
Hambre
Me he tragado
un agujero negro.
No lo he invitado a mi cuerpo, pero
entra por mi boca apurado,
pasa por mi traquea y saborea sus paredes
y las comprime a su paso.
Al llegar a mi pecho ve el plato principal
que es mi corazón y, entre bocados de mis
pulmones
me deja sin respiración.
Después le da vueltas a mi estómago y revuelve
mis intestinos como con un tenedor
(como un cuchillo)
Mi invitado está hambriento y le
sirvo mi útero, pero estoy vacía
y todo lo que había y era se va
deshaciendo por mis muslos.
No siento mis pies o mis manos,
pero mis dedos tiemblan con el
eructo triunfal de mi comensal.
Y, finalmente, las lágrimas calman la sed de mi invitado.
La cena ha terminado
y yo estoy cada vez más vacía.
***
Ana Paula Araya (Ciudad Bolívar, 1994). Estudiante del décimo semestre de Periodismo en la UCAB – Guayana. Ha colaborado en la revista digital Sobremesas. Su principal interés es el periodismo cultural, deportivo y político. Además del español, habla inglés a un nivel avanzado y chino mandarín básico.