales. Ganador del concurso Letras UPV de la Universidad Politécnica de Victoria, en 2014. Sus más grandes referencias vienen del Slam Poetry y la poesía mexicana joven. Hoy, con 22 años, su trabajo explora temas como la autodestrucción, el daño y la sociedad moderna.
