Diana Moncada: «Soy un cuerpo en devenir», por Oriette D’Angelo ~

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Foto por Wladimir Armas

Diana Moncada oscila entre el verso, la prosa y la prensa. Su cuerpo danza entre los oficios de lo que admira y que forma parte de ella, de sus orígenes, de sus motivaciones. Su único libro publicado hasta ahora, Cuerpo crepuscular (Monte Ávila Editores, 2015), es un compendio de escenarios, lecciones, cartografías e imágenes que tienen su origen en todo aquello que representa una búsqueda. Hablamos de un poemario que traza una línea entre lo corpóreo, lo íntimo y lo confesional. Aquí hay sangre, infancia, cuerpo, ciudad. Hay una voz poética que se rebela y se descubre desnuda, en constante transformación. Hablo de Cuerpo crepuscular porque es lo que nos acerca a sus primeros poemas publicados, a sus primeros pasos, a lo que necesitamos para entender un origen que da paso a su constante transformación, a la mutación de todos sus nombres.

Diana nació en Caracas en 1989 y estudió Periodismo en la Universidad Católica Santa Rosa. Ha trabajado como periodista cultural para distintos medios venezolanos como Correo del Orinoco y Contrapunto. En el año 2013 obtuvo el Premio para Obras de Autores Inéditos de Monte Ávila Editores con el libro que aquí nos convoca, Cuerpo crepuscular. También fue prologuista del libro Al filo de Miyó Vestrini publicado por el sello editorial Letra Muerta, donde además se desempeñó como encargada de medios.

Su cuerpo como objeto poético está en constante transformación: «Quiero nacer/ quiero/ desprenderme de esta sangre/ despoblarme de esta muerte/ desnudarme de este rostro» (p. 8). Diana Moncada se rebela ante el escombro y se afirma herida, mutable, alboreada.

Converso con ella desde la afinidad y la admiración, desde un punto cardinal que se une y nos permite entendernos para mostrar lo que hay debajo de la piel, lo que hay detrás de su poesía y su trabajo como periodista.

Aquí, un cuerpo en devenir.

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El primer poema de tu libro Cuerpo crepuscular se lo dedicas a tu vagina. Este es un poema que, como su propio título indica, abre paso al tema corporal que trabajas en el libro. En tu opinión, ¿qué se aprende del cuerpo desde la poesía? ¿Qué buscabas aprender de tu propio cuerpo a partir de este libro?

Diana Moncada: Cuerpo crepuscular nació de una necesidad indómita de comprender mi feminidad, de explorarla, de diseccionarla, de entender qué es lo que me hace ser una mujer y, evidentemente, de comprender que el cuerpo es el puente para iniciar esa búsqueda. Comencé a pensar en las representaciones del cuerpo, en las representaciones que me enseñaron, las que rechacé y las que construí. En ese tránsito entendí que soy un cuerpo en devenir y que la identidad está en constante reescritura. Escribir el poemario me hizo comprender que más allá de tener un cuerpo, soy un cuerpo inconcluso, en permanente transformación

En tu libro hay constantes menciones a la ciudad. A lo largo del libro vas trazando una idea de la ciudad como tránsito anatómico y Caracas se presenta como un tema importante en tu poética. ¿Por qué crees que surgió una noción poética de Caracas en tu proceso creativo? ¿Puede la ciudad ser parte de esa permanente transformación a la que haces referencia?

DM: La noción poética de la ciudad fue casi un accidente. En un taller de poesía, José Javier Sánchez, el facilitador, asignó como ejercicio escribir algo sobre la ciudad. Antes de eso yo nunca me lo había propuesto, ni siquiera me había interesado la ciudad como tema literario. Esa asignación me permitió observar a Caracas desde la búsqueda que estaba llevando a cabo en ese momento. Hubo una inclinación ineluctable a corporizar la ciudad e incorporarla en mi discurso poético.

¿Qué otros talleres literarios aparte del que mencionas con el poeta José Javier Sánchez has realizado? Él también trabaja el tema de la ciudad como poética, lo vemos en sus libros y en su trabajo como gestor cultural. Es alguien que además disfruta de la ciudad y la atrapa en su poesía. ¿Crees que se aprende a amar a Caracas a través de la literatura?

DM: No he hecho más talleres, soy bastante tímida. Creo que sí es posible, por lo menos, entablar una relación diferente con la ciudad a partir de lo literario. Escribir el poema de la ciudad me hizo comprender que su caos no solo la hace agresiva, sino que también la hace doliente, la hace mendicante, indefensa.

Aparte del tema de la ciudad, algo que me llama la atención de tu libro es la noción de la sexualidad como forma de protesta. Es una poesía que evoca la necesidad de rebelarse ante lo que oprime. ¿Por qué abordar lo sexual desde la protesta? ¿Consideras que tu poesía es, al menos en este libro, un canto feminista?

DM: No es un poemario feminista, no fue la intención. Escribo desde mi condición de13840505_10154189234896233_1534693840_o mujer y la sexualidad ha sido un tema de exploración permanente para mí, no solo en la poesía sino en lo personal. Ciertamente hay una protesta, una protesta que se eleva contra el imaginario opresivo que nos han impuesto en relación con nuestra sexualidad. Nos han enseñado hasta cómo debe una mujer hacer el amor y precisamente el poemario es un grito contra esas cadenas y un espacio para abrirle paso al deseo, al desbordamiento, a lo sinuoso, a las pulsiones diáfanas del cuerpo.

Escribí Cuerpo crepuscular quizá para aceptarme, para aceptarme con todos mis desbordamientos, toda mi rabia, todos mis miedos. Es probable que no vuelva a escribir algo parecido, porque ahora que lo veo, en ese momento el poemario me ayudó a aceptarme y a comprenderme en esa pulsión, en ese desespero por romper con los muros, los prejuicios, las imposiciones. Ahora mis necesidades son otras.

Hablas de una protesta y de una aceptación. También de un grito en contra de lo que nos han enseñado hasta ahora y de un grito contra las cadenas que se nos imponen precisamente por ser mujeres. ¿Crees que el feminismo ha ayudado a la expansión de la poesía escrita por mujeres o ha sido más bien algo que la ha limitado o encasillado?

DM: A ver. Le debemos mucho a los movimientos feministas, desde votar hasta ocupar cargos que, hasta no hace mucho tiempo, eran impensables para las mujeres. Evidentemente, todo este legado ha logrado que muchas de nosotras podamos estudiar una carrera, elegir nuestras propias parejas, escoger no tener un hijo, entre otras cosas. Sin embargo, odio esa categoría de “poesía femenina”. La poesía es poesía y ya, no hay dos tipos de poesía. Esas etiquetas limitan la experiencia poética. Cualquier mujer puede, explícitamente, escribir desde su condición femenina, pero eso no la limita a abordar otros temas. Yo escribí hace 4 años sobre la sexualidad y la feminidad porque estaba confrontándome con eso, pero ahora ya estoy en otro terreno, otras confrontaciones muy distintas, de forma que son etiquetas necias, etiquetas uniformadoras, innecesarias, reduccionistas.

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Foto tomada de su Facebook

Diana, ¿por qué escribes poesía? ¿Cuándo comenzaste a escribir? Háblame un poco de tu infancia y de esas primeras lecturas que fueron los catalizadores de tu propia exploración.

DM: Creo que mi primera relación con las palabras fue a través de mis diarios. Desde niña llevaba esos diarios donde una escribe todo lo que le pasa, desde el niño que te gusta, hasta una pelea con tu amiga. Ya de adolescente esos diarios comenzaron a expresar no solo situaciones, sino también ideas y sentimientos. En mi casa no había casi libros, nadie tenía hábitos de lectura, solo recuerdo que había un libro muy popular, anónimo, que se llama Préguntale a Alicia que, por cierto, es un diario de una chica que se inicia en las drogas. Devoré ese libro muchas veces, era lo único que tenía a la mano. Luego comencé a leer algunos cuentos. El túnel de Sábato llegó a mis manos y quedé fascinada. De ahí sí comenzó una carrera de lecturas desordenadas. Llegué a la poesía, no sé cómo, y me topé con Hanni Ossott. Eso marcó un antes y un después. Ya en la universidad escribía algunas cosas muy malas, pero a medida que leía más comencé a encontrar, por lo menos, un norte de lo que quería escribir. Muchas lecturas han hecho de mí lo que soy. Nombrarlas sería interminable. Miyó Vestrini siempre me ha acompañado. Alejandra Pizarnik, Olga Orozco, Pepe Barroeta y Juan Sánchez Peláez también. Sábato ha sido muy importante para mí. Son muchas voces…

¿Por qué estudiaste Periodismo?

DM: Mi historia con el Periodismo no es nada idílica. Terminé estudiando Periodismo porque era lo que tenía al alcance en ese momento. Sinceramente, a veces sigo sintiéndome ajena a él, como si fuese una intrusa. A veces me cuesta entender los ritmos de trabajo, las obsesiones por cubrir todos los acontecimientos frenéticamente, sin el tiempo para profundizar el tema. Sin embargo, he aprendido y sigo aprendiendo mucho con el diarismo. Quisiera poder hacer un mejor periodismo. Pienso mucho en Miyó cuando estoy descontenta o cansada con lo que hago todos los días. El periodismo es extenuante, pero ahí voy.

Sí, pienso que la inmediatez es un elemento cada vez más importante para hacer periodismo en la actualidad, no sólo por la competitividad entre los medios, sino porque son precisamente las redes sociales las que exigen dicha inmediatez, así como exigen una actualización de contenido constante. ¿Cómo ves el periodismo en el futuro?

DM: Creo que migrará de una forma importante a las plataformas digitales. Por los costos, por los tiempos, por las nuevas dinámicas informativas. Creo que no debemos tenerle miedo a ese panorama, al contrario, soy de las que pienso que podría sacársele un provecho enorme para hacer un mejor periodismo, sin limitaciones de espacio, con más tiempo de investigación. Creo que lo que debería suceder es que existan portales que respondan a la inmediatez de la noticia y otros que se dediquen a profundizar en temas y hacer investigación o trabajos de largo aliento.

La obra de Miyó Vestrini es importante para ti. Tu poesía también me recuerda mucho a la poesía de Anne Sexton, Sylvia Plath y, dentro de la poesía actual, me recuerda mucho a Luna Miguel. Son poemas que desgarran y hablan de la carne desde la carne. De Miyó sé que no sólo te interesa su poesía, sino su trabajo periodístico. ¿Qué admiras de su escritura y cómo llegaste a estudiar su aporte al periodismo?

DM: De Miyó admiro su desenfado, su total libertad para decir, ironizar, desacralizar y burlarse de sí misma. Entrando en la universidad ya conocía algunos poemas de ella que se conseguían por Internet. Haciendo un trabajo en la Hemeroteca Nacional para Historia de la Comunicación me tropecé con sus textos de El Nacional y quedé maravillada. Comencé a recopilar reportajes, entrevistas, reseñas. Me enamoré de su audacia, de su agudeza y profundidad a la hora de enfrentar una noticia. Leía y comparaba su trabajo con lo que se hacía entonces en las secciones de cultura y me deprimía. Miyó fundó una escuela de hacer periodismo cultural en el país, una escuela importante. Desde la primera vez que leí sus reportajes seriados del mercado del arte, supe que no debía apartarme de ese trabajo. Como una hormiguita he ido recopilando material. Se me presentó la oportunidad de trabajar con la Editorial Letra Muerta y Faride Mereb en Al filo, un libro de entrevistas que recoge el trabajo de Miyó en Papel literario. Aún sigo leyéndola y revisando sus textos. Espero poder materializar una investigación mucho más grande sobre su trabajo periodístico.

¿Por qué te deprimiste? ¿Qué sucede con el periodismo cultural en la actualidad?

DM: Hay pocos espacios y los espacios que hay son cada vez más reducidos. Me parece que los periodistas de hoy no tenemos ni idea de lo que hicieron nuestras generaciones anteriores. Escribimos muy a la ligera. Sin embargo, hay periodistas jóvenes maravillosos y creo que tenemos que crear nuestros propios espacios, espacios independientes. Además está al alcance de un click. Internet nos brinda la oportunidad de expresarnos casi ilimitadamente a través de los blogs y las redes sociales.

¿Crees, entonces, que las redes sociales son herramientas que han ayudado a fomentar el periodismo cultural? ¿Qué papel cumplen estas redes en tu propio trabajo?

DM: Claro, tu blog es un ejemplo. Hay actualmente muchas revistas literarias en digital, millones de blogs especializados en literatura, danza, plástica, teatro. Creo que debemos apuntar hacia esto. Los medios digitales, además, brindan la oportunidad de escribir trabajos de largo aliento sin estar supeditados a un espacio físico que te impone una cantidad específica de caracteres, y las redes sociales son el puente para que todas esas experiencias lleguen a los usuarios

¿Crees que hay literatura en estos espacios? ¿Qué peso tiene el Internet en tu poesía? Hay muchos debates al respecto. Algunos escritores piensan que el Internet es un medio que solo aporta nuevas formas de difusión, incluso lo ven como una amenaza (tal es el caso de Umberto Eco). Otros como Miguel Ángel Hernández (caso venezolano), Berta García Faet y Luna Miguel (caso español) utilizan el Internet como sustancia, como tema importante en su poesía. ¿Qué opinas de ambas aproximaciones?

DM: El Internet no tiene ningún peso en mi experiencia poética. Sin embargo, sí creo que además de ser un espacio para la difusión, puede ser también una ficción literaria. No es mi tema y no conozco mucho al respecto, pero creo que el Internet funciona maravillosamente como tema literario. Además creo que es hasta necesario como registro de lo que estamos viviendo actualmente. Me gustaría en unos años leer cómo los poetas actuales poetizan la experiencia digital. Es un tema muy interesante y muy fértil para la literatura porque las experiencias en Internet están configurando nuestras formas de relacionarnos con el otro, nuestras nociones de espacio y distancia, nuestra forma de trabajar, leer e interactuar, de modo que es un caldo de cultivo para la literatura.

¿Cuáles poetas venezolanos recomiendas leer?

DM: Recomendaría leer a Pepe Barroeta, Juan Sánchez Peláez, Miyó Vestrini, Lydda Franco Farías, María Auxiliadora Álvarez, Hanni Ossott, Caupolicán Ovalles, Rafael Cadenas, Eugenio Montejo y más. De los poetas actuales, me gusta Alejandro Castro, Jesús Montoya, Marcos González, Susan Urich, Kira Kariakin, José Miguel Navas, tú. También me gustan muchos poetas que todavía no están publicados, como por ejemplo Deisa Tremarias.

¿Animarías a estos poetas no publicados a empezar a mostrar su trabajo en blogs y páginas web dedicadas a la literatura?

DM: No sé, supongo que hay personas que tendrán sus razones para no publicar. Yo misma no he publicado mis poemas en Internet. Creo que es cuestión de cada quien, de sentirse cómodo o no, expuesto o no.

Para culminar, me gustaría conocer de tu trabajo actual. ¿Qué estás escribiendo actualmente? ¿Podrías adelantar algo de tus próximos proyectos?

DM: Estoy trabajando en un poemario que ya tiene forma. El tema central se desprende de imágenes como los derrumbres, los hundimientos, el desastre, la catástrofe. Y creo que no puedo decir más porque apenas lo estoy comprendiendo, o eso intento.

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Diana tiene redes sociales en:

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Twitter: @Moncadadiana
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+Leer: Cinco poemas de Diana Moncada

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