Poemas para hablar de las despedidas, por Nadia Contreras (México, 1976) ~

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Hülya özdemir
I

Cruzamos
las calles
como si cada una
fueran un regreso.

Así,
las caminatas
se convierten
en una especie de locura,
o un amor,
que no reconoce
la propia imagen
de los escaparates.

Y no bastan
los pies llevados
a todas partes.

¿Era esto lo que decías?

Nadie nos disfraza
de hijos,
de ríos,
de sombras,
de inacabadas pesadillas.

¿Era esto lo que decías?

Nos parecemos
en algunos movimientos
que forman
la sombra
en la retina.

II

Las piernas deberán apoyarse
en el aire, Víctor,
deberán consumir
ese espacio definitivo
en las torres
de las irregularidades.

Así comenzó la caída,
así tus brazos
quemaron el cielo,
quemaron la voz
que jamás te entierra.

Víctor,
el abismo es tumulto
de sangre negra.

III

Los abandonados,
aunque tengamos la entrada
de la dicha por delante,
vivimos
sin haber empezado a vivir. 

No hay cimientos.
Y si los hay
se desdibujan
en la trepidación
que desnuda las calles,
la ciudad,
las banderas.

Entre las carnes
llevamos el destino
del espejo filoso.

IV

Debería haber lámparas
en el camino de la muerte.

O cuando menos,
flores para evocar los días
en que tu voz
desarticulaba la tristeza.

El tiempo no se detiene,
y todo lo que se de ti
es porque mi padre
se consuela
en los recuerdos.

Sus historias toman la forma
de tu cuerpo, Clara,
de tu mirada
que se colma
de fantasmas y gatos.

Hablo de la muerte
como hablar de la vida
porque de una u otra manera
soy una parte
de tu mano
cuando saludas,
o de tu sueño
para designar otra puerta
a la noche.

El oficio de escribir
es para mantener
—aún bajo la eternidad
que desintegra—
los ojos abiertos.

V

En la inflexión del olvido
dejo los sentimientos.

Llorar, equivale
a acercar lo lejano,
a doblegarme
ante las puertas
que se cierran
y fotografías
donde no se distingue
el hundimiento de la sombra.

No voy a llorar
cuando mueras, padre;
no voy a agregar
más lágrimas
a las lágrimas,
más palabras
al lenguaje descompuesto
de la ausencia.

Vivir consistirá
en extender la mirada
sobre el desierto
y duplicar, dentro de ella,
el color de la espuma,
el color del fuego
que enciende los campos.

Luego, hallaremos
otros rostros
entre el principio y el final.

VI

A Juanita

En vano el aire
en tus pulmones

y las señales invisibles
de los pájaros,
a veces en el cielo,
a veces en el río.

No soportas el empujón
de los cristales
cuando abres los ojos.

(Textos inéditos)

~

Nadia Contreras (Colima, 1976). Escritora, académica y tallerista. Es fundadora y directora de la Revista Literaria Digital Bitácora de Vuelos (http://www.rdbitacoradevuelos.com.mx/) y de la casa editorial digital con el mismo nombre. Sitio web personal: http://www.nadiacontreras.com.mx/. Por su poesía ha recibido varios premios nacionales y extranjeros. En 2014, el congreso del Estado de Colima le otorgó la presea “Griselda Álvarez Ponce de León”, por su trayectoria en la literatura; es el máximo galardón que el estado puede entregar a una mujer. Sus libros más recientes de poesía son: Cumplimiento de la voluntad (Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Coahuila, Colección Arena de Poesía, 2014), Un viento [que] jamás. Urdimbre [de] cuerpos y palabras (en coautoría con Marisol Vera Guerra (BV Ediciones, 2015); Quedará el vacío (PinosAlados Ediciones, 2017) y de prosa poética Sólo sentir (Editorial Paraíso perdido, 2017). Su obra ha sido traducida al Inglés, Portugués, e Italiano y forma parte de numerosas antologías. Escribe para diferentes medios nacionales y extranjeros.

One thought on “Poemas para hablar de las despedidas, por Nadia Contreras (México, 1976) ~

  1. Hay poesía que está escrita, para lerse en voz baja, entre sueños, para fundirnos con ella, con cada emoción, compartida con su creadora. Dejando que entre en nosotr@s, con el lector, con la lectora, que habita nuestro exterior y se recluye en nuestros adentros. También hay poemas, que deben leerse en voz alta, para escucharla y verlas, al unísono, para reencontrarnos con el ser, que la escribe, que la comparte. Para identificarnos, para tocar a ese poeta, a ese poeta. Para gozar, llorar, quejarnos o sonreir…

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