
«entonces va de nuevo la operación caja china»
Luís Estrada | La dictadura perfecta
A juzgar por la reacciones de algunas reconocidas figuras de nuestra resistencia, la rueda de prensa del vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, el pasado 22 de mayo, causó un contundente descalabro en la medida en que habría ofrecido al mundo una imagen general de la oposición, que no solo se adaptaba al término ‘terrorista’ propiciado por la neolengua del gobierno, sino que, por implicación, le endosaba los asesinatos de los jóvenes manifestantes ocurridos hasta ese momento. Desde esta perspectiva, para precisarlo, la oposición asesinaría a su propia juventud para asestarle un golpe de Estado a Nicolás Maduro. Así pues, siguiendo una lección de la lingüística cognitiva según la cual un estado emocional bloquea, en el estricto sentido biológico, nuestra capacidad de razonamiento, algo que los think thanks, o cuarteles del pensamiento, le enseñan muy bien a los políticos contemporáneos, decidí revisitar la exposición de El Aissami y esa mirada distanciada hizo nítidos aspectos que desdicen la supuesta línea de argumentos y evidencias con la que el gobierno enmarca las manifestaciones pacíficas de la oposición como terrorismo. Antes de continuar, sugiero que acompañe esta lectura con la rueda de prensa mencionada (véase en este enlace https://www.youtube.com/watch?v=hO51K0MhmCk)
1) Tras introducir el neologismo ‘paro armado’ y destacar las supuestas contradicciones internas de la oposición, así como la falta de liderazgo, El Aissami pasa a mostrar las imágenes de una flota de autobuses de la línea Transbolívar que habrían sido incendiados por opositores cerca de la 1:30 am de ese día en Puerto Ordaz, estado Bolívar. Con todo, José Prat, diputado para la Asamblea Nacional por este estado, ha denunciado a través de su cuenta Twitter que los autobuses quemados estaban fuera de servicio. Ya en 2014, conviene subrayar, Prat había denunciado ante la Defensoría del Pueblo que muchos autobuses estaban parados en un estacionamiento sin prestar servicio (http://correodelcaroni.com/index.php/politica/item/20114-la-causa-r-reitera-denuncia-de-inutilizacion-de-autobuses-de-la-estatal-transbolivar).
Para quienes nos desplazamos por el centro del país, los señalamientos de Prat son convincentes, pues somos testigos de cementerios de autobuses chinos Yutong y de otras marcas, que fueron adquiridos por el gobierno, pero que al poco tiempo dejaron de ser operativos, pues, de acuerdo a los testimonios de transportistas que recabé en algunas ocasiones, no era posible conseguir repuestos en el país. De manera que, corrijo, no son cementerios, sino sala de operaciones en los que las piezas de un autobús estacionado sirven para ponérselas a otro para que continúe en circulación. En la zona de Macuto, en el estado Vargas, por poner un ejemplo entre muchos que vienen a la mente, hay uno de tales depósitos con autobuses que cumplen años sin prestar servicio.
De cualquier forma, la verdad sea dicha, nada de esto sería determinante para rebatir las denuncias formuladas por el vicepresidente El Aissami. Serán elementos, sin embargo, que deberemos considerar más adelante en esta nota.
2) El segundo segmento se centra en PDVSA la tahona, donde quemaron una ambulancia y “dos autobuses con pasajeros adentro”. Dicho así, sin hacer ninguna aclaratoria, el vicepresidente puede hacer pensar que los pasajeros fueron asesinados. No parece que tengamos contraargumentos y nos queda repudiar los hechos con responsabilidad.
3) Señala también el vicepresidente que “fueron asediados” algunos asistentes de un CDI en Baruta y que este fue incendiado y parcialmente destruido. Nuevamente, debemos abominar la violencia de los actos reportados.
4) La cuarta parte del video se ocupa del estado Barinas, donde, en estimaciones de El Aissami, fue donde más se desataron los odios de los grupos armados, en vista de que saquearon varios comercios, incendiaron la sede del PSUV y el puesto de la Guardia Nacional Bolivariana, destrozaron un almacén de medicamentos de la misión Barrio Adentro y el de la Policía Bolivariana, entre otros estropicios ocurridos en la región. Sin embargo, por ninguna parte, hemos de resaltar, El Aissami menciona que la respuesta iracunda de la población se debió a que la Guardia Nacional Bolivariana asesinó a un adolescente que marchaba contra el gobierno, a quien más tarde se sumarían otros dos jóvenes caídos y, en el momento en que escribo, el número de fallecidos llega a siete luego de que la Guardia Nacional Bolivariana subiera sus acciones violentas a la fase verde.
5) Habla cínicamente del abandono de la funciones de la policía del estado Lara, lo que legitima su intervención por parte del Ministro Néstor Reverol.
6) Acá entramos a la parte más importante y reveladora de lo que quiero discutir. Cuenta El Aissami que la Policía Bolivariana desmanteló a una célula de dieciséis terroristas en el estado Miranda, que tenía “sitiada a varias comunidades en los altos mirandinos”. En palabras textuales del vicepresidente, fueron decomisados: “más de tres camiones de bombas molotov” (¿cuatro?¿diez? ¿treinta?); y encontraron un taller en el que fabrican: “lo que ellos usan como escudos a partir de los barriles”, escudos que usan los muchachos para: “confrontar con nuestros organismos de seguridad” . Igualmente, fue encontrado un revólver, que será sometido a los exámenes de rigor para determinar: “en qué delito pudiese estar incriminada”. Se encontró, seguimos, bidones de gasolina, guantes, metras y cohetones.
Hay un segmento del filme El gran hotel Budapest, obra maestra que recientemente legó Wes Anderson, que me parece divertidísimo y, sobre todo, ilustrativo para iluminar este caso: el abogado Kovacs (Jeff Goldblum) le muestra fotos a Zero (Tony Revolori) en las que nunca vemos a Monsieur Gustave (Ralph Finnes), sino solo los lugares por las que este habría pasado. Por consiguiente, sentencia Kovacs, son pruebas irrefutables de que Gustave asesinó a Madame Céline (Tilda Swinton). Lo que acaba de hacer el abogado es imponer una narración sobre partes inconexas. En una palabra, la historia que inventó le da coherencia y significado a partes que no tienen relación alguna.
Ahora vayamos atrás y detengámonos un poco.
El Aissami promete mostrarnos, resalto, más de tres camiones de bombas molotov, pero lo que registra la cámara son un pote de pintura, unas pocas gaveras y bolsas desplegadas en un espacio abierto, cosa harto extraña para un grupo terrorista de suma peligrosidad, valga la reiteración innecesaria (lo sé), que es descubierta en un operativo de fuerzas especiales. Así que mientras esperamos un bunker, uno debe contentarse con un espacio al aire libre. Si me apuran, diré que la imagen está más cerca de una acumulación de basura, que del arsenal de alto calibre natural a un grupo armado. Adviértase, además, que vemos todo desde un plano general y, por tanto, creer que allí hay bombas molotov pasa por confiar plenamente en el cuento que relata El Aissami. Otro plano abierto sigue mostrando bolsas, cajas y, si no me traiciona mi visión, una botella de refresco plástica (¿Chinotto?), lo que no pretenderá el vicepresidente que asumamos que podría funcionar como una bomba molotov.
En contraposición, un plano más cerrado nos muestra cinco cascos, un par de guantes, una gavera de cerveza y un par de bidones con algo que podría ser gasolina, los cuales parecen contener una cantidad, en todo caso, razonable para mantener en una casa, sobre todo si se tiene un vehículo, como parece ser el caso, pues en la esquina superior izquierda del encuadre vemos la parte delantera de un carro.
De seguido, hemos de hacer notar la forma de la presentación de los videos, pues lo que sigue es una pantalla dividida en la que se solapan las palabras de El Aissami sobre un taller de fabricación de escudos y la imagen de una pistola al lado izquierdo de la pantalla, como para que inconscientemente retengamos que fabricaban armas en el lugar. En cuanto a los escudos, El Aissami es un maestro de la enmarcación de una realidad. Sus palabras presentan a estos como elementos para: “confrontar con nuestros organismos de seguridad”, cuando de lo que se trata es de muchachos que se protegen de balaceras que las fuerzas represivas de la dictadura descargan sobre ellos. Mientras escribo, para que usted amable lector tenga una idea clara, la Fiscal General Luisa Ortega Díaz acaba de declarar que lo que mató al joven Juan Pernalete fue una bomba lacrimógena. Un caso de semejante atrocidad ocurrió el pasado miércoles 17, cuando Guardias Nacionales invadieron mi Alma Mater, la universidad pedagógica de Maracay, e hicieron fuego sobre muchachos que se encontraban en el comedor. Entre los seis heridos, según me contaron amigos de la institución, uno de ellos, léase con atención, recibió seis disparos en una pierna.
Por lo que respecta al arma, no hay acá nada que transgreda, al menos por ahora, los límites que permiten las leyes sobre al porte de armas. En términos de autoprotección en un país con uno de los índices de violencia más altos del mundo como es el nuestro, cualquiera pudiese conservar un arma en su hogar. Esto, sin que quepa lugar a dudas, dista mucho de tener un armamento propio de una célula terrorista. Sin embargo, aun cuando no se ha llevado a cabo una investigación, el vicepresidente siembra la cizaña: “…y ver en qué delitos pudiese estar incriminada esta arma”.
Por lo demás, el vicepresidente habla de guantes, metras y cohetones, pero mientras vemos a los primeros (dos pares de ellos), los otros no aparecen en pantalla y en caso de que lo hicieran cabría preguntarse si estamos ante un caso de terrorismo.
7) el siguiente caso es harto curioso, pues El Aissami lo introduce manipulando sin guantes una máscara antigas militar que desde el inicio ha tenido sobre la mesa: “aquí tengo una máscara que utilizan muchos de los grupos de choque”. Entre otros materiales encontrados, El Aissami menciona máscaras antigas, cascos y cordónes para: “detonar instalaciones”. En su visión invertida del orden del mundo, como en la clásica 1984, de George Orwell, donde la guerra es la paz y la libertad es esclavitud, la gente del gobierno insiste en presentar mecanismos de protección como instrumentos de agresión, como si el Guardia Nacional Bolivariano que le pega con un escudo o con la tonfa en la cabeza a un muchacho se sintiese maltratado cuando este se protege. Respecto a los cordones referidos, que asociamos a cargas explosivas para poner a volar al menos a media ciudad de Caracas, no los vemos en la pantalla, como se puede constatar en el video.
Por otro lado, había en el sitio una escopeta que fue lanzada por el bajante (nos muestran el bajante), pero, a continuación, vemos que quienes manipulan la escopeta están vestidos de civiles a diferencia de los agentes que antes habían entrado en el apartamento. Uno de ellos, por ejemplo, viste unos zapatos Nike. Otra detalle que no podemos pasar por alto es que, a pesar de que la escopeta había sido lanzada a la basura, su estuche está limpio y quienes la manipulan no usan guantes ni por higiene y, más grave, ni para realizar un decomiso de esa característica. Aunque soy el ser más ignorante en el planeta en materia de investigaciones policiales, el sentido común me indica que en este caso deben usarse guantes para no contaminar lo que un examen e rigor pudiese señalar como instrumento de un delito.
8) La siguiente parte es la más sofisticada de todas, el titular de primera página pues, por cuanto se presenta a través del grandilocuente título Operación Zamora: contra la insurgencia armada, narrada por una voz femenina que remeda un programa de filme de ciencia ficción. De seguido, nos habla de unos financistas del terrorismo. El primero de ellos, el publicista Iván Suárez Solís, recogía billetes del nuevo cono monetario para prestarles apoyo logístico a los rebeldes. Vemos entonces imágenes de archivo del nuevo billete de 500, pero en las imágenes del allanamiento nunca vemos la imagen nítida y concreta de un billete de esta nominación. En su lugar, vemos paquetes sellados con algo que, si somos imaginativos, pudiesen contener billetes de este tipo. Lo que sí queda registrado por la cámara son unas pilas arrinconadas, entre las cuales hay billetes de 5, 10, 50 y 2 bolívares. Ahora, si hacemos un cálculo hasta exagerado a ver cuánto puede haber allí, estaríamos alrededor de los 200.000 bs. Es decir, la cantidad que tenemos al frente alcanzaría, con muchísima suerte, para comprar trece pollos. Ni siquiera alcanzaría para cubrir la cesta básica, ya que, según las últimas estimaciones CENDAS-FVM, es de 1.068. 643, 25 bs. Conviene hacer notar un plano casi al final del video que muestra un billete de esta nominación, pero la mano que lo sostiene porta guantes azules, algo muy diferente a lo que vestían quienes hicieron el allanamiento, lo que hace evidente que puede ser un plano aislado insertado en el proceso de edición.
Emprendí una búsqueda por redes sociales para ver quién era Iván Suárez Solís y lo que encontré en su Twitter fue esta descripción: “scout, numismático, publicista, esposo y padre de dos gochos”. Prestemos atención a que se dedica a la numismática, esto es, a la colección de billetes. De hecho, Suárez Solís hasta tiene una página en la que habla sobre esta afición. Eso quizá explicaría la existencia en su casa de un número alto de billetes, aunque estén totalmente devaluados. Si con esa cantidad no podría alimentar a su familia, ni imaginarse comprándole armamento de guerra a Hezbolla o a ISIS (en el norte de México una Kalashnikov puede costar 1.200 dólares). Otro dato interesante, a contravía de las acusaciones del gobierno, es que en 2011 organizó una carrera llamada Scouts unidos contra el hambre por medio de la cual acopiaba comida para personas en estado de indefensión. El evento era el tercero de este tipo. Las fotos en Facebook que retratan su faceta de boyscout me hacen pensar en mis tiempos de niño explorador. No sé ustedes, pero a mí se me hace difícil pensar que alguien que ha crecido con los nobles valores de hermandad con los que se forman los boyscouts tenga algo que ver con el terrorismo.
Acaso más patética y perversa es la acusación que pesa sobre el profesor de filosofía de la UCV Jorge Machado Jiménez, a quien, incluso para la perplejidad del más incauto, lo señalan de tener una formación en la lucha no violenta, es decir, admiten que no es violento, lo contrario a un entrenamiento de terroristas. A renglón seguido, la voz robotizada nos conmina a observar y escuchar cómo opera este terrorista con objeto de que saquemos nuestras propias conclusiones. Con técnicas de cámara en mano y abundantes planos holandés, vemos a continuación al profesor Machado Jiménez dirigiendo a los estudiantes para que se protejan de la violencia sin freno aplicada por la GNB. En algún momento de la acción, la imagen se congela para traer nuestra atención sobre un megáfono que tiene el logo de Voluntad Popular, porque para el gobierno pertenecer a este partido equivale a ser terrorista aunque nunca ha demostrado que lo sea. En una palabra, impera la tautología, el sí porque sí.
Rechacemos categóricamente cualquier tipo de violencia, quien sea que la practique, pero por lo que atañe a los casos anteriores, a mi juicio, los últimos ponen una sombra de duda sobre los primeros. Si me apuran, diré que el orden de la presentación de estos casos apunta a condicionar anímicamente al espectador opositor con el fin de neutralizar su fuerza de movimiento. El gobierno nacional, por lo que se ve, en lugar de evidencias se vale de todo un arsenal de recursos visuales y lingüísticos para imponer su semántica y su visión del mundo: tautologías, neologismos, organización del texto cuyo dramatismo creciente desestimula, narraciones que llenan vacíos de la información o empalman trozos inconexos y producen una historia coherente y llena de significado y la activación de estados anímicos que anulan la capacidad reflexiva, mecanismo muy propio del gobierno en su doctrina permanente del shock (mientras hay protestas, por ejemplo, el gobierno va rearmando el aparato electoral)
Un último tipo de mecanismo predilecto en el ámbito de la política y al que el gobierno nacional anhela aferrarse es el del ejemplo saliente. Para entenderlo, debemos tener en cuenta que todos pensamos de manera prototípica. Dicho de otro modo, pensamos nuestras categorías en términos de prototipicidad y no prototipicidad. Si pensamos en la categoría ‘silla’, digamos, nos viene a la mente un mueble con espalda y cuatro patas. Ese caso es prototípico, en tanto que el no prototípico es una silla con tres patas. Pongamos por caso ahora que un opositor, en efecto, inflija violencia sobre un seguidor del gobierno. El resultado será que el gobierno lo usará como un caso saliente y lo reproducirá y repetirá por sus medios de comunicación para instalar la imagen de que el opositor prototípico es violento. En adelante, esta imagen será la que venga a la mente en cualquier proceso de razonamiento.
La violencia practicada por el gobierno nacional en términos de la etiqueta ‘terrorista’ solo puede ser entendida en su dimensión más brutal si contamos la omisión en el discurso de los cuerpos maltratados. Si echamos un vistazo a los medios de comunicación del Estado y a cualquier otra plataforma progubernamental, encontraremos la no visibilidad y, por tanto, el no reconocimiento de los jóvenes opositores asesinados. Aquellos, cuando mucho, los mencionan cuando tratan de inculpar a alguien de la propia oposición. Un caso que ejemplifica este punto es el de un clip sobre la constituyente de paz, en el que los GNB son presentados como víctimas de los estudiantes. En este video, de innegable arraigo fascista, los GNB abrazan viejitas, siembran árboles juntos a sus hijas estudiantes del preescolar, están llenos de miedo en las marchas, reciben maltratos y se les rompe el corazón (“si me humillas y me insultas, yo también siento”) y ayudan a los desvalidos. Toda una ficción que contrasta con el asesinato de más de cincuenta manifestantes, sino que lo diga la propia Fiscal, quien hoy sostuvo atónita una bomba lacrimógena como la que le quitó la vida a Pernalete. En el campo de la biopolítica, el filósofo italiano Giorgio Agamben conceptualiza como ‘homo sacer’ a aquel individuo al que el Estado totalitario ha despojado de su condición política y jurídica y lo ha expulsado del ámbito del reconocimiento como sujeto de derecho, lo ha abandonado a una desnudez, a una vida puramente biológica, y en consecuencia lo ha convertido en matable, en asesinable, en desechable, en exterminable sin que quien lleve a cabo la aniquilación deba comparecer ante la ley, esto es, puede hacerlo con total impunidad. El gobierno venezolano se muestra determinado a semejante barbarie.
Aun el destino se antoja en empañar las acusaciones del gobierno nacional, pues el mismo día que El Aissami exponía el desmantelamiento de las supuestas células terroristas una bomba estalló durante un concierto en Manchester, lo que resultó en 22 personas muertas y 59 heridas. De vuelta a las pruebas imbatibles de El Aissami, como lo recoge una locución popular venezolana, el chiste se cuenta solo.
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Nota: los eventos en Venezuela ocurren a tan alta velocidad que cuesta escribir con datos actualizados. Me disculpo de antemano si desde ahora lo que pueda presentar se organice de forma un tanto dispersa. Para cerrar, informo sobre algunas cosas que echan luces sobre todo lo anterior:
- el porta El Pitazo desmintió el 22 de mayo un video transmitido por el programa Zurda Konducta del canal estatal VTV, en el que mostraban la golpiza que habrían recibido dos hombres por el simple hecho de ser chavistas. El mismísimo Defensor del Pueblo lo colgó como prueba incontestable del terrorismo opositor. El Pitazo se encargó de desmantelar la patraña, pues el linchamiento ocurrió en Guatemala.
- En la misma rueda de prensa anotada arriba, la Fiscal General señaló que el video del hombre quemado en Altamira había sido manipulado, lo que, una vez más, compromete a la versión oficial.
- Ante el asombro de la nación, el dictador mintió sin rubor del día de ayer, 25 de mayo, al culpar a la oposición de instalar explosivos para volar tres puentes caraqueños: “atacaron, destruyeron, tres puentes, que comunican la autopista fa…que va hacia el este de la ciudad de Caracas”. Lo que olvidó el sátrapa es que desde muy temprano circuló la noticia de que los puentes serían cerrados para hacerles mantenimiento. Aunque la mentira estaba de relieve, ni el más imaginativo hubiese esperado el giro que le dio Maduro. Me parece que hay algo más delator en la acusación: notemos que cuando va a decir Fajardo rápidamente evade la palabra. (véase en el siguiente enlace https://www.youtube.com/watch?v=n4kcVo3SDhg)
Solía decir mi amadísima abuela materna que hay gente a la que no se le puede creer ni el padre nuestro. Si el Papa Francisco, impulsor del supuesto diálogo, se esforzara tan solo un poco, podría decir lo mismo y también entendería mejor.
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