Dos poemas de Patricia Úbeda (Almería, 1993)

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Gabriel Pacheco

Ceremonia

Toco entraña para iniciar el cántico.
Clara Janés

Nos planchamos las manos para tocar la entraña que está limpia. Si tocamos la entraña, la herida galopa por el bosque. La abuela se planchó las manos para sacar el viento de la jaula.  Después el viento no perdonó al árbol que le hizo caída.

Los pájaros se tatuaban nidos de estambre en sus ojos para que no tuvieran miedo a la noche. La noche tenía el vientre de una niña y no podía refugiar a más cadáveres manchados de cieno.

Nos tocamos el vientre porque ya no somos niñas. Nos tocamos el vientre porque el cadáver ya no duerme en un cementerio lleno de flores. Nos tocamos el vientre porque el árbol nos hizo cuerpos de leche y ceniza.

Nos tocamos el vientre porque deglutimos el temblor antes que el frío, la rama antes que la fractura.

La garganta se ensució de síntoma y musgo, y nos arañamos las rodillas con cartulinas de cemento porque no podíamos decir hambre con los dientes cosidos.

Nos quemamos los párpados porque las estrellas se caían para besar a los niños ahogados en un aljibe.

Amortajamos a los soldados que no supieron cubrirse con nieve.

Amortajamos el abuelo en una habitación pintada con lápices de colores.

Le cosimos una constelación en cada dedo.

Él nos decía, debajo de la herida no seremos nido, sino un jardín de lilas que cubra el cielo.

***

Caballito, esto no es un poema no es un epitafio no es una tumba en donde respires como las flores

Dicen que murió un caballo.
Blanca Andreu

y mi amor que no es un caballo ni una quemadura,
Federico García Lorca 

Caballito, no quiero que agonices sobre la nieve incinerada de amapolas.
Caballito, no quiero que los parásitos de agua se aniden en tus pestañas de hierro.
Espero que la luna no raje tu vientre de leche y alondras.
Caballito, no quiero que me veas llorar, tengo los ojos infectados
de llanto, de hormigas y  martillos que golpean tu vientre encendido de nubes.
Caballito, las polillas que salen de  mi cuarto van a memorizar  tu nombre
y la lluvia va a dibujar tus dientes en mi garganta.
Caballito, no serás una quemadura de hielo en mis mejillas
no serás una quemadura de leche
en el pico de una gallina enferma de insomnio.
Caballito, los niños mañana vendrán a traerte flores, aquellas que solías
comer cuando eras la desembocadura de mi nacimiento.

Estos poemas pertenecen al libro de poemas La casa de las luciérnagas con el que obtuve el I Premio Valparaíso de Poesía ex aequo con Andrea Valbuena.

***

Patricia Úbeda (1993, Almería). Estudiante de Doctorado en Teoría de la literatura y literatura comparada en la Universidad de Almería. Graduada en Filología Hispánica. Titulada en el Máster de Estudios literarios y teatrales en la Universidad de Granada. He conseguido el I Premio Valparaíso de Poesía con el libro de poemas La casa de las luciérnagas ex aequo con Andrea Valbuena. Mis poemas han aparecido en varios fanzines y en varias plataformas digitales como en Digo.palabra.txt y en Tenían veinte años y estaban locos.

2 thoughts on “Dos poemas de Patricia Úbeda (Almería, 1993)

  1. Cuando leí que eras de Almería me fui lejos en un instante. Mi abuela era de allí.
    Luego se vino a Argentina.
    Me encanta tu poesía, Quiero más 🙂

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