Rumor de la bahía
Míranos allí, fermentados
entre la madrugada
y sus escalofríos
el alba nos humedece
con su leche casi ceniza
y nos sacude
con ese glamour que tienen
las cosas que se pudren
míranos allí, espectros
y déjennos allí, errantes
mordiendo el barro
para saciar el germen
con nuestra sed constante
alimentándonos
de todo lo que duele
***
Año.Trópico
Tras bastidores vivo una infancia mugrienta
para no olvidar la fragilidad que me diseñó
entre la amnesia de los objetos desalmados
pequeños cementerios levitando en su desencanto
afuera, en la estratosfera, el ánima de la avena
el incendio del trigo, la luz rota en una cabriola
la sombra pasteurizada sobre lo inservible
el sol amalgamado en el fango
esos espejismos son rumores
remembranzas tardías florecidas
en la memoria lánguida de una tarde de verano
a unas horas de un final inevitable
entre la espuma de un océano descarriado
soy todas esas mujeres ancestrales
que me han hecho en su rugido
átomo por átomo amargura por amargura
todas mis ascendientes en su constante
canto de harina y polvo
coagulando su danza en el barro
ellas a navajazos y pellizcos
a siniestras bofetadas de brillo
con el ungüento exacto de la brisa
me han formado la piel y la silueta
con esa locura necesaria y ascendente
de la gestación
esta generación pixelada no me duele
ni el liquen raro de una nostalgia
ni el oleaje cadavérico de la ausencia
que se viene encaramando por el páramo
con su galopar denso de sortilegios
pues una gruesa estirpe de tormentas
transcurre en todas mis dualidades
***
En un ocaso cualquiera
En el patio, a contrasol
hay un tendedero de ropa funesto
en él cuelgan tres trajes, dos de ellos
fermentados de mar y epilépticos
el otro, deforme por la radiación que lo traspasa
es una historia incompleta en el gentil oscilar
de su tela
son fantasmas que palpitan
y riegan el espesor de la materia
sin temor a su deformidad
como el traje de la derecha más cercano al alba
con su secuencia negra entre la cadencia
de todo lo que se perdió
la unión de todas esas arrugas
y declives
hacen la simetría perfecta
ya no hay pasado ni tejido que nos habite
lo mórbido es la única belleza que tiene sentido
como ese cuarto traje que ignoramos
desolado y digital
que el viento dejó bajo la sombra del guayabo
lleno de un fulgor extraño, bebiendo del suelo
los temblores
***
Año de leo
Vivimos la circuncisión del verano
en medio
del desierto de la sed
mas somos invitados (no se nos olvide)
un dialecto barroco del polvo
incubamos hasta la trascendencia
larva reencarnamos en la marea del zodiaco
el mar imita el agua amniótica o viceversa
y sobre todo la madre imita a la tierra
el hijo a la ceniza
nacimos como un brote astral
llegamos rasgados y secos
para beber de la herida del hombre
su savia
en ese constante tropiezo
con los transversales de la conciencia
cada caída es un sorbo de fuego liviano
***
Bajo raíz
Hay una escalera en la cocina que da al sótano
allí es donde enterramos a nuestros muertos
para que siempre eclosionen en el verano
el calor los revive de una oleada
los adultera, edita sus cenizas y sus dolores
allí, en el sigilo del bajo mundo entre la polvareda
como halos encendidos danzan a hueso roto
olfateando la cena y la tiniebla
falsifican la especia intrínseca de la noche
chupan y desgarran el esmalte del seno
por si nuestra dimensión lo permite, veamos
el grosor de su estirpe, la huella en el tiempo
parpadeando
allí, se revuelven, beben del licor del moho
mastican al insecto como al pan una vez
reverdecen en el sosiego estival
se intercambian los cuerpos
alteran su linaje de manera momentánea
como ritual reviven el vigor pasado
se meten unos a los otros en una misma figura
pierden el pudor que trae lo mortecino
tienen ese sexo parecido al de las flores
se polinizan en cada ráfaga de viento
de la migaja hacen esa ceremonia de vida
donde sólo el valiente se atrevió a sangrarlo todo
ellos, nuestros muertos saludables
han hecho un desorden con el alba
trafican la nada para calmar el bullicio
de la amargura añeja
como matorrales trepan por las paredes
con sutileza y precisión de ultratumba
palpan la superficie con lo etéreo de sus manos
se hacen mantillo espontáneo sobre la memoria
de una fiesta de estío y hace espanto
***
Jonatán Reyes (San Juan, Puerto Rico, 1984). Ha publicado los libros Hologramas Exiliados (plaquette, 2012) y los libros Actias Luna (2013), Aduana (2014), Sunny Sonata (2014) Filmina (2016), Perdíamos la gracia y el verano (2017). Su poesía ha sido publicada en diversas revistas internacionales de literatura y poesía, de países como, Colombia, Argentina, Venezuela, España, Grecia, Italia, Brasil, Ecuador, Estados Unidos, y México. Parte de su trabajo ha sido un incluido en varias antologías internacionales, como la Antología de Poetas Latinoamericanos (Imaginante Editorial, Argentina, 2015) y Voces de América Latina (Mediaisla Editores, New York, 2016). Lo han invitado a diversos festivales y encuentros de poesía, entre ellos, al “I encuentro latinoamericano de poetas del Itsmo”, al II Festival Internacional de lectura “Agua Dulce Caracola” (México, 2015), al IX Festival Internacional de Poesía del Caribe (PoeMaRío)” en Barranquilla, Colombia, y al reciente V Festival Latinoamericano de Poesía Ciudad de Nueva York. Es finalista del III y del IV Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador, y también es finalista del Premio de Poesía Internacional Francisco de Aldana con su libro “El oleaje que nos deshace”. Recientemente preparó la antología bilingüe (español/portugués) “Del Triángulo de las Bermudas a Lisboa: 18 poetas puertorriqueños que se publicó en la revista colombiana “Otro Páramo”. Su poesía ha sido traducida al italiano, griego y portugués.
Buena poesía me impresiono profundamente..!!
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Hermosos poemas. Gran poeta. Nunca antes lo había leido y me sorprendió.Qué frescura, que fluir…
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