Tres poemas de María López Pousa (España, 1993)

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La Ley del Mar 

Tengo más miedo a morir ahogada del que tengo
a morir de sed.
Creo que es en parte por la incertidumbre.
Puedo buscar en google
los  158,000 resultados
(en 0.40 segundos)
puedo saber las horas
que me quedan de vida
en el desierto.

Pero no puedo
realizar la búsqueda inversa.

 

***

 

La noche que tú dormías

  

“Anche la notte ti somiglia,
la notte remota che piange
muta, dentro il cuore profondo,
e le stelle passano stanche”.

(C. Pavese, The night you slept)

Hay cosas que escondo en silencio para el momento en que escondes
la cabeza debajo de las mantas
que son los ecos
de todas las noches
en las que no podía dormir.

El sueño nunca me ha sido fácil pero eso
ya ha dejado de ser un problema.
Mi gato lo sabe
porque ya estaba aquí antes que tú
probablemente
estuviese aquí antes que yo
o antes que el yo que soy ahora,
y apoya la cabeza en mis piernas con cuidado
porque lo sabe
o en mi estómago
o en las muñecas
solo por si acaso.

Entraste en mi casa bajando las persianas y diciendo
que me harías dormir todas las horas
que habían quedado pendientes
en cuatro años de universidad y ahora
es como si mi cuerpo no respondiese
aunque mi cabeza siga funcionando
como si mis ojos no respondiesen y aún así
supiesen perfectamente
el lugar que ocupas en las almohadas que nunca me habían hecho falta
que nos costaron cuatro euros y que ahora
aunque no estés
hacen que parezca que sí.

Aunque lo intentes haces como que no te das cuenta
de que estamos durmiendo en horas cruzadas,
que por eso
los mismos miedos
siguen ahí
aunque intuya la forma de tus manos al lado de las mías
como algo demasiado precioso
para dejarlo a la vista del mundo.

Mi gato lo sabe
pero tú todavía no
y sé que es absurdo no contártelo cuando sé que llegará el día
en que leerás este poema y me mires con reproche
y yo me encoja de hombros
como siempre
y le quite importancia
a las veces que lloro
por esas partes de mí que nunca
he sido capaz de ordenar.

Mi gato lo sabe
pero tú todavía no
y sé que es absurdo porque en realidad no me costaría nada decirte
que temo las mismas cosas que todos sólo que
a horas cruzadas,
que ya no pienso en la muerte,
y que a veces lloro en silencio aunque en realidad
todo esté bien.

  

***

 

Las ruinas de las ciudades sumergidas

Volví a las ruinas de SC dos noches antes de marcharme
mirando por encima del hombro los restos
de los tejados de piedra
y los nombres de las calles que olvidamos
después de pasar por ellas
demasiadas veces
el movimiento de los paraguas
por caminos demasiado estrechos que me hacían pensar
en esa frase que escuché tantas veces y de la que hablaba
a pesar de estar tan lejos del mar
como si SC escondiese de algún modo
la belleza
de las ciudades sumergidas,
una belleza que sólo
alcanzamos a ver de vez en cuando,
en los restos de agua en nuestro pelo
en las manchas de humedad en el techo de los baños
en una fila de calcetines puestos a secar
encima de una estufa.
Recordé los bares pequeños en los que contaba cada vez una historia diferente,
las tazas detrás de las que me escondía,
aparentando ser David Bowie
aparentando ser Sylvia Plath
perdida entre las voces que se estiraban
en el esqueleto de la ciudad en ruinas en busca
de algo de luz.
Recordé los muros de piedra que entonces
aún estaban en pie,
en los que apoyaba la espalda a las ocho de la mañana y me miraba los zapatos
mientras hablabais del futuro,
ahora tan lejos
del lugar en el que estamos.
Recuerdo el pedestal del mundo en el que soñé por primera vez con besarte
en el que soñé con besarte
en tu dormitorio casi subterráneo desde el que veíamos
los pies de los turistas
los pies de aquellos que buscaban el camino de vuelta
antes de que amaneciese
y pienso en lo imposible que parece que ahora mismo haya otras personas durmiendo en aquella                                                                                                                                             cama,
otra ropa tirada por el suelo
otros caminos de vuelta a una estación
que ahora ya no existe.
De pie en las ruinas de SC me pregunté
si alguna vez llegué a ser del todo feliz así antes de darme la vuelta y decirme
en voz muy baja
que de todos modos
eso no es lo que importa.

 

***

María López Pousa (1993), es una estudiante gallega que echa de menos el mar. Actualmente reside en Madrid y, cuando puede, escribe. Sus poemas han sido publicados en la antología Apuestas. Nueve nuevos poetas (La Bella Varsovia) y han sido incluidos en publicaciones digitales como Compostimes. Desde 2011 forma parte del grupo de spoken-word Jóvenes Sin Talento 2 (https://www.facebook.com/JovenesSinTalento2), y desde 2016 colabora con el grupo de investigación y divulgación de la Historia Medieval Renovatio Medievalium (https://www.facebook.com/RenovatioMedievalium ). 

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