
Individuación
En el origen de nuestra civilización
está el veneno de la cosmética,
tribus que danzan al son de una imagen pulcra
a la par que dañina para el espíritu.
Estamos en eso, el fingimiento,
ser modernos, fotogénicos, jóvenes, alegres,
insensibles, vividores, musculosos,
practicantes de deportes de riesgo,
conductores veloces, atractivos cuerpos
al borde de piscinas o en paisajes agrestes,
sonrisas profidén, el fingimiento.
El castigo por no mostrarte ante el mundo
(o mostrarte sin máscaras ni afeites)
es el silencio del mármol destruido.
Acataré mañana otras ternuras
porque padezco sed de sociedades secretas,
de misterios escondidos en cráneos herméticos,
de poéticas indigestas en la espesura,
siempre, donde repose todo ardor encefálico
receloso de convenciones:
toda mi educación será un portazo bien dado.
***
Partes de otro cuerpo
La habitación no estaba iluminada;
así podían verse mejor.
Él miraba sus labios
como si solo existieran esos labios
en toda la estancia.
Como si
alrededor
solo estuviera presente
un poco de aire
invisible
y con un ligero aroma a deseo.
No había un solo tejido.
No había piel ni cabellos.
Solo unos ojos,
un poco más arriba,
asumían su presencia
de un color secreto.
Y los suyos, que la miraban.
Un poco de niebla azul
se colaba por el hueco
de la ventana entreabierta.
***
Mirando el sol desde el lecho marino
Pertenezco al mar,
abandonado a su compleja rotación, hundido en la distancia.
Veo desde lo más profundo
un sol infinito
que me lleva hasta el mirador
de una sonrisa antigua.
Toda distancia se convierte en toneladas de agua.
Me confiaron al mar,
ahora soy suyo, de sus fondos, cual alga o posidonia,
soledad infinita de insípida sal,
soledad acompañada por azules capas de lejanía.
Un mar de lágrimas que no me deja ver
más allá de unos reflejos,
más allá de unos recuerdos
ya olvidados.
***
Vuelta al mundo número 2
Volveré a mis ascensos y descensos
heredero de la desmemoria
que sin rumbo
fluctúa entre el universo
y una vida peor.
En el fondo todo es superficial:
los templos y los libros
de filosofía
y Bob Dylan y Tarkovski
y cuando me miras las orejas
y el pan que comemos;
todo eso
es hueco y trivial.
Quiero viajar al vuelo.
***
No hace falta
No hace falta que me expliquen tus silencios
porque en los ojos se me clavan intenciones
que no pueden pasar inadvertidas
al secreto radar que hay en mis miedos.
No necesito saber qué decir
cuando no sé qué decir
porque la voz humana es a menudo
solo un subrayado innecesario.
Con silencio me conformo cuando el ruido
me impide conocer la verdadera
razón de tu desaire. Y siento
que más que un muro que me aísla
el silencio es una manta que me abriga.
Y no hace falta que lo digas:
las heridas son heridas,
subrayarlas no es curarlas.
***
Los poemas aquí publicados son inéditos.
Un saludo desde Bilbao
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