
LA ALEGRÍA NUNCA LLEGÓ
Un lienzo de papel se ha ido despegando
de los murales del imaginario colectivo.
Las colosales letras negras
ENE y O
que rellenaban el espacio vital del cartel
se fueron destiñendo como las promesas de
paraíso territorial que heredamos.
Nos quisieron regalar un arcoíris
y nos terminaron entregando una postal
de patria en blanco y negro.
Nuestra generación nació marcada
por el pecado original de la dictadura,
crecimos atados constitucionalmente
desde el vientre materno.
En un teatro de títeres de quince pulgadas
aprendimos los mitos de nuestros salvadores:
ahora somos los jaguares del continente,
nada nos faltará compatriota.
El país está creciendo,
¿no ha visto acaso los rascacielos que
embellecen la vista hacia la cordillera?
Algún día íbamos a despertar de la hipnosis
provocada por el consejo de magos expertos en
las artes oscuras de la politiquería.
Dejamos el sonambulismo embelesado
y descubrimos el secreto
detrás de la bandera tricolor.
Cuando solo les faltaba vender el aire,
encontramos el ventrílocuo tras del telón.
Un festín empresarial de cerdos hijos de puta
que se atragantaban sobre nuestras espaldas,
manteles del despilfarro neoliberal.
Si ya no creemos en el viejito pascuero,
¿cómo esperaban que siguiéramos
enganchados a sus relatos mesiánicos?
Se jactan de su credo democrático
y no somos más que una dictablanda.
Nos prometieron la copia feliz del edén,
y en realidad sólo transitamos
por el purgatorio del subdesarrollo.
Pero ojo, sonriamos pa’ la foto
que no vayan a pensar en el exterior que
no somos un país ganador.
***
Claudio Yunge (Coyhaique, Chile, 1993). Estudiante de Licenciatura y Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales en la Universidad Austral de Valdivia. Escritor y poeta, publica asiduamente en su blog King for a Day, donde artesanalmente ha subido los poemarios “Uno” y “Nací en 1993”. También ha colaborado en su ciudad adoptiva con cuentos para el proyecto de literatura de terror “Valdivia Críptica”.