Inés Martínez García: «Siento que toda tragedia comienza en el cuerpo», por Oriette D’Angelo

Inés Martínez García (Madrid, 1994). Es periodista, correctora y editora. Ha dirigido el fanzine antológico Seremos Onironautas en 2015. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas, tanto en lengua hispana como inglesa, y en las antologías Liberoamericanas: 140 poetas contemporáneas (Liberoamérica, 2018) y en Piel fina (Maremágnum, 2019). Ha coescrito el fanzine Trenza roja junto a Iosune de Goñi (autoedición, noviembre de 2020). Es autora de los libros Pasión silenciosa (Libero Editorial, 2019) y Yo soy la luz del bosque (RIL Editores, 2022). Es fundadora y editora del sello Libero Editorial

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¿Cómo fue estudiar periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos? ¿Qué es lo que más te gustó de la carrera?

—Inés Martínez García: Comencé la carrera con ilusión. Los últimos años de colegio fueron muy difíciles para mí, por lo que tenía la esperanza de encontrar en la universidad algo más allá que una salida laboral. Sin embargo, la realidad no se asemejaba a mis expectativas, que eran altas porque mi padre y mi hermano también son periodistas. Considero que el enfoque académico era bastante básico para lo que yo esperaba. Algo bueno que me aportaron mis estudios universitarios fue la oportunidad de integrarme en el panorama poético, ya que, en un trabajo práctico de una de mis asignaturas, tuve la oportunidad de entrevistar a Luna Miguel. Después de eso, cuando tenía 19 años, empecé a conocer a otras personas que escribían y publicaban poesía y narrativa. Además, realicé las prácticas de la carrera en Penguin Random House, por lo que mi primera experiencia laboral estaba relacionada estrechamente con el sistema editorial. El periodismo fue, en cierto sentido, la puerta de entrada a mi carrera literaria.

En el año 2022 publicaste tu libro de poesía Yo soy la luz del bosque, un libro atravesado por la carne que baila entre la prosa poética y el verso. ¿Cómo surgió la escritura de este libro? ¿Cómo fue su proceso?

—IMG: El libro surge mientras pienso una y otra vez en la forma de habitar el mundo, en la manera que yo lo hago. Si Pasión silenciosa, mi primer libro, trataba y trabajaba el yo poético desde el ser, pertenecer, reencontrar una identidad de deseo perdida, con Yo soy la luz del bosque quise explorar la idea de estar, a través del lenguaje que utilizamos para describir nuestra presencia en la tierra. Tuve bastante claro que sería un libro distinto a mis anteriores publicaciones, con tres partes diferenciadas: un diálogo (que funciona como epílogo), una primera sección en prosa y un segundo apartado más lírico y breve, en el que se concentra ese estar en el mundo. Una vez tuve clara la estructura, supe que el poemario estaría marcado por una clara naturaleza mística y una mitología y respiración procedente de la religiosidad judeo-cristiana. Todo ello se entrelaza mediante procedimientos vinculados a la psicología, como se puede ver en el diálogo final del libro, que encarna una terapia psicológica con la técnica de EMDR.

El libro empieza con un epígrafe de Emily Dickinson («Esta breve tragedia de la carne»). ¿Cuál es la importancia de Dickinson en tu poesía?

—IMG: Todos mis libros se inician, al menos hasta ahora, con una cita de Dickinson. Siempre me ha fascinado su historia: la decisión de estar recluida durante quince años y su rebelión contra los roles de género establecidos en su época. Siento que toda tragedia comienza en el cuerpo y en la reclusión de este, algo que ella vivió y bien trabajó y expresó en sus textos.

Tienes un poema que empieza diciendo «Me has dado voz para que cante» (p. 20). A lo largo del libro, la figura de la «voz» aparece como anhelo y como redención. ¿Cómo se desarrolló tu voz poética a lo largo de la escritura de este libro? ¿Qué se busca saber del silencio a través de la poesía?

—IMG: Es curioso que con el paso del tiempo, tras la publicación del libro, he ido personificando esa voz. Pero durante su escritura la voz no tenía cuerpo, era sólo un timbre, pero luego se transformó en el canal por el que recibía información para desentrañar el trauma. La voz podía ser un susurro inventado, parte de una mística religiosa, un ente divino que me llevaba por los caminos del lenguaje y de la tierra hasta un lugar más luminoso. Se supone que la voz poética que se repite a lo largo del libro es una guía, una herramienta psicológica para desentrañar el trauma y alejar todos los pensamientos, y el cuerpo entero, del dolor y las tinieblas.

Su epílogo, «Sauce y cristal», está escrito a través de un diálogo extenso y representa una de las partes más íntimas del libro. ¿Por qué quisiste cerrar tu libro a través de este epílogo?

—IMG: Es lo más íntimo porque la mayor parte de él procede de una conversación real con mi psicóloga durante la práctica de EMDR. No tuve claro que quería cerrar con este texto hasta unos días antes de enviarlo a la editorial. De hecho, en su inicio no era un epílogo. Tras meditarlo, y con la ayuda de Félix Moyano (compañero indispensable de este libro y su escritura), decidí situarlo al final del libro, para que fuera la mística del propio lenguaje y del poema lo que nos llevara este intercambio de preguntas y respuestas más focalizadas en lo terrenal.

¿Escribir poesía nos hace vulnerables?

—IMG: La escritura plasma mi vulnerabilidad (si este es mi deseo como escritora), pero no creo que me haga vulnerable. Con el ejercicio de creación de este libro no me sentí bajo ningún concepto mal, triste o sola. Inicié una conversación entre psique y espíritu, con la intención de que quienes leyeran la obra pudieran sentir o encontrar un resquicio de luz y fortaleza.

Eres la fundadora y directora de Libero Editorial, una editorial independiente de poesía que está activa desde el año 2019. ¿Cómo surgió la idea de fundar una editorial enfocada en poesía?

—IMG: Libero nace con el propósito de publicar en España obras de mujeres latinoamericanas, principalmente. En la actualidad, en todo el territorio nacional, a pesar de las lenguas cooficiales, la tradición poética perpetúa unas referencias bastante limitadas, lo que deriva en unas tendencias estéticas similares y poco variadas que se concretizan en unas escrituras poéticas poco heterogéneas. En Hispanoamérica e Iberoamérica, con todo el territorio que esto comprende, los imaginarios y los lenguajes son mucho más variados, lo que provoca una diversidad que me parece muy interesante, como ya han expresado otras escritoras españolas muy focalizadas en lo que ocurre al otro lado del océano, como Berta García Faet o Ángela Segovia.

Recientemente lanzaste un crowdfunding para financiar las próximas publicaciones y reimpresiones de la editorial. ¿Cómo ha sido la respuesta de la campaña hasta ahora?

—IMG: Me esperaba una respuesta mucho más favorable para la editorial. He estado trabajando en lanzar esta campaña meses, con la ayuda incansable de una de las autoras de la casa: Yenys Laura Prieto. Personalmente tenía mucha esperanza puesta en los lectores, en las personas vinculadas al sistema poético (autores e instituciones) y, en especial, en las compañeras y compañeros de la industria editorial, pero hasta esta iniciativa no ha sido respaldada de la forma en la que esperaba, así que el futuro de Libero es todavía incierto.

Hasta la fecha, Libero Editorial ha publicado 18 libros de poesía y planeas iniciar su colección de narrativa en 2024. ¿Cómo es el proceso de selección de manuscritos?

—IMG: La colección, llamada Escila, lleva rondando mi cabeza ya un par de años. De hecho, tengo el logo desde 2020, diseñado una vez más por una de las ilustradoras de la editorial Nuria Pazos. No he tenido la oportunidad de involucrarme realmente con esta colección y trabajar en su nacimiento, ya que la situación económica de la editorial ha paralizado todos mis proyectos. Lo que sí tengo claro es la línea que se publicaría en esta colección de narrativa: obras de ficción con una clara tendencia fantástica, incluso de realismo mágico; visiones distópicas y dramáticas de la realidad sin dejar de lado la realidad contemporánea; también de gótico o lo que se ha llamado técnicamente neobarroco, pienso en narrativas concretas como las de Mónica Ojeda, Elaine Vilar Madruga, Mariana Enríquez, etc.

¿Estás trabajando actualmente en algún libro? ¿Cómo es tu proceso creativo?

—IMG: Estoy terminando un poemario que inicié tras el fallecimiento de mi abuela este año. No tenía pensado escribir otro libro de poesía después de Yo soy la luz del bosque, quería centrarme en un proyecto de novela, pero me urgía materializar las vivencias derivadas de esta pérdida. El libro lo estoy trabajando mediante un imaginario costumbrista y andaluz, e incorpora elementos populares y procedentes de la tradición oral. Su naturaleza no es solo elegíaca o de duelo, creo que también se está construyendo como un ejercicio de memoria y como cuestionamiento crítico de las relaciones intrafamiliares en entornos marcados por el trabajo, el machismo, las jerarquías y la enfermedad.

¿Qué escritores alimentan tu poesía?

—IMG: Lo primero que me ha venido a la cabeza es Nido de tordo, de Eleonora Requena. Me interesan las poéticas de Angelica Liddell, Ángela Segovia, Marta López Vilar, Raúl Zurita, Sylvia Plath, Clarice Lispector, Anne Sexton, Sharon Olds, Martha Asunción Alonso, Juana Castro y Guadalupe Grande. Aunque mi principal influencia procede de la narrativa, donde destaco voces como las de Elaine Vilar Madruga, Delphine de Vigan, Amelie Nothomb, Marina Perezagua o Natalia García Freire.

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