XIII
Se convoca a otra reunión de vampiros.
Ellos están en el edificio de oficinas antes mencionado y conversan.
Leo está en el centro.
Después de esperar, más de lo establecido.
Se abre la puerta.
Todo el mundo se queda mirando en dirección a la puerta.
Pero nadie sale.
Entonces Nosferatu y Alexis entran montados en unos hermosos caballos blancos. Los cascos golpean en el suelo produciendo un eco excepcional.
Los dos visten el uniforme de los antiguos équites romanos. Usan cascos, chalecos antibalas, escudos unidos a sus brazos izquierdos, y blanden una espada corta romana con la mano derecha. Ambos tienen semblantes burlones y parecen listos para una pelea.
Se posicionan con sus caballos en el medio de la sala para a continuación, permanecer quietos, inmóviles como estatuas vivientes.
Nadie sabe lo que pasa.
Leo exclama: “¿Pero por qué visten de esa manera?”
“¿No era acaso esa tu intención, estar en guerra?”
“¡NO! ¡Era abdicar el trono!”.
“¿Es que acaso ha existido alguien quien haya abdicado sin haber peleado?”
“Entonces si es así, luchemos”.
La puerta se abre de nuevo, treinta soldados vampiros, vestidos con uniformes militares modernos, marchan con sus ballestas, las cuales llevan flechas de madera. Rodean a Nosferatu y a Alexis. Sus flechas apuntan directamente a sus corazones.
Nosferatu y Alexis se quedan impasibles.
Sus caras demuestran tranquilidad.
Leo dice: “Como lo puede advertir. Todos en la sala están por unanimidad en contra de usted”.
Nosferatu retira su espada que estaba en posición.
Levanta su mano derecha y chasquea con los dedos.
Todo el mundo se queda como congelado, a excepción de Leo.
Leo mira alrededor de la habitación y ve que nadie se mueve, parpadeando. Parecen estatuas. Ahora sí, no como lo estaban ellos hace un momento.
La única persona, capaz de moverse, es Alexis, la cual mostraba una leve sonrisa en su bello rostro.
Leo grita, “¿Qué has hecho? ¿Los has matado? ¡Usted está loco! “
Nosferatu dice: “Leo, te felicito, has pasado la prueba. Has demostrado que puedes identificar un problema para luego unificar a la gente y buscarle una solución”.
“¿Esto era una prueba?”
“Le di la misma prueba a Nasir y cada líder después de él. Algunos han pasado, otros no”.
“Usted no está loco, ¿verdad?”
“Soy Nosferatu”.
Leo le miró fijamente.
Nosferatu dice: “Voy a chasquear los dedos y voy a abdicar. Si alguna vez necesitas consejos, me encontrarás por ahí. Nunca le digas a nadie de lo que has visto y presenciado en esta sala”.
Leo asiente con la cabeza, como un autómata. Se ve triste, pensó que alguna vez tuvo el poder. Tenía la certeza de haberlo conseguido. Adquirir el poder sabiendo que fue convenido y no conquistado le resta importancia. Pero él sabía que nunca se lo podría quitar a Nosferatu.
Nosferatu chasquea los dedos.
Todos vuelven a la vida.
Ninguno se dio cuenta de que fueron congelados.
Nosferatu dice: “Yo, Nosferatu, abdico el liderazgo en nombre de Leo. Escúchenle. Pero, si no creen que sea apto, mátenlo”.
Nosferatu y Alexis blanden sus espadas en el aire. Comienzan a alejarse en sus caballos y fuera de la habitación, Nosferatu grita: “Yo soy Nosferatu!”
FIN
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Fernando Chávez-Finol (Venezuela). Arquitecto teórico y escritor. Twitter: @nanolaguna
Traducción aprobada por el autor.
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Noah Cicero (10 de octubre de 1980, Youngstown, Ohio). Narrador y poeta estadounidense.