
El movimiento es un eje central en la obra de Francisco Catalano. Su trabajo hasta ahora publicado va más allá del libro de poesía como objeto físico. Catalano siente la necesidad de pasar al poema por diversos filtros y así impregnarlo de un espacio vital que él asume y siente como necesario. Su obsesión por el silencio y el ruido lo han llevado a crear distintos proyectos audiovisuales que conciben al poema como una fuerza de constante movimiento.
Francisco Catalano nació en Caracas en 1986. Es Licenciado en Comunicación Social, egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), donde investigó la Poesía Vertical de Roberto Juarroz. También estudió Letras en la misma universidad. Su proyecto poético está reunido bajo el título «l», el cual apela a lo innombrable para expresar la relación de la poesía con el silencio, la nada, el ruido y reflexiona sobre la misma poesía desde los espacios del verso. Las dos primeras entregas de «l» fueron publicadas de forma independiente en el año 2010 («Libro 0» y «Libro 1»). En el año 2016, obtuvo el Premio de Poesía “Fernando Paz Castillo” por su obra «Libro 3», año en el que también publicó el «Libro 2» de manera independiente.
También es reconocido por los recitales de poesía performáticos llamados Revitales, en los cuales participan artistas y músicos que fungen como acompañantes del texto poético. En estos eventos, Catalano vocaliza al poema y experimenta a su vez con distintos sonidos, ruidos y sensaciones.
Sus poemas se encuentran en las antologías: 4M3R1C4 2.0: Novísima Poesía Latinoamericana de Héctor Hernández Montesinos a ser publicada el presente año (Universidad de Nuevo León/ Bonobos, México, 2013); Voces Nuevas 2005-2006 (CELARG, 2007); y La Imagen, el Verbo (UCAB, 2006). Además ha sido reseñado y publicado en distintos periódicos y revistas, digitales e impresos, como Tal Cual, Las Malas Juntas y Círculo de Poesía. Ha participado y organizado distintos recitales en Caracas desde el año 2005 y fue parte de los talleres literarios del poeta Armando Rojas Guardia y del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos.
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«l», el nombre que elegiste para presentar la serie de tus tres primeros libros, es un símbolo que apela a la verticalidad y al silencio. Detrás de ellos está la influencia de la «Poesía vertical» de Roberto Juarroz, quien se basó en la metapoesía para centrar su trabajo poético. ¿Cuándo comenzó tu estudio de la obra de Roberto Juarroz y cómo fue el proceso creativo de tus primeros poemarios, «Libro 0» y «Libro 1» (2010)?
—Francisco Catalano: La primera vez que leí a Roberto Juarroz fue en el año 2003, más o menos, y fue todo un asunto impactante. Recuerdo que me sorprendía que alguien pudiera pensar eso. Era una poesía retadora para la imaginación que me desconcertaba por su capacidad para representar formas abstractas y no lugares que realmente me colocaban en un nuevo espacio, en una nueva concepción del tiempo. Su metapoesía es sólo una de las maneras en las que se expresa su poética, también está el aforismo, el uso del retuécano y una forma teoremática de presentar sus poemas. Juarroz es un niño jugando con tótems al malabarismo. Las “grandes palabras” de la poesía se hacen manejables en su obra. Fue una lectura de amor a primera vista, y a segunda, y a tercera… Esa lectura venía de la mano con la lectura de Whitman, de Baudelaire, de Mallarmé. De todos me sorprendía la manera es que manejaban su poesía, en la forma de lo que llamo libro infinito. Grandes composiciones de un solo título que, al menos, parecen abarcar más de lo que tienen, libros que quieren apelar a un espacio mayor de la representación y que supera a la página, al poema y al libro en particular que se está leyendo. Por esto desde esos jóvenes años decidí que esa iba a ser mi estructura de obra: la de un libro potencialmente infinito que estuviera marcado de inicio a fin por mi propia mortalidad. Algo en un principio más grande que la vida y en un segundo término una emancipación de esta. Así, como ya venía escribiendo poemas desde unos años antes, me faltaba encontrar mi libro, por así decirlo. Por esto (no olvido la fecha) en octubre del 2004 cuando escribí el poema “0” de lo que sería luego el “Libro 0”, supe que había encontrado algo. Recuerdo que escribí el poema en un autobús yendo a la universidad y sabía internamente que había llegado a algo. Así decidí que ya había empezado mi libro. Luego de escribir esos textos en forma de himnos del “Libro 0”, que son sólo seis poemas que anteceden al “Libro 1” y al “Libro 2”, empecé con la escritura del “Libro 1”: con unos poemas declarativos que seguían el tono hímnico, algunos aforismos (que es una voz que me ha fascinado siempre y que está en todos mis libros; y que engrosé leyendo a Nietsche, Porchia, Francoise de la Rochefoucauld, por ejemplo) terminé matizando el libro con poemas en cursiva que eran de un tono sensorial. Así se hizo ese libro, aproximadamente en un año de escritura. Luego vino la composición, que es como un segundo grado de escritura, donde mezclé las voces para que se sucedieran de una manera dinámica, sin estar separadas por capítulos, y que fueran leídas de una manera que no aburriera al lector. Luego de dos años de dejar el libro condensarse solo es que escribí el manifiesto, otro género que me llama mucho la atención. Y decidí entre ese tiempo el título del libro l, la más mínima grafía que encontré para representar el poder que se esconde en la hendidura de la palabra y el silencio, esa gran brecha entre las cosas y las palabras, entre la palabra y el acto, etc… El título es un homenaje implícito a Juarroz por la verticalidad, pero siempre pensé que el título de Juarroz que se decía Vertical no era Vertical: faltaba que la forma encarnara al título, que no sólo lo denotara sino que fuese el título, así que hice una forma, un gesto donde entrara el poder del silencio que quería englobar, que fuese, que sea vertical. Por esto, no había otra opción que no fuera una conceptual. De allí l. Esta obsesión formal, creo, es lo que me impulsa a los revitales, pero de eso te hablo más adelante.

¿Qué destacas de la metapoesía como discurso poético? ¿Por qué consideras que se debe entender la poesía desde la poesía?
—FC: Toda poesía es una forma de metapoesía en el sentido que enuncia lo que la poesía debería ser. En este sentido el manifiesto, texto metapoético por excelencia, engloba la poesía entera, porque resume en poesía a la poesía. Esta es una manera de buscar una forma poética más “pura”. Sin embargo, lo que me fascina y me llama es asumir desde un inicio esta búsqueda de pureza por lo que es, una forma del fracaso, una caída, un gap irremediable. Así, la poesía pura se escribe pero a la vez no existe, siempre se mete algo en el discurso, siempre se contamina de otra manera. Es así que la poesía, ya que es contaminación, debe ser contaminada hasta el final. He allí mi paradoja, contaminar la poesía haciéndola más pura. Ese es el eje de creación que me determina. Por eso, si uno ve la poesía de Juarroz, Whitman o Porchia, uno ve una uniformidad homogénea en la forma: y eso es lo que yo quiero hacer distinto, hacer una obra con continuidad pero con las formas más heteróclitas posibles, con la mayor mezcla de formas experimentales posibles para de alguna forma hacer florecer de distintas formas la misma poesía.
Con el «Libro 3» obtuviste el Premio Fernando Paz Castillo en el año 2016. ¿Qué significó para ti haber obtenido este reconocimiento? Según tu opinión, ¿cuál es la importancia de los premios literarios en Venezuela? ¿Son necesarios?
—FC: No voy a mentir, ganar un premio es un placer muy grande. De hecho, lamentablemente es necesario en la trayectoria de un escritor hoy en día. Además del poco o mucho beneficio económico, hay una satisfacción en verse reconocido. Y que haya sido el Paz Castillo justamente, que lo han ganado Alfredo Herrera o Luis Enrique Belmonte, por ejemplo, grandes escritores de la década de los 90′, me enorgullece mucho. Por esto creo que los premios deben proliferar, no sólo de libros sino de poemas, o no sólo de poemas normales sino de poemas experimentales. Esto es un asunto: Bolaño decía que el premio literario debe premiar lo que normalmente no sale en el cánon de las ediciones normales de las editoriales, y lo que pasa es lo contrario. Los premios hoy en Venezuela y fuera de Venezuela, sirven para canonizar un poco al autor y no para ser una alternativa. Y esto a mi parecer es un defecto: no es que sólo deben haber premios que canonicen, sino que creo que deben haber premios experimentales, que saquen lo que más nadie va a sacar. El “Libro 3” es uno de mis libros más “normales”, por así decirlo, el “Libro 1” es mucho más experimental, por ejemplo. Y lo que estoy haciendo ahora mucho más experimental y nuevo. Entonces, ¿es el premio necesario? Sí, claro. Pero, ¿faltan más premios osados? Sin duda alguna. Aún falta un premio que rete al autor y no sólo que le exija ciertas pautas seguras.
En el «Libro 3» reflexionas en diversos poemas sobre el concepto de la nada y el vacío: «¿la piel del vacío no será/ mi mirada y no las cosas?» (p. 14); «o no abriré o cerraré nada/ para no errar en la farsa/ de dar o tomar nada» (p. 15) y «No es lo mismo/ una coma en el vacío/ que paréntesis abiertos en la nada» (p. 27) son algunos versos que trabajan esta idea. En tu obra hay cierta inquietud por nombrar al silencio. ¿Qué se aprende de la nada desde la poesía? ¿Por qué te obsesiona la idea de trabajar el ruido, el sonido y su ausencia?
—FC: Creo que la verdadera respuesta responde a un desbarajuste emocional, imaginario y verbal que ni yo mismo conozco del todo en mi obra. La idea de la nada y del vacío me llaman mucho la atención porque las palabras son al mismo tiempo algo que tenemos y que nos falta, son una ampliación y una castración, son un 1 y un 0 al mismo tiempo. Creo que mi vida, marcada algunas veces por la ausencia y lo carente, ha tenido que ver la necesidad de materializar estos espacios en blanco, estos paréntesis que de pronto componen las piernas amputadas de mi padre, pero también la atención que coloco sobre una cosa, aislándola. María Zambrano decía “El poeta saca de la nada a la nada misma y le da nombre y le da rostro, el poeta no teme a la nada”, es una cita muy cierta, el poeta se enfrenta en su poema a las cosas que no tiene, pero que son cosas que lo conforman. En este sentido el vacío es un lugar de duro aprendizaje porque en él entramos y salimos siempre de manera distinta. La nada, el vacío, son lugares de enunciación que el poeta debe respetar. Asimismo el ruido, el sonido y su ausencia son otra forma de la copia del vacío. La poesía en algún punto debería poder tocar todos estos extremos a su propia manera, dentro de nuestro propio código. El ruido es la suma de todos los colores del sentido, el sonido sería la pincelada exacta y su ausencia sería la falta de una página donde soportar todo. La vida es la conjunción de estas categorías. El poema hace retumbar estas condiciones al hacer a todo mucho más sensible. El ruido puede ser nuestro amigo o enemigo, el sonido puede calmarnos o aburrirnos, la ausencia puede darnos espacio o quitárnoslo. Es por eso que lo que me atrae de lo innombrable del título de mi libro y lo que representa en mi obra, es que en lo innombrable todo esto se conjuga y forma un “todo/ suficientemente emancipado/ hasta del concepto de ser libre”, como dice un poema del “Libro 2”, titulado “La Selva”, que escribí basándome en un poemario de Eugene Guillevic titulado “Del Reino”.
Desde que empezaste a trabajar la idea de los libros «I» en sus diferentes series, ¿ha cambiado tu percepción sobre lo que debe ser abordado desde el lenguaje poético? ¿Es el «Libro 3» el último libro de la serie o existe ya el «Libro 4»?
—FC: No, para nada. La idea es que todos mis libros de poesía entren en esa serie. Ya estoy escribiendo el “Libro 4” y el “Libro 5” (siempre escribo más de un libro a la vez). Lo que quisiera, más que otra serie, es editores más osados, que tengan la valentía de publicar obras más experimentales, que rompan el celofán, que se arriesguen con uno, si es así, bienvenido. La poesía es y será una corriente continua con la que uno está o no sintonizado, y eso es más grande que uno.
Mencionas que hacen falta editores más osados que publiquen obras más experimentales. ¿Es por eso que decidiste que la autopublicación de tus primeros libros era el camino necesario para empezar a difundir tu trabajo? ¿Qué beneficios tuvo para ti el poder controlar todo ese proceso de edición y publicación?
—FC: La auto publicación empezó siendo una necesidad y terminó siendo un proceso enriquecedor. Supongo que porque mis libros tienen un intrínseco rasgo experimental, se hizo difícil la publicación a través de concursos; aunque el primer libro no se lo di a leer a ninguna editorial, me lancé completamente a la edición y vi que era muy interesante y conveniente el proceso. Eso incluye también la distribución, que fue en librerías, donde habré vendido el 30% de la edición apenas. Me di cuenta que la mayoría de los libros se vendieron en recitales y Revitales. Aprender sobre ese proceso y controlar esa plataforma me encantó y benefició mucho porque podía llegar a un público más allá del común literario. Y en tres años se fue la edición completa. También creo en las reediciones, sobre todo la que te lleva a otros mercados. Con el «Libro 2» fue igual, ahí sí tuve una promesa de publicación de una editorial de cuyo nombre no quiero acordarme, a palabra de alguien a quien respetaba, pero luego de cuatro años decidí tomar otra vez el caballo por las riendas y así nació el «Libro 2» en 2016. Entre esas dos ediciones hay tres libros que se complementan, que fueron parte del mismo movimiento. Pero sí, creo que falta un poquito de osadía en las editoriales.
En el libro «Nuevo país de las letras» (2016) mencionas que «Ser poeta es una religión». ¿De qué te salvó la poesía?
—FC: Creo que del sinsentido. Aunque la poesía puede no salvarnos de nada porque la vida tiene la primacía en la vida y hay instancias para los que la literatura no nos alcanza. Creo que en esos momentos, o después de esos momentos (sobretodo en el multimediático y saturado mundo de hoy) la búsqueda de un sentido en la vida puede ser el mayor amparo posible. Incluso si la vida misma hace que ese sentido sea pasajero. Por eso el título del libro lo hice, creo hasta ahora, lo suficientemente abierto como para que englobe las variopintas formas que puede tener el sentido dentro de mi vida. La poesía es ante todo, una búsqueda de sentido, una creación de albergues para la existencia.
Tienes un poema inédito bastante conocido y difundido titulado «Caracas» donde expones tu relación con la ciudad. ¿Es tu relación con Caracas un tema fundamental a la hora de determinar el estilo de tu trabajo?
—FC: El poema de “Caracas” es parte de lo que sería el “Libro 5”, donde creo que aterrizo mucho de lo que es la circunstancialidad en la poesía y me alejo un poco nada más de la noción de vacío o de la nada. Mi relación primordial es con el entorno, con la urbe, definitivamente. Soy un animal superurbano. Este lugar lleno de vida que nos circunda y que nos penetra y al cual nosotros le agregamos y le quitamos cosas todo el tiempo no es sólo nuestro hogar sino al mismo tiempo es nuestro afuera, es de donde venimos y hacia donde vamos, y sus significantes son cruciales para nuestro ánimo. Sin embargo, en el poema “Caracas” busco cerrar un círculo de vida, nombro referentes directos de mi vida personal y de mi vida con el colectivo. Están desde los equipos donde jugué fútbol hasta los lugares donde rumbié todos mis veinte años, con sus canciones, con sus metáforas. Caracas es y será siempre mi hogar, aunque me toque emigrar como ahora que te escribo esto desde Buenos Aires. Quiero que me entierren en Caracas cuando muera, y como dice en el poema, siembren sobre mí un gran Araguaney.

Realizaste un proyecto audiovisual junto a la poeta María Ruiz llamado Página = Pantalla en el cual filmaron a diversos poetas venezolanos leyendo poesía. ¿Cómo surgió esta idea y cómo fue el proceso de selección de los autores que participaron?
—FC: Este proyecto es un pequeño homenaje secreto a Juarroz. Él tuvo una revista llamada Poesía=Poesía que publicó algunos números. Yo quería realizar algo parecido y al mismo tiempo contribuir con los muchachos de mi generación y de la generación que empieza a precedernos. Además, como he tenido una formación en Letras, pero también en audiovisual, quise hacerlo de una manera como no se había hecho antes en nuestra tradición literaria: una revista audiovisual que mostrara a los poemas y a los poetas, que fuera un registro literario y al mismo tiempo comunicacional que se mostrara de manera gratuita. Por esto elegí a los autores que me parecieron más significativos, con excepción de quienes estaban fuera del país o quienes por alguna razón no pudimos pautar, y busqué a María Ruíz García, poeta y cineasta, más la segunda que la primera y ella me ayudó a buscar los equipos con los que grabamos a los poetas. Fueron dos días de pautas con un tiempo intermedio grande donde dimos una muestra del talento que creo hay en el país. Dentro de los poetas hay poetas laureados para cuando grabamos y poetas que han sido premiados luego, lo cual muestra que no tuvimos mucho desatino en lo que hacíamos. Página = Pantalla por fin fue un canal de Youtube donde los poetas se abren a un público mayor. Fue desde el comienzo un proyecto modesto, aunque pronto estaremos sacando emisiones en el Papel Literario de los participantes.
En el año 2017 tuviste la oportunidad de participar en la plataforma artística y académica EXPERIMENTA/sur en Colombia. ¿Por qué decidiste participar en esta plataforma y cómo fue tu experiencia? ¿Qué te llamó la atención de su propuesta?
—FC: Conocí la plataforma porque José Delpino me la recomendó. Apliqué sin muchas expectativas y resulta que quedé. Fue una semana muy intensa de talleres de artes vivas y laboratorios de actuación, danza, colaboración de arte y performance muy importante. La parte más enriquecedora fue compartir con artistas de todo ámbito y latitudes latinoamericanas experiencias de colaboración artística. De igual forma, gracias al Instituto Goethe y el grupo Mapa Teatro, pudimos contar con la participación de diversos artistas muy maduros en sus experiencias que nos ayudaron en conferencias, talleres y participaciones. Igualmente hicimos un ejercicio artístico a partir de un testimonio de una de las víctimas del conflicto armado colombiano y pudimos desarrollar el problema de memoria, conflicto y territorialidad. De allí conocí a muchos artistas con los que algunos estoy planeando pequeños Revitales justo ahora, que se podrán ver en mi página web www.franciscocatalano.net o en mi canal de Youtube, Francisco Catalano.
En tu obra es importante el performance y el recital de poesía como cuerpo vivo, como un asunto en movimiento expresado a través de lo que has llamado «Revitales». Tus lecturas no son tradicionales. En ellas, la integración del sonido, el ruido y los efectos de luz son importantes para el propio acto poético. ¿Buscas que el poema se materialice durante el performance más allá de la página? ¿Durante este proceso crees que el poema cambia su significado y la experiencia sensorial se vuelve imprescindible a la hora de entender el poema?
—FC: Toda mi experiencia con el Libro y la escritura de libros, como entidad así, con mayúscula y minúsculas creo que me ha abarcado de una manera muy particular y plena. Sin embargo, siempre me gustaron mucho los recitales de poesía, donde hay poetas que recitan muy bien y poetas que recitan muy mal. Un recital puede ser algo muy aburrido o puede ser una experiencia emocionante y lo que he notado, preguntando y hablando con poetas (a veces de muy alta factura, pero no de tan buen desempeño oral) es que es algo de gustos. Hay poetas que no recitan bien porque no les gusta recitar, porque piensan que la poesía debe ser leída en silencio, por pena, etc. Entonces debe ser alguien a quien le interese el discurso oral desde un principio. En los tiempos en los que vivimos esta tradición oral tiene toda una nueva alternativa de creación, me parece. Y a mí me gusta recitar en vivo. Entonces pensé en los Revitales. El nombre Revital es un juego de palabras que viene de una intención de revitalizar al recital de poesía como instrumento comunicativo (y no sólo expresivo, como es escribir el poema), de revitalizar al público de manera que perciban la poesía desde un nuevo ángulo más dinámico, revitalizar al poeta mismo, refrescándolo con su poesía, y por último, la de rehacer el libro en una especie de representación de segundo grado. Un Revital es un libro de poesía a la potencia. No es sólo el recital en vivo con el aparataje de las luces, la música, el sonido, el VJ, los visuales, etc, sino que es toda pieza ex libris que pueda ser rehecha sobre los primeros poemas originales. Es l sin el libro, pero puesto en escena hecho acto. Otra indagación, esta vez cambiando los soportes de transmisión de la poesía, sobre el gap ya mencionado entre las palabras y las cosas, entre el silencio y su acto. De allí que el performance sea una herramienta útil para hacer revitales, pero también he hecho revitales solo para video, por ejemplo, porque es una experiencia de crear piezas artísticas de poesía multimediática, sean videos, sean recitales, sean piezas de música intervenidas, y por allí se va la cuerda creativa de la indagación que estoy haciendo y me falta mucho por hacer, siempre basado en la poesía y no de la narrativa, por ejemplo. Por eso un revital no es una obra de teatro, no hay personajes, no hay acción, no hay drama, sí hay gesto, acto, voz, pero de una forma no lineal. De allí que como el libro es un intento de libro total, el revital sea un intento de arte total. Ahora, como eso tampoco es posible, me parece importante destacar algo fundamental en el Revital, y es la colaboración artística. Como yo no sé de todas las artes sino de poesía, por más que indague en otras maneras, necesito del otro para crear al Revital. De allí que el libro sea el reino de lo uno y el Revital el reino de lo otro. Necesito músicos, VJ´s, artesanos que creen los instrumentos del revital, etc. Ya en varios he contado con la ayuda de Rafael Pino, Victor Morles, Nicolás Gerardi, Daniel Moreno, etc. Ellos, dentro de ciertos parámetros que yo les brindo colaboran con su talento para generar el ensamble que es el Revital. En el libro entro lo que soy yo en general, y en el revital, lo que soy con los otros en algo más grande.

¿Qué opinas de las lecturas de poesía tradicionales? ¿Crees que la poesía en Venezuela está todavía en un estado conservador y de poca experimentación?
—FC: Nuestras lecturas, sí, son un poco tradicionales y conservadoras porque tenemos una fijación con sólo la lectura en público de los textos, por más que haya grandes lectores públicos, como Armando Rojas Guardia, por ejemplo. Pero no he visto mucha experimentación dentro de nuestra tradición. Esto puede ser por un problema técnico: el registro. Se dice que el Techo de la Ballena hacía experimentos de lecturas públicas interesantes, así como hubo un ejemplo en las experiencias psicotomiméticas, y más recientemente Edda Armas organizó unas lecturas experimentales en el CELARG (año 2007, creo), pero todos carecemos de lo mismo, un registro de la actividad que pueda darnos una tradición elaborada y fija de los experimentos de lectura. Yo he intentado combatir ese problema del registro, grabando algunos revitales y mostrando las piezas en mi canal de Youtube, pero no creo que esto deba ser una obligación para todos los poetas y los recitales. Allí creo que cada quién debe seguir su curiosidad, porque también he visto excelentes recitales de coetáneos que son tradicionales pero también inolvidables. Ese tema me interesa mucho, el registro del acto, que con la tecnología de hoy, es relativamente más fácil de hacer.
Quisiera saber en qué estás trabajando actualmente y cuáles son tus próximos proyectos literarios.
—FC: Actualmente trabajo en el “Libro 4” y “Libro 5”. También en un pequeño libro de prosas y estoy afilando mi tesis sobre Roberto Juarroz para que sea un pequeño libro de ensayo. Intento colaborar a distancia con nuevos Revitales que tengo en audio pero a los que quisiera colocarles algo de video. Debido a mi reciente traslado a Buenos Aires no sé si tengo aún la infraestructura para hacer revitales acá, pero seguro está en los planes.
¿Qué poetas jóvenes venezolanos recomiendas leer? ¿Qué te llama la atención de su obra?
—FC: Bueno, eximiendo de mi generación y pensando en la que viene, creo que la poesía de Jesús Montoya es muy buena, la de Andrea Paola Hernández también me gustó mucho y tu poemario me pareció muy interesante, querida Oriette.
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