Dos cuentos de Alejandra Machuca Gutiérrez (Perú, 1993)

Yelena Bryksenkova
Yelena Bryksenkova
HACER EL AMOR EN SAN PEDRITO

Combinación otra vez. Qué nos queda sino las reuniones en los locales de comida rápida. Hacernos humo, mezclarnos. Jugar más seguido a que estamos locos, a que vos pensás que sos vos pero en realidad eres otro. Jugar a los esquizos para poder perder el miedo. Te ocultás del barrio entero, te ocultas de las estaciones y te esfumas de mi psiquiatra. No estamos locos, jugamos a que lo estamos. Yo en mi fantasía vivo en Vermont. Yo en mi fantasía fundo una colonia con costumbres reservadas temporariamente, ya vendrán los hijos de los hijos y total la destrucción. El ser para uno porque uno se escapa de todos como un molusco. Es irreversible. Estamos tan solos que nos travestimos de moluscos que se piensan humanos. Pero no lo decimos. No se habla de estas cosas cuando se sostiene la bandeja en la comida rápida. No se tiembla deliberadamente a menos que el viento pase corriendo en forma de masa humana o la masa humana imite al viento o lo que sea. No se miente deliberadamente a menos que los otros como estallidos involuntarios se salgan de uno mismo hacia las otras combinaciones, hacia los otros círculos de la existencia. No se ama deliberadamente si no es que estamos en el medio, estáticos, dando el apretón de manos, como los amigos cuando se encuentran en la combinación del tren.

HACER EL AMOR EN ESTACIÓN CONGRESO

Ni si quiera habían dejado que saliera el sol, y ya eran hombres y mujeres condenando el clima, disfrazándose de operación urbana, negros grises y ensombrerados, velocísimos, bajo tierra. Los chirridos del subte anuncian que el proceso iniciará. Cada vagón opera un poco la elaboración del tiempo, la fantasía que más conviene a los gobiernos de garantizarnos la continuidad.

Plaza del Congreso, barcito en Flores o el hotel de la 9 de Julio. Los procesos continúan ciegos y verticales, mientras, por debajo, alguien gritan ¡Viva la Libertad! Es una suerte que en el mundo competitivo algunas vidas marchen tan mal. En el cuerpo y en los interiores, en la pereza y en la insalubridad. Fumamos, bebemos, huimos, ganamos poco. Ganamos nada. Habían quedado tantas veces los artistas ese mes, que los encuentros excedían la asistencia a clases y las reuniones de trabajo. Pero qué importa, que viva el nueve de julio y el cuatro de agosto y el veinticinco de diciembre, porque en realidad nadie ha venido a regalarnos su caballo ni su cruz, apenas somos pasas jóvenes pero al final todos sufrimos los fueguitos, las mordidas, el cáncer y la recesión. 

Vasos lamidos dócilmente, marcas de labial. El eco de una voz madura que ata voces que se sincronizan, abundan el ensayo, los cafés dobles, y sobre todo en la prosa abunda la sexualidad. Esta es la nueva vida alternativa. Arreglos en el horario y conmorir a escondidas. Guiños de meseros que conocen los secretos. Tiempo fuera. Ella apoya su cabeza sobre el pecho señorial. Es la primera vez que junta flores con un hombre de negocios. Por aquel lado continúa el proceso, y ellos se han unido para mecerse y negar. Luego el hotelito y más lecturas en voz alta. Trazan líneas anarquistas, primero un cuerpo sobre el otro, cambian de época y no definen el lugar. Salto ciego, detenimiento, Kafka Kafka Kafka Joyce. Esta es la nueva independencia. No las lecturitas, el acto de revolcarse y luego sentarse a leer y callar. 

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Alejandra Machuca Gutiérrez (Perú, 1993). Blogger y estudiante de letras. Extranjera por vocación. Actualmente reside en Buenos Aires y publica poesía, ensayo y prosa en www.lamujerdemonod.tumblr.com, www.unserenotro.tumblr.com, www.queimportanada.tumblr.com

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