
Cuando llegaron al auditórium, ella fue abordada por mucha gente que la saludaba. A él, en cambio, era preciso presentarlo a cada paso. Como de costumbre, el acto tardaba en comenzar y ella se dio a departir amablemente.
Pedía opiniones, argüía; reía, asentía, negaba, aceptaba, refutaba…
Al iniciarse la conferencia ella tomó asiento y él la rodeó tiernamente con su brazo.
La exposición de argumentos avanzaba pesadamente y él tomó con delicadeza su mano para depositarle un suave beso que la enterneció todavía más.
Cuando ya se aproximaban a las conclusiones, él le susurró algo al oído que la hizo ruborizar un poco. Cuando ella giró la cabeza para mirarlo, él le planto un besito furtivo en los labios: rápido, sin ruido, pícaro… y ella se ruborizó al notar que varios en la sala lo habíamos visto.
Al término del acto, él sostenía su mano entrelazando los dedos de ella. Todos notamos que eran “algo”.
Se marcharon.
Una vez traspuesto el umbral de la casa ella vino a enlazar sus brazos al cuello de él. Displicente, él deshizo el lazo y con aire casi insolente esquivó el beso que ella le ofreciera.
Ya estaban en casa, ya no tenía que dejar claro a nadie más que era suya.
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Calixto Gutiérrez Aguilar (Santa Ana de Coro, Falcón, Venezuela, 1972). Licenciado en Lengua, Literatura y Latín por la Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda”. Desde hace algunos años se inclina por la producción de textos narrativos, breves en su mayoría. Se desempeña como acompañante pedagógico en la Casa Hogar “Fray Romualdo de Renedo” en el Centro Misional “Los Ángeles del Tukuko” en la Sierra de Perijá, Estado Zulia, Venezuela.