Fedosy Santaella: «La literatura es un compromiso con lo humano», por Oriette D’Angelo ~

Fotografía de Andrea Daniela
Fedosy Santaella / Fotografía de Andrea Daniela

Fedosy Santaella escribe y escribe bien. Su nombre no es sólo una herencia ucraniana por parte de su abuelo, Fedosy Kruk, sino que también es uno de los nombres de la literatura venezolana contemporánea más difundidos tanto dentro como fuera del país. Fedosy Santaella escribe y lee, publica artículos en Internet, tiene cuenta Twitter, dicta talleres de Escritura Creativa, escucha música y ve películas, es profesor universitario, es amado y criticado, difundido y censurado, gana concursos literarios, habla de política, de cine, de religión, del mar, de lo que le gusta, de lo que no le gusta, habla con la gente y de la gente, escribe, escribe, escribe. Fedosy Santaella escribe, y escribe bien.

Nació en Puerto Cabello el 2 de enero de 1970. Trabaja como profesor en la Universidad Católica Andrés Bello y en el diplomado de Narrativas contemporáneas (ICREA-UCAB). Su obra es bastante diversa y en su haber cuenta, hasta ahora, con los libros de relatos Cuentos de cabecera (2001), El elefante (2005), Postales sub sole  (2006), Piedras lunares (2008), publicados por Ediciones B; Ciudades que ya no existen (2010) e Instrucciones para leer este libro (2012) publicados por Bid & co. editor. También es autor de las novelas Rocanegras (2007, Ediciones B), Las peripecias inéditas de Teofilus Jones (2009) y En sueños matarás (2013), publicados ambos por Alfaguara; Los escafandristas (Bid and Co., 2014) y El dedo de David Lynch (Pre-textos, 2015). Su extensa obra incluye la publicación de libros de cuentos para niños y jóvenes bajo el sello editorial Alfaguara.

En cuanto a premios y reconocimientos, fue elegido en 2009 para participar en el Programa Internacional de Escritura de la Universidad de Iowa. En el 2006 ganó el Premio de la Bienal Internacional José Rafael Pocaterra y obtuvo una mención de honor en la Bienal José Antonio Ramos Sucre en el año 2007. Fue finalista del Premio Cosecha Eñe (España, 2010) y del Premio Herralde de novela (2013), con el libro que aquí nos convoca, El dedo de David Lynch. Recientemente obtuvo el XLVII Premio Internacional de Novela Corta “Ciudad de Barbastro” por su libro titulado Los nombres que saldrá publicado bajo el sello editorial Pre-textos.

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El dedo de David Lynch narra la historia de Arturo y Mariana, una pareja de estudiantes de la Escuela de Letras de la UCV que decide irse a vivir a Chirimena atraídos por los encantos de la playa. Relaciones familiares, amigos excéntricos, situaciones inesperadas y un desencanto por la vida del arte en la ciudad son parte de los motores que trazan el hilo de esta historia. Encontrar un dedo, guardar el dedo, no saber de quién es el dedo y tratar de descubrir su secreto. Definirse a sí mismos, encontrarse, creer en el amor, creer en la gente, creer en el mar, conocer a un ex policía, conocer a un traficante de drogas, dormir en la playa, hacer el amor en la playa, morir en la playa, creer en la playa y querer seguir allí. Arturo y Mariana. Sargento. Marcano. Jean y Georgina. Ángel. Sergio. Richi. El gordo Glen. Un padre, su hijo. Los Elegidos de la playa. Los elegidos por Fedosy para contar esta historia.

Fedosy Santaella escribió la novela El dedo de David Lynch, y la escribió bien.

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En tus más recientes novelas, Los escafandristas (Bid & co. editor, 2014) y El dedo de David Lynch (Pre-textos, 2015) aparecen personajes que cuestionan el poder o buscan para sí mismos pequeñas cuotas de poder. ¿Qué se puede aprender sobre el poder al escribir ficción?

Fedosy Santaella: Me he dado cuenta de que en mis novelas recurro a ese tema: la lucha del hombre, de un solo hombre, desde su individualidad, contra los poderes. Es un asunto de libertad individual por fuera del colectivismo, de las ideologías aglutinantes que buscan un pensamiento único. Tenemos derecho a ser libres como personas diferentes, particulares, con ideas propias sobre el mundo. Libres desde nosotros mismos y no libres «liberados» por héroes delirantes que se creen los salvadores de la humanidad. En todas mis novelas hablo sobre eso, sobre el empeño por el derecho a ser quién queremos ser y no lo que otros nos imponen. ¿Quién dijo que yo estoy obligado a andar de rojo todo el día?, ¿o que debo llamar Galáctico a un señor que en realidad me pareció muy mediocre en vida? ¿Quién ha dicho además que ellos tienen la razón? ¿Quién les dice a ellos que yo estoy equivocado? Tengo derecho a disentir. Ellos también, por supuesto. Pero sin garrote en mano, por favor. Mi garrote, en todo caso, sería la escritura.

«Ellos» también afirman que combaten distintas formas de poder desde su individualidad, o de forma colectiva en algunos casos, pero afirman estar en contra del poder. ¿Es una contradicción querer combatir el poder desde el poder? ¿Por qué crees, además, que el ser humano necesita «salvadores»?

FS: Ellos dicen muchas mentiras para mantenerse en el poder. Y no sé si todos los seres humanos necesitan salvadores; lo que sí sé es que a mí los salvadores socialistas no me van.

Antón Chéjov escribió que “el mar no tiene ni sentido ni piedad”. Como novelista, ¿qué buscas al contar historias que se desarrollan en el mar? ¿Buscas, de alguna forma, encontrarle sentido a través de su propio misterio?

FS: Yo nací cerca del mar, siempre tuve lo tuve cerca. Pero el mar nunca se da del todo, porque el mar también es el horizonte, el cielo alto y lo que está más allá del horizonte. El mar siempre está yéndose y hay quienes buscan irse con el mar. El mar es una invitación al viaje, a las historias, a la épica. El mar tiene sentido mientras comprendas que cambia constantemente en la medida que recorres ese sentido y haces historias con ello.

En El dedo de David Lynch los protagonistas rechazan la presencia del ego en el mundo artístico, específicamente en la literatura y en la música. Uno de los personajes habla también de la diferencia que existe entre la obra y su autor. En lo personal, ¿son necesarias pequeñas cuotas de ego en el mundo literario o es algo que desfigura su propósito?

Sobrecub. EL DEDO DE DAVID LYNCH-Cuatri:camisa narrativa contem.FS: La ambición, el ego y la búsqueda de la excelencia son necesarios. La antigua retórica de izquierda que pulula en este golpeado país ha contaminado el alma de muchos hombres y los ha hecho miserables y mediocres. A la sociedad civil le hace falta ego y búsqueda de excelencia. Estamos llenos de mitos tontos: que si el escritor escribe mucho, que si se promociona, que si gana premios, que para qué quiere ser conocido fuera, que nadie nos conoce afuera. Pura paja. La mayoría de esas críticas tienen un tufillo anticapitalista, izquierdoso que cansa, y que ha permeado el alma incluso de los que se oponen a esos hedores socialistas. Yo hago lo que mejor me parece, nadie me pone una pistola para que escriba o no escriba. Esas críticas suenan a bota militar que te aplasta la cabeza. Si aquellos críticos del quehacer literario estuvieran en el poder serían idénticos a los que dicen que son nuestro gobierno. Ahora, la dinámica de los mediocres que alaban a un trepador sin mayores méritos, eso es otra cosa. Como también otra cosa es la dinámica de los mediocres trepadores que andan detrás de algún escritor con mérito y que buscan brillar con la luz del consagrado. Eso es imperdonable.

¿Y es posible separar la obra de un autor de su vida personal?

FS: En la escritura no, en la lectura, quizás sí, pero en un sentido distinto al de la interpretación de la lectura. Quizás sea necesario conocer algunos aspectos de la vida del autor para llegar a un buen análisis de la obra, pero no es necesario, en lo absoluto, ligar al autor con su obra en el sentido empático. La obra podría gustarte sin necesidad de que el autor sea un ramo de flores lleno de simpatías. Yo no leo a un autor porque me cae bien o me cae mal, porque me acaricia el lomo cuando lo veo en una librería o porque me dice «pana» para ponerse a mi altura. Algunos lectores cometen ese error.

¿Crees que la crítica literaria y el periodismo cultural en Venezuela cometen este tipo de error? ¿Leer, difundir, opinar y trabajar una obra sólo «si el autor les cae bien»?

FS: Hay de todo. El amiguismo está en todas partes del mundo. Pero al final, ¿de quién hablas? De tus amigos, ¿no? Lo que sorprende y da nauseas son las retóricas hiperbólicas, eso sí. Hable de su amigo, promocione a su autor, pero por favor…

Arturo, uno de los personajes principales, es un estudiante de Letras de la Universidad Central de Venezuela desencantado de la Escuela de Letras y del mundo literario por ser, en palabras del propio personaje, “un mundo de egos, idolatrías y enanismos”. Este desencanto es algo que se mantiene a lo largo de toda la obra. ¿Crees que en la actualidad, más allá de la ficción, hay en Venezuela personas tan desencantadas como Arturo?

FS: Sí, claro que las hay. Hay muchas personas con exilio interno. Arturo se exilió huyendo de los poderes, de la mediocridad de la Venezuela contemporánea, pero no lo hizo fuera del país, sino acá mismo. Me interesaba contar la historia de los otros exiliados, de esos que se encierran en su interior e intentan hacerse un paraíso que, inevitablemente, termina siendo golpeado, derribado a martillazos por la oscuridad que nos rodea. Esa oscuridad está fuera y está dentro de nosotros.

¿Cómo fue el proceso de escritura de El dedo de David Lynch? ¿Hubo algún hecho particular que sirviera de detonante para su escritura?

FS: Primero el mar, observar la vida de la gente que vive cerca del mar, luego querer contar los exilios internos, luego la vida del circo, la investigación, la cercanía a ese estilo de vida que puede ser maravilloso para también muy iluso; luego la escritura, que se fue haciendo desde un plan original, cómo no, pero siempre dejando espacio para el giro del arte, para esa otra escritura que surge de lugares desconocidos de nosotros mismos. En la escritura literaria vivo buscando el equilibrio entre la estructura y la deriva poética, por llamarla de alguna manera. Es una búsqueda sin meta, porque ese equilibrio, así lo creo, es imposible. Pero me gusta intentarlo.

Fotografía de Andrea Daniela
Fotografía de Andrea Daniela

Borges decía, por ejemplo, que un escritor jamás debía ser juzgado por sus ideas y que sus opiniones políticas no eran importantes a la hora de apreciar su obra. En el caso actual venezolano, esta situación parece ser bastante delicada. ¿Crees que esta postura de Borges tiene cabida en nuestra sociedad y en nuestra manera de apreciar la obra de nuestros escritores?

FS: La literatura es un compromiso con lo humano. Allí, dentro de lo humano, es insoslayable una visión política del mundo. No obstante, hay que tener cuidado con los facilismos comerciales. No me gusta aquel que busca convertirse en la carne masticable de algún colmillo editorial que, tras el negocio, pretende una determinada escritura que «hable de Venezuela». Colombia no es sólo narcotráfico y guerrilla, Argentina no sólo son los desaparecidos y las dictaduras, Venezuela no es de manera explícita Hugo Chávez y sus barbaridades. Con eso hay que tener cuidado. Más que política, lo que hay detrás es un hambre comercial a la que le interesa muy poco la escritura literaria. Pero, al fin de cuentas, cada quien escribe lo que quiere. Yo no puedo hacer eso, no me sale, no me siento honesto cuando lo hago. Si otro lo acomete, chévere. El problema es cuando ciertas miradas de poder pretenden decir qué es literatura y qué no. Y si pretenden decirme que literatura es sólo la escritura de una Venezuela que hable de Chávez de manera explícita, a favor o en contra, pero de manera panfletaria, pues no, gracias, yo paso.

Marcano, Sargento y El gordo Glen son personajes que destacan por sus historias de vida aparentemente comunes y por la forma en la que asumen roles de poder sobre otros y la comunidad donde se encuentran. Son personajes que “buscan ser amados pero también temidos” y que no se encuentran únicamente en el mundo de la ficción. ¿Crees que son necesarios este tipo de personas para el propio movimiento de las sociedades? ¿Por qué crees que los ciudadanos comunes buscan ejercer pequeñas cuotas de poder?

FS: Alguien que busca ser amado desde el odio, desde el miedo, no hace más que mostrar su profunda pobreza interior. El poder por el poder, la mentira, simulacro como formas de mantener el poder, el resentimiento, el odio, la soberbia, el infantilismo, el amor retrechero, el amor telenovelero, el odio disfrazado de amor, la ignorancia, todo esto hace del poder un lugar abatido por el miedo. En este país hace falta mucha elegancia, mucha belleza, mucha sensatez y mucho esclarecimiento de conceptos políticos que han caído en la opacidad del engaño.

Al final del libro agregas una nota de autor que indica que la Chirimena que se narra en el libro no existe. ¿Por qué creíste necesario agregar esa aclaratoria?

FS: Porque quiero seguir yendo a Chirimena sin que se aparezca a Marcano y me dé una paliza.

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Sé que tienes una rutina de escritura bastante estricta: despertarte muy temprano y escribir, sin parar, durante varias horas. ¿Cuándo descubriste que mantener esta rutina era algo necesario para la creación de tus obras?

FS: Bueno, sí me detengo. Me detengo a pensar, y a veces fluyo. Todo depende del día, de la hora, del alma. Durante años trabajé en el área creativa audiovisual. De allí aprendí la disciplina, el cumplimiento de una pauta. Tampoco escribo algo nuevo todos los días. Esa es una creencia absurda. Reviso, reviso mucho, y revisar es también escribir. Yo decidí librarme del asfixiante aire acondicionado de la oficina para hacer algo que me gusta, que es escribir. He buscado siempre tiempo para escribir mis cosas. Si a usted le asombra que yo diga esto, y piensa que soy un tonto o un loco, pues bien, gracias. Al fin y al cabo decidí, en este mundo ingrato, darme un poco de placer e intentar un tanto la felicidad. En ese sentido, creo en Aristóteles por encima de todas las cosas.

Más allá del papel crítico que cumplen los lectores, ¿puede influir en tu proceso creativo la opinión personal de un lector sobre tu obra? ¿Has querido cambiar algo luego de conocer la opinión de algún lector?

FS: Sí, ¿por qué no?

Fotografía de Andrea Daniela
Fotografía de Andrea Daniela

Stephen King mencionó en una entrevista que “si una novela no es entretenida, no es una novela exitosa”. Como lector y escritor, ¿cuándo consideras que una novela es exitosa y cuáles son las características que para ti permiten catalogarla como tal?

FS: Alguna vez pensé que era importante escribir novelas entretenidas, ahora ya no lo pienso tanto. Ahora simplemente me reto, ahora simplemente me busco en el reto. Me preocupa mucho el lenguaje. Alguna vez pensé en escribir historias distintas desde el punto de vista de la anécdota. Ahora pienso que las historias pueden ser distintas desde el lenguaje. Cualquier historia. Es decir, poco me interesa el éxito, si de asuntos comerciales hablamos. Yo escribí En sueños matarás simplemente porque necesitaba escribirla. Si algún loco decidió publicarla (y le doy las gracias), pues ya esa es decisión suya. Yo con En sueños matarás me exorcicé, y lo hice en la historia y en el lenguaje. Luego, si algún lector aprecia ese ejercicio de exorcismo personal, pues qué maravilla. En realidad, el exorcismo está en toda la escritura (y atención, exorcismo no es lo mismo que terapia). Si hablamos de novela, pues te digo que es un ejercicio detectivesco de exorcismo. Prefiero el exorcismo al exitismo.

¿Qué tan importante es la obra de Stephen King en tu carrera literaria?

FS: Mucho, yo no abandono mis lecturas formadoras. Las cuido, las acaricio y busco transformarlas en mi escritura. Respeto el pasado y las ilusiones que tuve en el pasado. Está lejos de mí, ser un parricida. En ocasiones, esas actitudes hacia escritores como King me parecen más esnobistas que otra cosa.

Ya que hablamos de lecturas. ¿Qué otras lecturas fueron indispensables para ti en tu etapa inicial como escritor?

FS: Edgar Allan Poe, Julio Verne, Hermann Hesse, Abdul Rasam Mehnir, la revista Imagen, Armando José Sequera, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges…

En una entrevista para Contrapunto mencionaste que estás escribiendo un poemario sobre “tatuajes de criminales rusos”. ¿Sigues trabajando en este poemario?

FS: No, ya me da hasta vergüenza hablar de eso. La poesía es mi enamoramiento más ingrato.

¿Por qué es un enamoramiento ingrato?

FS: Me cuesta mucho sacarme el narrador de encima, y cuando escribo poesía me da la impresión de que termino escribiendo narrativa de nuevo. Y porque la poesía es un cuerpo misterioso, un alma misteriosa de la que uno se enamora, pero no se da, no se entrega. Claro, hablo de ella conmigo. A eso me refiero.

Además de escritor, eres profesor de Escritura Creativa. Existen muchas críticas en torno a los talleres literarios y especialmente en torno a los que se especializan en la escritura creativa. ¿Por qué crees que existen estas críticas? ¿Se puede aprender a escribir «de forma creativa» en un taller literario?

FS: Eso es pura paja, otro izquierdismo romántico ridículo. Una vez más, si quien hace estas críticas tuviera poder, ¿prohibiría los talleres literarios y fusilaría a todos los instructores de talleres y a los que desean escribir? Hay que ser honestos en los talleres, eso sí. Alguna vez trabajé en un sitio donde se le prometía a la gente que serían «escritores» y se les llamaba así. Eso me molestó profundamente y al tiempo dejé de dar clases allí. Uno entiende que hay herramientas de escritura, que hay estrategias, que hay estructuras, y las facilita. Si quieres que te acepte que hay un elemento desconocido que hace a alguien buen escritor, algo que «nace» con el escritor, está bien, te lo acepto, pero de igual modo te puedo decir que la escritura creativa, narrativa, literaria tiene elementos que pueden ser identificados y aplicados. Si alguien desea conocer esos elementos, ¿por qué no se le puede ayudar a conocerlos? Ahora, de allí a que esa persona se convierta en un artista de la escritura, eso es otra cosa. Yo ofrezco darte herramientas y ponerlas en práctica y ayudarte a usarlas con decencia. Pero no puedo escribir por ti. Que luego de eso, tú te creas escritor, eso tampoco puedo controlarlo yo. He conocido a más de uno que ha publicado porquerías de libros sin haber tomado un solo taller. Y se creen escritores, y se hacen llamar escritores. ¿Entonces?

Hace un par de semanas resultaste ganador del Premio Internacional de Novela Corta “Ciudad de Barbastro” con tu libro titulado Los nombres. ¿Podrías adelantarnos de qué trata este libro?

FS: Los nombres se hace de una vieja discusión de la relación entre las palabras y las cosas. La encontramos, por ejemplo, en Platón, en el Crátilo. A partir de esa creencia de una relación natural, y no convencional, entre los nombre y las cosas, mi novela se va adentrando en el misterio que está detrás de los nombres de cada quien. Allí tenemos los días de un cosaco que fue capitán del ejército zarista, los avatares de un abuelo ucraniano que relata increíbles cuentos de fantasmas, el descubrimiento de un poeta persa que escribió una obra monumental, las extravagancias del duque de Rocanegras, el recuerdo de un padre con aires de Stan Laurel y una épica libresca que ensaya y narra un viaje a través de la literatura y de la historia familiar, del recuerdo y de la nostalgia. Por esos lados va Los nombres.

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One thought on “Fedosy Santaella: «La literatura es un compromiso con lo humano», por Oriette D’Angelo ~

  1. Oriette, Lei tu famoso, conocido, hombre de las escituras creativas. Dime que es la escritura creativa? En estos días estuve leyendo la última edición de ¨Poetry- hay esrcituras estupendas pero la gran mayoria falta a la muy básica norma: la pureza del idioma. Es Triste. Regresando a Fedosy, niego que haya un solo pensamiento, Stephen King alquiló su firma a segundones, la relación humano – política es el eterno vicio y paga bien. Terminé mi último plaquette. que no tiene terminación, solamente Buenas Noches. Mi teoría es que el lector es un coparticipante.?El editor? Ya veremos. ESpero que estes difrutando tu libertad del Toefel. Por cierto creo que el inglés es el idioma más sencilo del mundo sin subjontive o der die das. Haace dos años tenía que esribir un corto analisis al American Association of Arquitects y pedí mi vecina de entonces, profesora en inglés, que me corregiera. Después de leer la página me dijo: está muy bien pero tenemos que amercanizarlo. Dime de verdad, verdad cómo te encuetras en este medio amaricano’ En el petrolero Texas llueve día y noche. Lo humaniza. Cariños de siempre y kilometrica, Aladar PS. la revista ViceVersa Magazine.com es de fabula. Te encantara.

    2016-06-02 0:21 GMT-05:00 Digo.Palabra.txt :

    > oriettedangelo posted: ” Fedosy Santaella escribe, y escribe bien. Su > nombre no es sólo una herencia ucraniana por parte de su abuelo, Fedosy > Kruk, sino que también es uno de los nombres de la literatura venezolana > contemporánea más difundidos tanto dentro como fuera del país. ” >

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