
Y tiene voz
y abre los espíritus de la calle.
José María Panero
Despierto de boina
después que muero en licor
y en vela emprendo el fusil
cargado de amor por los míos.
Soy parte de los empedernidos
con la libertad en los talones
y la verdad sobre el asfalto.
Sueño con damas verdes
domadoras de serpientes y predicadoras
de las posibilidades de mis desquicias
.
Como las tuyas
mis manos también son de luthier
y ay de aquella piel madera,
ay de aquella que peina sus cuerdas
y exponga su canto
ante las partituras nocturnas.
Suelo aborrecer a quién bota la curda
así como a la seducción sin llegar al coito.
Aborrezco el gatillo que desconoce sus intereses
así como al dedo índice que no dictamina el cariño.
Soy un animal refugiado en la sombra de una flor.
Soy el silencio de las cloacas y el incienso del rato.
Soy la soledad que no se aguanta
y el ojo que dilata la incertidumbre de la vida.
Soy la boca que aguarda la mano para el caudal.
Transito en medio de palabras
con las que carros y motos se comunican,
mi olor es la chamba con que mi gente me saluda.
Soy parte del unísono en el que andamos
-aunque vaya en dirección contraria-.
Mi nombre son las historias de los otros
y mi apellido los caminos interminables;
entonces, no me llamen poeta
si prefiero escucharlos a ustedes
(aunque crean que me ladillen).
***
Andar de esqueleto
Andar con rostro de escape
y prevenido ante el chigüireo,
cargar mil escapularios blindados
con vírgenes y santos de brazos cruzados,
mil ojos no son suficientes
ante la jugada de la mano de Dios.
A la hora pico que no es la del té
marcamos la milla
no para competir contra Usain Bolt
pero si para salvar la vida.
– ¡No more! –
– ¡No more! –
grita una pea atravesada
en medio de un puestico de cotufas,
aunque no distingue la onomatopeya
la mala costumbre es automática.
– Dios te bendiga-
– ¡Activo por ahí! –
– ¡Pendiente en la pista! –
cada quien se protege a su conveniencia.
Según la zona donde se viva
se percibe el Mágnum como un helado,
aquí las únicas bombas son
las que se comen en la panadería.
Claramente
la polisemia abunda por estas calles;
si las aceras fueran las orillas de las costas
atracar fuera cosa de náutica.
Por estas calles andamos de Pastor Maldonado,
Rubén Limardo nunca pensó
que copiaríamos sus movimientos.
Aquí se piensa y luego existe
para no chocar el carro que no tenemos
y no hacer rico al latonero.
Andar de un chaparrón ante el sol pelado,
Andar con crisálidas en el estómago
tras llegar tarde a la repartición,
digerir la herida
la sal.
Andar con el rostro de vajilla,
Andar desmenuzado
Andar de migajas;
pese a todo,
nos desarmamos en la resistencia de amar,
estando en carne propia
y andando de esqueleto.
***
Concordar
Concuerdo
que el cielo es un violín en transición
y que el mejor papel de los locos es la congruencia.
Concuerdo
que las aves nacen en el pecho
producto del exorbitante amar.
Concuerdo
que somos incautos frente al espejo
donde habita el soliloquio.
Concuerdo
que el malojillo se manifiesta
en los acromáticos días pernoctados del lugar común.
Concuerdo
que la terapia etílica disfraza el cólera
y que el tiempo de Dios es perfecto por un Rolex.
Por ende,
es necesario
contener en los párpados el diluvio primaveral.
Es necesario
contemplar el descenso de las hojas.
Es necesario
palpar nuestras camisas de fuerza.
Es necesario
contenerse a la zona de confort.
Es necesario
amar y sobre todo amar
después de renunciar a la personificación.
***
El vaivén no es más que el impacto
Caer en el darse cuenta
y levantarse en el repensar,
huir hacia la demencia
y volver al manicomio sano,
llorar al cauce del cigarro
y sonreír sapiente como si nada,
descansar en piernas lúdicas
y despertar junto a un cuerpo correspondido.
Degustar una excusa
con la necesidad de digerir alcohol,
ir al balcón con interrogantes
y bajar las escaleras predispuesto,
esperar bajo un farol sin bombillo
para buscar nuestra luz antes que la renten,
oír una guitarra de calle intermitente
y echar en su cubierta jornadas laboradas.
Maniobrar una bici sin frenos
hasta que la cuneta nos salve,
reír en la seriedad rigurosa
y gritar en bibliotecas elítescas,
caminar al alba lleno de rupturas
y correr en busca de aquellas asesinas
de este vaivén;
vaivén de templarse los pabilos
y espabilarnos,
vaivén de ademanes:
Aguardando bajo la lengua
la intensidad de soles para labios ventanales.
Este vaivén que no es más que coexistir,
este vaivén que no es más que el impacto.
***
Canela y vainilla
Eres canela y vainilla,
hueles a cacao
hay un melao
en la trayectoria en que sonríes.
Eres canela y vainilla
piel dulcita que brilla de almíbar,
de polvorosas se cubren tus senos.
La miel que reposa en tu vientre
dará luz caramelos
que sostendrán los niños
con manitos de sal.
Trenzan los niños tu cabello
y te haces envoltura;
los adultos ven caríes
los niños ven risas multicolor.
Los niños sueñan
que elevan papagayos
en nubes chantilly
bajo la tarde cereza.
Yo entiendo las complicaciones
del exceso de glucosa
pero, soy necio y también niño…
entonces ¿cómo cuidar mi salud?
cuando eres canela y vainilla.
***
Robert Abrahan Mora V. (Maracay, Aragua, 1995). Estudiante del PFG en Psicología en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Ha participado en los talleres de poesía y narrativa en la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello. Participó en la antología poética “Nueva Poesía Erótica Venezolana” 2015. Ha participado en diversos recitales, entre ellos: Peña Literaria: “Poesía Japonesa y Palabra Criolla” 2014, Festival de Poesía Internacional “Palabra en el Mundo” (2014, 2016), 11ª Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN 2015), 12vo Festival Mundial de Poesía Venezuela (2015), Festival de Poesía Realenga 2016.