- Kate Pugsley
En el Malecón Cisneros
Al japonés-huachano
4 metros abajo
nos imitaba
el mar con sus vaivenes
hasta que reventamos contra nosotros
y algo que sujeté en mi pecho
para que Kenji no se lo tragara
nos hirió
Vino la fiebre
los escalofríos
la vida frente a nuestros ojos
y la pérdida de líquidos
que traspasaban la ropa
Al sentirnos cercanos a la muerte
nos besamos otra vez
y luego seguimos muriendo arrepintiéndonos metiendo mano
mirándonos
-En realidad
no sé si Kenji me miraba
o si sus ojos estaban cerrados-
A lo lejos
vimos la luz al final del camino
y detrás dos ángeles
Kenji
con voz casi agónica
pero llena de sabiduría
sugirió:
Antes de morirnos una última arrimada ¿no?
Dos policías con linternas nos separaron:
Jóvenes
por motivos de seguridad deben subir
Y yo
acomodándome la ropa
y cubriendo el mancillado cuerpo de Kenji
les dije con mi último aliento:
Han llegado tarde
señores agentes
aquí ya se ha cometido dos crímenes en simultáneo
Hemos roto mis lentes
⁂
¡Hey…! A ti
A la mosca de Cortázar
Aunque hoy despiertes al lado de su cuerpo
recto y descarnado
como un Cristo muerto de Mantegnia
te diré
que mi carnosidad accidentada
naranja
y mis uñas pintadas de rojo
anidarán siempre en tus gónadas
multiplicándose en tu esperma
-en tus neuronas-
como panes y peces sagrados
Nuestro lenguaje
en las noches mañanas tardes
fueron golpes de huesos y músculos
aspiraciones entrecortadas de estrangulados
que decían mucho más que los noticieros dominicales
que los vendedores de las combis convertidos al cristianismo
que los cuentos de Casciari
y que esas aves
en sus transiciones del día a la noche
de la noche al día
Porque debo decir
que no me gustaba hablar contigo de otra forma
ni me gustaba tu forma aburguesada de querer vivir
ni el color de tu auto que nunca llegó a asemejarse al de mis uñas
ni tu egoísmo de huérfano
ni tu música de La La Land que ponías
para que los comensales del restaurante no se antojaran de mis gemidos
ni tu limitación de coger en la sala
por temor
a que los vecinos del edificio del frente
supieran
que el respetable sociólogo
chupa mete y golpea
Pero con cuánta Pasión me cogías
como si en cada estación
en medio del bullicio de las aves
de los cuentos del gordo
de la detestable banda sonora de esa película que tampoco me gustó
como si antes de encontrarnos para amanecernos o anochecernos
una paloma roja te dijera
descendiendo sobre tu hombro
cagándote en simultáneo
que estos serían
tus últimos espasmos
sobre esta tierra
*
Tatiana Loayza (Perú-Costa Rica, 1986) Egresada del ITCR en Ingeniería forestal. Ha publicado su primer poemario Piedrera (BBB Producciones) en el 2014. Además, cuenta con publicaciones de algunos poemas en las revistas: Miércoles de poesía, InterSedes de la UCR, Ágora 127 e Isla negra.