[#18] Cinco poemas de Salustio González Rincones (Venezuela, 1886 – 1933) ~

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Salustio González Rincones (San Cristóbal, Táchira, 1886 – alta mar, al venir de regreso a Venezuela, 1933). Traductor, poeta, dramaturgo, cronista, dibujante. Estudió Ingeniería en la Universidad Central de Venezuela y pintura en la Academia de Bellas Artes. Perteneció al grupo literario La Alborada (1909). El grupo incluyó, entre sus miembros, además de González Rincones, a Julio Horacio Rosales, Henrique Soublette, Julio Planchart, Rómulo Gallegos y otros. Se fue de Venezuela en 1910 y vivió en el extranjero hasta su muerte en 1933, a bordo del vapor “Caribia”. Publicó bajo el pseudónimo de Otal Susi. 

Como poeta, dejó inéditos sus cuatro primeros libros: Oros, Caminos Noveles, Llamaradas blancas y Las cascadas asesinas

***

Del libro Caminos Noveles (1907)

VII

El silencio delgado
de la tenaz acequia se moja de sol.
Incurable tristeza ostenta el platanar deshilachado
bajo el Mediodía de claridad alcohol.
Retoña de un grillo el lento repicado.

La recia blancura
de las Nubes. Áridas montañas
al Horizonte animan violetas extrañas.

El Río espantoso fulgura
bajo de las cañas.

La Roza de luto vestido
las colinas flavas. La ceniza brilla
por su palidez en la greda amarilla.
…tan solo, sin ruido
un sauce bajo el viento expresivo, se humilla.

***

XV

Hoy la tristeza usual de las Ruinas.
Las vegas amarillas.
Lejanas, siluetas sencillas
de Sauces.

                Tarde con golondrinas.

Ha pasado la mártir acequia por juncos
terribles.
Horribles
los profusos árboles hacen restos truncos.

Las ásperas copas;
las resecas colinas estopas;
los magueyes luengos y grises.

Tonos de Verano; enormes matices
abruptos sobre la Montaña.

La Ruina llena de amarillas. Esta paz extraña.

***

15.

Con lentitud esbelta de palabra,
bajo el fácil crepúsculo tranquilo:
al Silencio anudóse como hilo
un balido funámbulo de cabra.

Juntaban las neblinas en el abra
con arrogante y señorial desfilo,
un claro aglomerar intranquilo
esperando que el Viento las entreabra.

Caracterizó al horizonte la manchada
Luna, quien fue por solidario vuelo
de patos del pantano, atravesada.

Y en claridad magnífica de muesca,
clignotó ruda estrella en el Cielo
por la Niebla, teñido de yesca.

***

Del libro Las cascadas asesinas (1907)

59.                   Caminos Rústicos

El asterisco enorme
del lucero.     Incoloro el Crepúsculo informe.
El Jagüey furiosamente claro.
Oscilando el pino: un mover avaro.
Límpidas siluetas
adquieren en la puesta fácil
las añejas ramazones quietas.
O! puesta suave de porcelana grácil.

En la Noche coagulan las luces raídas.
      Noches carcomidas.
De silencio solemnes derroches.
     Azules las Montañas:
     como las Noches.
Inmarcesibles Lunas extrañas.
Lunas acaneladas.   Manchadas Lunas
entre las arboledas hurañas
y diluídas por las tácitas copas brunas.

Jagüeyes
Quietos.    Unidos de gruesos crepúsculos careyes.
    Pasan
mujeres rústicas como caminos.
    Amasan
la sombra, los inquietos conos lóbregos que los pinos.

Voces.     Adioses.
Risas veloces
Voces.
Algunas críticas toses.
Caminos rústicos.    Caminos adoloridos.
    Rústicos por las pisadas.
Dolorosos por las voces entrecortadas….

***

Del libro Llamaradas blancas (1907)

B.

Ábrense las bocas de Luto; que los barrancos.
Solo un canto espejuéla
se, en el Silencio feraz, como
estraña ramazón profusa
en amplio charco de brillo plomo:
es el Búho cristalino
en el árbol, lóbrego del camino..

(…y ese canto, bajo las estrellas
todas las Noches, hurla,
siempre con total semejanza de huellas
y con ironías recónditas de burla…)

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