Cuatro poemas de Aura Tampoa Lizardo (Venezuela, 1982)

Aura Tampoa Lizardo (Venezuela, 1982). Psicóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela (2009). Durante los últimos años, ha colaborado con la revista del Centro de Estudios de Mujeres de la misma institución, con la revista de estudios feministas DUODA y con la revista digital Guayoyo en Letras. Participó en la antología Hacedoras, compilada por editorial Lector Cómplice y en el Certamen Internacional de Siglema 575, editado por Scriba NYC, 2021/2022 y en la Revista Página Salmón, 2022. Desarrolló la Guía Práctica para reconocer un falso amor, volúmenes I y II. Es magister en Estudios de la libertad femenina por la Universidad de Barcelona (2012) y magister en Literatura comparada y estudios culturales por la Universidad Autónoma de Barcelona (2012). Cofundadora de la productora cinematográfica venezolana Salvaje Films. Actualmente reside en la Ciudad de México donde trabaja como psicóloga y escritora. Durante el 2022 escribió su primer poemario inédito titulado La Muerte Vaga.

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Quemadura de segundo grado

A los seis años
adquirí el temple
de las burbujas.
En la cocina del padrino
10 litros de agua caliente
escocieron mi piel.

El ardor
no acabaría en estallido.
Me escondí en el baño
grité
vinieron por mí.

Era la esposa del padrino
vino a vaciar su litro de vinagre
sobre mi torso
a regalarme
una ducha para el desmayo.

Cortó mi ropa,
me llevó en brazos a un hospital
luego a una clínica.
El Dr. Stopello
con un cepillo
fulminó mis capas de piel muerta
la voz azul
contuvo mi soledad.

 

 

Demencia senil

La mujer que me cuidó
se perdió en la niebla.

Año tras año
fue despojándose de caras,
nombres y afectos.

Hablar con ella
es enfrentarse a un atril
un mecanismo estable,
que se sostiene sobre sí mismo
que, a su vez, sostiene partituras l
eídas por seres en trance.

Un atril no abraza,
carece de humanidad
y en su fuero
alberga el mundo de los mutilados.

 

 

Naturaleza Muerta II

La casa
a pesar del derrumbe
guarece.

Me escondo bajo el helecho
entre nubes danzantes
lejos del mar.

En el día del perdón
me atraviesan
antiguas suturas.

 

 

Compost

¿Quién comerá los gusanos afincados
en las cavidades de mi cráneo?

Alguna vez me centré en la descomposición
de las carnes

bajaba y subía
vértebra por vértebra
como si de un ascensor se tratara.

De noche
confundí el ascensor con una torre

no hay brotes mágicos
entre las nubes
solo el descontrol de las letras
en torno al humedal.

Toda casa aspira al derrumbe.

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