
Ese sabor
a sangre coagulada
sequedad del cuerpo
hace encorvarme
dudar quién soy
Este sabor
a sangre húmeda
dispersada por el viento
me hace vomitar
rencores agazapados
en días
en que contemplábamos
el agua inmóvil.
***
El agua no purifica
la ansia infinita
sienten los dedos
la aspereza
de tu sombra
Me olvido
de mi nombre
deletreo la angustia
que crece
dentro de ti
y presiento la noche rota
el lamento
-agua salada-
purifica el alma
para este encuentro
que se anhela
y se cree
próximo.
***
Soy la ausencia
sé que la noche es un oscuro circulo
de piedras mudas
es una vacía plaza
Mis noches son profecías
de seres que hallaron
en su agonía
expiación y sosiego
Aquellos que levantan murallas
me han escuchado cantar
las canciones de esta tierra
sometida
al abandono.
***
De vez en cuando
el alma
sale de su encierro
y respira el paisaje
donde los árboles sueñan.
Me oigo:
silencio
que se adentra
como púas.
Veo mi rostro
desvanecerse
en el charco
Quién soy
no se conjuga
con quién fui
El lenguaje
inventa territorios
donde los vientos
son interrogaciones:
Grito.
***
Brilla la herida
gota de noche que arde
cuando oscurece la casa
en mis ojos abiertos
***
El mundo
es un tiempo imaginado
mi cuerpo es una vasija
donde el cielo negro
vierte la marea tibia
de tu pecho.
***
Rafael Ayala (Guárico, Venezuela, 1988). Poeta y escritor. Licenciado en Educación, mención Lengua y Literatura por la Universidad Simón Rodríguez. Poeta invitado al XI Encuentro Internacional de Poesía de la Universidad de Carabobo, 2013.