
Hanni Ossott (Caracas, 1946 – 2002) Poeta, ensayista y traductora. Se desempeñó como profesora de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Publicó varios libros de ensayos sobre poesía y tradujo a poetas como Rainer María Rilke, D.H. Lawrence y Emily Dickinson. Publicó los poemarios Espacios para decir lo mismo (1974), Espacios en disolución (1976), Formas en el sueño figuran infinitos (1976), Espacios de ausencia y de luz (1982), Hasta que llegue el día y huyan las sombras (1983), Plegarias y penumbras (1986), Plegarias y penumbras (1986), El reino donde la noche se abre (1987), Cielo, tu arco grande (1989), Casa de agua y de sombras (1992) y El circo roto (1996). En el año 2008, la editorial venezolana bid & co publicó sus Obras completas, donde también se incluyeron sus ensayos y traducciones.
Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Lazo Martí, el Premio Nacional en la II Bienal de Poesía José Antonio Ramos Sucre (1972), por su libro Formas en el sueño figuran infinitos, y el Premio CONAC de Poesía (1988).
Sus cenizas fueron esparcidas en los jardines de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV, lugar en el que fue profesora por más de 20 años.
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De Espacios para decir lo mismo (1974)
Sobre mi cuerpo, sobre estas estructuras concebidas por manos ingenieras fabricantes de nuevos espacios, han sido muchas las palabras nombradas. La cal y la arena. Luego, el tiempo. Rasgaduras en estos planos que me conforman, en los techos y en mis ventanas. Algunos han dicho de mis ventanas: «Son tristes porque no miran fijamente y quien acude a ellas provoca el sueño».
Ellos atribuyen a mi tiempo sus tiempos y asignaron a mi indiferencia sus pasiones. Hablaron de casas tristes olvidando a sus habitantes…
Los contengo en mis resquicios, en los rincones abandonados y en mis habitaciones solitarias. También provoco sus llantos y soy testigo de esos suicidios.
Ellos le asignan a mis rincones una propiedad que desconozco: la memoria. Sometida a sus arbitrios me vuelvo cruel y desproporcionada. Mi cuerpo se vuelve recuerdo. Sus ojos me miran para hacer permanentes otros ojos, otros habitantes. Les revelo esta apatía y me maravillo de sus poderes de desplazamiento, de sus transformaciones orgullosas.
Mi ojo está hecho sólo para el silencio, para la apertura hacia la confesión inocente, la que se ha creído sola frente a la dureza de mi cuerpo de cal y cemento.
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De Formas en el sueño figuran infinitos (1976)
La gente suele ver
desde sus pequeñas torres
como descienden astros emplumados sobre las cabezas
gira en su normalidad gira hasta reventarse en sus propias leyendas
el sol
los soles figurados
y una tarde
puedes ver
cielos de telas hechas de cielo de nubes pintadas
pájaros portadores de noticias alegres
no olvides a los trenes
ellos llevaron las cartas de antiguos señores
y hablaron con los árboles y con el musgo de los puentes
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De Espacios en disolución (1976)
Cuerpo: una disolución ante diversas instancias
Todo se desmiembra, ninguna forma es capaz de sostenerse, ningún nombre. Vuelo irreversible hacia la sensación. Piel, trozos de piel. Dispersión. Dislocaciones. Y este sonido inmenso, retenido, denso y frágil.
Continuamente, puerta tras puerta: estancias, estallidos y abandonos. Pero nunca nada inmóvil. Y, continuamente, desaparecen una tras otra cada una de las nomenclaturas. Viento uniforme poseído por la graved~d de los colores. Ellos pesan o se vuelven imponderables. Color despojado de límites: uno en el otro: pasión inmersa en la pasión, sin saberse.
Apenas dormir, volverse escucha de estas fuerzas contrarias. Saberse dormido en la convivencia. Desaparece la tensión de un acto, desaparece también la violencia de rasgaduras en cualquier rostro. Lo uno en lo otro, sin pasado, sin proyectos. La muerte de todos señalada con alegría, a la espera.
Aquí el vocabulario ama lo que se despide porque se está en la retirada continua e inaplazable. Desde este léxico, se ha borrado toda forma que no sea el desplazamiento. Se ha neutralizado toda espera. Aquí nos fundimos en lo que siempre está por deshacerse. Hemos abandonado, a favor de la voluptuosidad, los planos desde donde se mira. Todas las formas de roce reunidas. En este lugar, temerosamente asido por anticipaciones, espacio sin referencias:
se nos duerme, se nos rige.
Cuerpos sumidos a las órdenes de un sitio breve, a disposición de la caída más o menos flexible, desde un árbol o desde cualquiera otra altura, poseídos acaso por el temblor de un fragmento de tierra (uno, que arbitrariamente supo escapar) o por la aparición repentina de un espacio más hondo, de mayores gravitaciones y frente a la presencia de extensas fuerzas, justo allí, pero no por mucho tiempo, porque otra forma contradictoria e imprevisible será capaz de tomarnos hacia su zona, sin mayores explicaciones…
Y aceptaremos.
La gravedad se suelta. Atravieso inmensos sembradíos. Otros están en otros lugares: rocas, paisajes, una ciudad o un rostro que nunca se supo hollar a tiempo. Sin embargo, hemos sido absueltos.
Cuerpos de sensación. Cuerpos de densación. Cielo e infierno eternamente resueltos y en la carne y en el pensamiento continuamente borrados.
Reiteradas tensiones de cuerdas de guitarra, reiterada vibración de sonido, sin pausa, abierto a la espera y al abandono, entre el asombro y el apaciguamiento.
Todo esto, esta capacidad de provocar disoluciones y asimilarlas, también está aquí.
Esta capacidad, detenida y en potencia, en nuestros sólidos cuerpos hechos de resurrecciones y desgarraduras.
Sí, pero no es igual, en los nuestros deja huellas, hiere. Allá se desconoce toda conciencia para ser solo recorrido son conocimiento. Memorandum arbitrario de sucesiones…
¿Dónde allá?
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De Espacios de ausencia y de luz (1982)
Atracción de lo vasto
Ese canto resonante
de Cuerpo
esa expectoración primera
inicialmente contenida
bufido o eructo desarticulado
Ese pujar vocal
Estertor físico del soy que se busca
Y esa primera abolición del ser en la palabra inicial
Ah voz en ahogo
violencia y voluptuosidad cercada
Ah tránsito de ser a mí
Ah gorgojeo
rasgadura de garganta
ruido
pobladura de lo vasto
Eco
Inserción de lo inmenso en lo breve
Imagen
Consecución
Y esto: lo que puedo decir desde mí mismo
hoy
ahora que he aprendido a articular mi discurso
Esto, para decir:
Oh escena terrible para espectáculo
Oh espantosa contemplación de lo solo
No calma desde esta calma
No suficiente sin sentido desde esta ausencia
Desierto y ruina
–y decirlo se torna ridículo–
Ah, mira la contorsión del cuerpo, la siempre en oposición
Pero me contorsiono
y profiero
sólo yo puedo hacerlo
desde lo que me cerca y me abre
Ah canto siempre devuelto
Siempre no nacido todavía o a destiempo
Tajada, sí…
Y muero por lo vasto que cercena
como los dioses mueren por la nada y se levantan
contra ese soy que en extensión cubre
¿Lo signo, lo fijo, lo canto?
lo dilatado ineludible?
Lo canto, lo signo
porque también habita en mí el deseo de su posibilidad
en franca oposición a lo permanente
en rechazo al borde demasiado preciso
y a la costumbre de esta piel
en distancia de mi propio cuerpo
hacia la instauración de lo breve
por atracción a la ausencia
erguido el canto en regreso al soy
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De Hasta que llegue el día y huyan las sombras (1983)
El horno
El horno es un estuche, un vientre secreto
una madre mecánica que manejo con mis fuegos y mi apetencia
Lo obligo a encender sus paredes
lo gradúo
Le digo: abrasa a tu presa
quema su superficie
ablanda su centro
Le digo: trescientos grados… y su pasión obedece
Amante sólo amante suda fuegos y se deja
invadir por el aroma se deja
regar por los desbordes de aquello que quema.
No es un ángulo
ni se abisma en su centro como una esfera
Es sólo caja de calor
alma no circular cuyos ritmos determino.
El horno es una hechura
un preludio
una red, una trampa
el centro de la casa y de la farsa
Por él la saciedad, el olvido, el sueño, la embriaguez
Ronca el horno y no lo sabe
apaga vigilias y luces
quema la presa aniquila al comensal
Se fuga el animal, se hunde un diálogo en la noche
se entibian las razones
el horno se enfría
quedan manchas, huellas de la cena
Los hombres recogen sus abrigos y un cuaderno ahí, una cosa…
Cae
melancólico el sopor.
Es el trabajo del horno impuesto a la fiesta
el rigor del horno
exacto regular
implacable adormidera
mecánica calidez
vientre de la casa
secreto de abuela de hierro y de rejillas.
La reja es otra cosa
y otra el dibujo de la reja
otra y más honda, secreta, es mi división
Y ese invitado, ¡fuera!
si no fuese por mis rejas,
la casa
el otro horno que aquí quema!
Febrero 14, 1982
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De Plegarias y penumbras (1986)
Rezo
Tengo miedo
Desconozco
No sé moverme
El río me habla de lo raro
de lo inmenso
Rezo
no sé de la montaña
sólo que es grande, magnífica
no debo decir de lágrimas en su pena
Rezo, está el mar
y el golpe apresurado de ola a ola
Y hay cosas que olvido
las más pequeñas
corpúsculos de luz
lamentos
Mi llanto no tiene fin
y debo consagrarme
atenta
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Nuestra soledad cubierta de objetos y paredes
entretejida de risas
amigos, hornos, crecimiento de plantas
esa distancia entre habitación y alcoba
beso y caricia
y el lazo obligatorio, tácito
lo convenido para el resguardo
cuidos, protección.
La casa, ese edificio soñado por nosotros
llena, plena de lenguajes
«puesto que de ti y de mí nada puede irse
nada puede ser fuga»
los lazos, las tijeras, los pespuntes
que atan tela a tela
cuerpo a cuerpo.
Y al fondo una ventana
para quien mira
solo.
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De El reino donde la noche se abre (1987)
Ser
Estoy en una playa sin fin
mi alma se despliega
inconsulta
hacia una rara nada
No sé de mi nombre
de mi cuerpo
absuelta de todo ser
de toda obligación
me entrego
a solas
al ardor
me adormezco
Infinita, soy esta arena
lo que me borra
lo que quiero ser
1983
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De Cielo, tu arco grande (1989)
Si no viene
si no llega
déjalo estar
Ello está allí, siempre
como convocatoria
Si no viene
espera
La canción de la luna hace su tiempo.
Octubre, 1987
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De Casa de agua y de sombras (1992)
El estanque
Mi infancia es hoy un gran estanque
donde me miro
en su fondo verde liquen
piedras alcanzadas por el musgo
peces de rara y brillante especie.
Yo hundo allí mis manos
y agito las aguas
para alcanzar una sombra
siempre evanescente.
El estanque me devuelve el cielo, las nubes
cielo y tierra en él se besan
confluyen.
Yo dibujo allí una imagen, la sueño
mas no la alcanzo.
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De El circo roto (1996)
Dios y el poema
Dios
me quedo todo el tiempo posible
ante un poema
para que salga bien.
Es como una oración
Una invocación.
Agosto 1991
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Estos poemas fueron seleccionados de
Obras completas de Hanni Ossott
(bid & co. editor, 2008)
ISBN: 980-6741-55-3

Bellos y acogedores poemas
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