Star Wars: filosofía rebelde para una saga de culto (2015), Carl Silvio/ Tony M. Vinci (editores); por Maikel Ramírez

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Desde hace dos semanas, al menos que yo sepa, ha estado circulando por redes sociales una razonable petición para que la UNESCO establezca el Día Internacional de la Ciencia Ficción, cuya celebración sería el 2 de enero, fecha del nacimiento del científico y  escritor Isaac Asimov[1]. En el primer párrafo del documento, se expone que la ciencia ficción ha estado inspirando e impregnando a toda la cultura de nuestra época. Respecto a esta afirmación, sería suficiente considerar obras tan vigorosas, variopintas y de orígenes tan distantes, como la obra maestra de nuestros días El problema de los tres cuerpos, del escritor chino Liu Cixin; el filme Europa report, del director ecuatoriano Sebastián Cordero; la distopía Los huérfanos, del escritor español Jorge Carrión; la novela Iris, del escritor boliviano Edmundo Paz Soldán; y el grueso de las series de tv, entre las que podemos contar a la latinoamericana 2091, que transmite la cadena FOX, por apenas mencionar un ínfimo número que para nada agotan el influjo de la ciencia ficción en la actualidad. Siguiendo esta línea de argumentos, quiero comentar el conjunto de brillantes ensayos que Carl Silvio y Tony  M. Vinci reúnen en el libro Star wars: filosofía rebelde para una saga de culto, publicado bajo la editorial Errata Naturae y la traducción de Miguel Ros González.

            Con una afilada y microscópica lectura, el ensayo La caída de la rebelión, de Tony M. Vinci, contrasta la primera y la segunda trilogía de la saga a la luz del papel opresor y destructivo del individuo por parte del Imperio. Vinci advierte que en la precuela la Fuerza es asimilada como un estandarte de  las instituciones y un estatus quo defendido por los Jedis. Así pues, mientras que en los filmes originales las estructuras políticas son organizadas e identificadas con un mal que destruye la integridad ética y moral del individuo y, por descontado, lo somete a la masa que interioriza los dictamines de la maquinaria política, la precuela valoriza el control y la regularización de las instituciones. En este orden de cosas, leamos unas líneas reveladoras de lo antedicho: “Este intento de someter los valores y el código de conducta de Luke a los de la institución, mediante la manipulación mental y/o la amenaza física, ofrece el que quizá sea el ejemplo más potente del deseo del Imperio de aniquilar al individuo y, por ende, le confiere el papel de antagonista de la trilogía original”. En opinión del autor, el conservadurismo de las cintas de la precuela obedece al clima cultural y político finisecular, a diferencia de las ideas emancipadoras de aquellos años 70 en los que apareció la primera parte de la saga. Concluye Vinci que, por tanto, el resultado de la rebelión de El retorno del jedi es la vuelta al sistema de control de la precuela, cuando los jedis no eran maestros y sacerdotes, sino simples agentes policiales o militares a la orden de las instituciones de la República.

            En Star wars y el capitalismo global, Carl Silvio persigue dar respuesta a cómo las trilogías de Star wars entroncan con los valores y tendencias sociales en las que emergieron. En concreto, Silvio se preocupa por cómo los filmes corresponden con etapas concretas del desarrollo del tardocapitalismo. Así que, con una vena parcialmente similar al Fredric Jameson de La narrativa como acto socialmente simbólico, al menos por lo concerniente al elemento de solución imaginaria de un conflicto, Silvio, por un lado, concibe los filmes de Star wars como subterfugios que permiten a los espectadores entender las redes de poder y las estructuras económicas de un capitalismo que desde la era Reagan se ha hecho cada vez más descentralizado y, por consiguiente, difuso, al punto que la crisis de valores que produce se debe, en parte, a que los individuos no alcanzan a comprender su relación con esta red de control, que reterritorializa todos los aspectos de la vida. A esta concepción de Star wars como un mecanismo cognitivo debe añadirse la idea según la cual naturaliza el tardocapitalismo. En otros términos, la saga atenúa la crisis de dicho sistema por medio de la tecnología y la grandiosidad con los que Lucas logra la fascinación y el fetichismo del espectador, así como también por medio de contradicciones contenidas en los filmes, tales como el trueque y la existencia de personajes y ambientes que evocan a la era medieval. No se trata de que Star wars imposibilite una lectura crítica al capitalismo, sino, en rigor, de proponer una interpretación a contravía que puede arrojar luces sobre la ambigüedad y la complejidad de nuestras relaciones con la ideología.

            Christopher Deis escribe un ensayo que no se nos puede antojar más oportuno justamente cuando nos encontramos a punto de ingresar en la era Trump, pues Que la fuerza (a ti) te acompañe ya desde su título sugiere el afuera y el adentro propio de la exclusión atizada por las ideologías racistas y xenófobas. En este remarcable ensayo, Deis se encarga de poner de relieve que, por una parte, el surgimiento de Imperio va de la mano del exterminio de todos aquellos que no sean humanos, lo que al nivel de la imagen Lucas logra por medio ambientes coloridos (precuela) y tonos sombríos (trilogía original) y que, por otra, la propia saga, paradójicamente, incurre en esta negación del otro. Con relación a esto último, Deis revisa las críticas corrosivas a la primera trilogía a casusa de su focalización desde un lugar privilegiado que no cuestiona los supuestos del poder, la jerarquía y los privilegios. Desde este ángulo, pese a la existencia del personaje Lando Calrissian, Lucas  cedió el puesto de autoridad a las personas blancas. Ya ni hablemos de la precuela, que tampoco sale ilesa debido a que, según sus críticos, representan a Jar Jar Binks, a Watto y a los Neimodianos como caricaturas y estereotipos de negros y asiáticos. Esto, sin embargo, no ha impedido que la audiencia negra se apropie de los referentes de Star wars y los interprete desde sus propios marcos experienciales y subculturales. El caso más prototípico es, a no dudar, Darth Vader, quien pasa a representar al ángel caído que planta cara contra una rebelión tradicional de blancos. Así pues, el imaginario colectivo negro asume a Vader como el negro fuerte y malote que emprende su batalla contra la típica guerra heroica (y opresora) de los blancos. No debemos olvidar, además, que el público negro identificaba de inmediato la voz del actor James Earl Jones cubierta por la armadura cyborg del tránsfuga Anakin. De cualquier forma, Reis sentencia que esta tensión en torno a la raza es un terreno productivo para analizar estas lecturas particulares y las de corte universal que destacan otros valores. En resumidas cuentas, nos invita a atender tanto a los filmes como a las estrategias de interpretación de los espectadores. 

            Para Veronica A. Wilson, por su parte, la saga ofrece soluciones misóginas y homófobas  a la crisis personales y políticas que barren con el orden social de la galaxia. En Seducidos por el lado oscuro de la fuerza. Género y  sexualidad en el universo de Star wars, Wilson anota que, aún cuando Lucas se propuso suprimir la sexualidad de su saga, los filmes de Star wars, todo lo contrario, abundan en sutiles gestos homoeróticos y reposa, en un amplio grado, sobre representaciones capciosas de la mujer. En cuanto a esto último, Wilson prodiga varios ejemplos de cómo sobre Padmé y Shmi  recae la culpa de los arrebatos violentos y la posterior conversión de Anakin al lado oscuro de la fuerza. Fijémonos en el salto cualitativo que experimenta Padmé de La amenza fantasmaLa venganza de los Sith: “La domesticada Padmé, que ya no es una heroína o una política convincente, ni siquiera una seductora femme fatale, constituye tan sólo el objeto del deseo posesivo de Anakin”. En lo que toca a la homosexualidad, Wilson examina la historia de la brujería y la coteja con la historia de los Sith. Su hallazgo es que Palpatine representa el estereotipo del homosexual que era acusado de brujo por ser considerado femenino. Debemos sumarle a este aspecto las intrigas del Sith y la tensión homoerótica que se devela en su trato con Anakin: “Aunque, como se ha demostrado, tanto Palpatine como Vader son personajes bastante ambiguos desde el punto de vista sexual, la <<emasculación>> de Vader es más completa”, o cuando Palpatine, como en medio de un coito, goza al notar que Luke es dominado por la ira y la violencia: “al tiempo que acaricia con ternura la empuñadura de la espada láser de Luke, vemos el momento más imponentemente fálico y oscuramente homoerótico de las seis películas de Star wars..”. Wilson cierra su trabajo exaltando las posibles lecturas de los productos culturales, así como su potencial poder emancipador, como lo trajo a la luz en este ensayo.

            Kill Binks. Por qué el mundo odió a su primer actor digital, de Dan North, es un divertido e interesante ensayo sobre el encono que provocó el personaje digital Jar Jar Binks. North repasa las diversas formas en que los fans de la saga han propuesto la muerte de Binks. Habida cuenta de la buena acogida que recibió Yoda en su versión digital, North sostiene que el meollo del problema es que Binks no se acomoda bien a la historia y, para colmo, es víctima, por un lado, de la dinámica tecnológica que debe resaltarlo como una obra del ingenio y, por otro, de todo el merchandise que espera de él buenos ingresos económicos. Igualmente, este ensayo le sirve a North para presentar las formas de edición contemporánea en las que se pueden incorporar o extraer elementos al antojo de los realizadores o a solicitud del público.

            Bajo la lupa de teorías antropológicas, psicoanalíticas y económicas, Kevin J. Wetmore, Jr, demuestra, en El sable láser de tu padre. Star wars y el fetiche, que los sables de luz cumplen con dos funciones en el universo de Star wars: un articulador del orden narrativo y un fetiche que empuja constantemente al espectador. En el primer caso, notamos que la precuela destaca por una abundante presencia de sables de luz, en tanto que en la siguiente trilogía están extintos, lo que indica nítida y coherentemente la desaparición de la orden Jedi que vimos en La venganza de los Sith. Otro ejemplo ilustrativo es que el sable de luz personal de Luke representa su autonomía de la figura del padre. Respecto a su función de fetiche, esto se manifiesta en el deseo del espectador por ver nuevas apariciones de los sables en la gran pantalla y, desde luego, en los millones de réplicas que los fans adquieren en las tiendas cada año.

            Como Veronica A. Wilson, la ensayista Diana Dominguez se sumerge en la dimensión feminista de Star Wars, pero a diferencia de aquella, Dominguez postula, en El feminismo y la fuerza. Empoderamiento y desilusión en una galaxia muy, muy lejana, que si bien Padmé presenta los rasgos opuestos a su hija Leia, cosa que justificadamente ha enfurecido a los fans de la saga, se puede leer como un síntoma de las jóvenes de nuestro tiempo. De modo que, sustentándose en datos estadísticos y otros tipos de evidencia, Dominguez demuestra que Padmé resulta más real de lo que se cree. Podemos encontrar esta idea en las siguientes líneas en las que la ensayista alude al embarazo de la joven y su separación del campo político: “La erosión del papel central de Padmé en los asuntos de la República es un reflejo espeluznante de la batalla aún vigente que las mujeres libran para equilibrar los muchos papeles que se esperan de ellas o que quieran desempeñar”. No obstante, Wilson afirma que no todo está perdido, pues la siguiente parte de Star wars, al margen de que anteceda cronológicamente a la precuela, nos trae a una princesa que, sin renunciar a su condición de mujer, lucha hombro a hombro con los hombres por devolverle la armonía a la galaxia.

            Star wars y las grandes religiones orientales indaga a contracorriente de quienes sostienen que la saga de Lucas recibe el influjo directo del cristianismo. En tal sentido, Julien R. Fielding recorre, en un primer momento, la similitud entre los nombres de los personajes de Star wars y nombres de la filosofía y las religiones orientales. Por ejemplo, el nombre Obi-Wan-Kenobi puede referirse al traje cotidiano de los samurái, a saber, el kimono, que solía atarse con un cinturón llamado ‘obi’. Igualmente, el apellido de Obi-Wan podría asociarse con el vocablo ‘kendo’ cuyo significado es ‘camino de la ‘espada’, mientras que ‘ken’ es espada. Más relevante resulta ser el hecho de que las religiones orientales no conciben las cosas en términos absolutos, lo que le permite a Fielding determinar que la saga se trata de la caída y redención de Anakin Skywalker, lo que sería cónsono con el esfuerzo de su hijo Luke y las palabras de Padmé en su lecho de muerte. Es decir, Anakin sí tenía algo bueno dentro de sí. No se trataba de una maldad absoluta ni de que todo había terminado para Anakin.

            Empecé hablando sobre el justo establecimiento del Día Internacional de la Ciencia Ficción por ser el género que, a fe mía, mejor retrata lo que somos y lo que seremos como humanidad. Me propuse poner a prueba dicho aserto por medio de mis comentarios del libro Star Wars: filosofía rebelde para una saga de culto, que, como hemos apreciado, está imbuido de las problemáticas y dilemas que hoy nos atormenta. No pierdan de vista este magnífico libro y que la fuerza los acompañe.

[1] Puedes  firmar la petición aquí: https://www.change.org/p/petici%C3%B3n-a-la-unesco-para-establecer-el-d%C3%ADa-internacional-de-la-ciencia-ficci%C3%B3n?source_location=petitions_share_skip

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Maikel Ramírez (Venezuela). Profesor en la Universidad Simón Bolívar (USB). Narro y escribo artículos sobre la literatura, la lengua, el cine, la música y otras cosas de la cultura. Textos míos han sido publicados en Letralia, Ficción Breve, Sorbo de Letras y en el suplemento cultural del diario aragüeño El Periodiquito.

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